martes, octubre 31, 2006

Marbella: Mi aprendizaje



Lo que digo deja claro que vivo junto a un cristal, el de la pantalla, que me separa o me une al resto del mundo, porque según se mire, estoy a este lado o al otro, y que defino mejor cuando está negro, cerrado, pero conteniendo todo el infinito.

También juego a juegos de rol, como es natural, con partenaires que he he ido encontrando. Me gusta hacer de Princesa Guerrera (como concepto; luego elijo nombres concretos, la Princesa Equis, que además es una Guerrera) y definir y analizar el personaje cuando me meto en la realidad.

Es centelleante (me gusta usar las palabras que se me vienen a la cabeza, aunque sea la única persona en el mundo que las use), bajar a la calle a cumplir lo que haya tocado, siendo tú y a la vez no tú, lo que requiere incluso contar con un vestuario ad hoc. Como Princesa Equis bajo a la calle con un look entre rockera y gótica, muy Trinity, la de Matrix, una chupa y un pantalón de cuero negro, luego un maquillaje muy claro y en el ascensor un poco de rojo en los labios.

Yendo así, puedo tener que ir a un centro comercial y conseguir una tarjeta a mi nombre de princesa. Naturalmente es imposible, pero gano puntos con cada paso descriptible que consigo dar. Por ejemplo, aunque parezca tonto, el hecho de entrar de verdad en el centro comercial, es un punto.

En un avatar que me creé una vez, soy un viejo de setenta años, muy baqueteado, que critica siempre todo lo de ahora, pero en plan inteligente, y dice, por ejemplo: "Los mismos adultos, los cuarentones y cincuentones, en su mayoría, son como niños, sólo saben jugar y jugarán hasta que venga Bin Laden a degollarlos".

Yo la verdad no juego. Mis juegos siempre han ido en serio, desde que era un crío. Yo me tomo todo esto como un ejercicio de conocimiento y de autoconocimiento. Es verdad que a otros que estén menos centrados que yo, se les puede ir la olla, pero a mí, no.

Estoy en Segundo de Bachillerato y tengo a partir de este momento dos años que ajustan de maravilla para prepararme para tres objetivos iniciales: hacer un módulo de informática, por lo que venga, hormonarme y acudir al gimnasio para cubrir los mínimos que se exigen en el Ejército... para las mujeres. Porque dentro de estos dos años, estos tres objetivos iniciales deben haberse convertido en mis dos objetivos finales:

a) operarme y tener mis papeles
b) ingresar en el Ejército

De los tres objetivos previos, el módulo y el gimnasio me los costearán mis padres, seguro, pero la hormonación tengo que hacerla por mi cuenta y sin que se enteren. Mi única chance es que lo sepan cuando esté todo hecho.

Psicólogo, endocrino, tratamiento; puedo ponerme en manos de la Seguridad Social o pagarlo con mi paga yo, que no gasto en copas ni casi en ropas.

Los gastos son fuertes para mi economía/economía de mis padres, pero ahorrando, espero arreglarme.

Para la operación, tengo que contar a la fuerza con la Seguridad Social. De momento me apuntaré, para ver cómo anda todo.

También será verdad que para entonces podré cambiar los papeles sin operarme. Pero tal como me figuro mi futuro, sé que necesito operarme.

Primero y principal, porque es lo que quiero; y segundo, porque voy a llevar una vida casi idéntica a la de un hombre, salvo por un hecho: seré mujer.

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