miércoles, octubre 25, 2006

Una interpretación de un balance



Una interpretación posible de este balance es que yo soy una persona heterosexual traumatizada. De este trauma nace la transexualidad.

Ni siquiera la baja intensidad de mi heterosexualidad cambia las cosas, porque puedo pensar que, si no hubiera habido trauma, hubiera pasado por una fase homoafectiva, como todos, que hubiera afianzado mi identidad y entonces, mi fuerte sexualidad –esto sí, era fuerte-, me hubiera empujado hacia una heterosexualidad decidida. No es seguro, pero es posible.

Ni siquiera la falta de homoafectividad es un hueco irreversible: ahora la estoy viviendo en mi simpatía y afinidad con los gays.

Lo único que puede ser incompatible con esta interpretación es el hecho de estar a gusto y conforme después de la operación.

¿No tendría que sentirme mutilado, frustrado, echando de menos lo perdido como una dolorosa necesidad, como algo que necesita expresarse y no puede, tal como sé que lo sienten los varones emasculados contra su voluntad?

Pues yo no. Estoy equilibrada y hasta me agrada estar como estoy, lo que parece indicar que la transexualidad puede tener raíces más hondas que un simple trauma.

Pero es posible poner aquí algunas hipótesis que lo podrían explicar, sin pasar más allá de lo del trauma. La más sencilla en mi caso es la de que no he pasado por la fase de afirmación como varón y por tanto tampoco por la formación y desarrollo de los impulsos verdaderamente heterosexuales.

Es decir, a lo mejor no he desarrollado una sexualidad específicamente masculina (afirmativa, asertiva, penetrativa) y por tanto no echaría de menos esa sexualidad que nunca he conocido.

Otras hipótesis son posibles para explicar lo mismo, por ejemplo, la de Lacan, que es más complicada, por lo que no la voy a explicar entera de momento, pero que la resumo diciendo que la afirmación de mí, como ser sexuado, se traslada a la afirmación de mí porque mi cuerpo entero es como yo he querido que sea.

Es decir, que no deja de haber posibles hipótesis acerca de cómo una persona, básicamente heterosexual, puede, por medio de un trauma, aceptar una transición sexual, y que por tanto sigue abierta la discusión sobre esto.

Lo de la “heterosexualidad traumatizada” me da desde luego cierta paz, un poco triste, desde luego. Pero me explica muchas cosas: mi fondo de interés, difuso, por las mujeres, y hasta mi sentimiento de no entenderlas, de que son tierra extraña, de que necesito preguntarles lo que sienten o rebuscar en sus libros.

Mi Edipo masculino, tan intenso desde mi niñez: amor por la madre y admiración por el padre.

Mi atracción sentimental por la compañía de los hombres gays, que llega al placer por las caricias, a la vez que no me excita verdaderamente su cuerpo.

La persistencia de mi identidad personal masculina y mi necesidad de una identidad social que no lo sea.

La aceptación de la transformación de mi cuerpo, como expresión total de un trauma que me enfurece profundamente y como adaptación dentro de lo posible. Me he herido para que nadie me hiera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno Kim, me preocupa su obsesión por psicoanalizarte en tu problemática sexual, porque mientras te centras desesperadamente en esa gran pequeñez, dejas de percibir las respuestas que se encuentran a tu alrededor.

Uno es cojo si tiene una pierna más larga que la otra, lo mire como lo mire. Si quiere darle una explicación a un hecho físico, creo que debe de buscarla en lo que trasciende al propio hecho físico.

Debes asumir dos cosas:
Eres un ser humano y tu validez radica en eso, en que eres un ser HUMANO, no en tu condición de hombre o mujer.

Puede que te equivocases al operarte. Pero aun eso, carece ahora de importancia ¿cuantas equivocaciones hemos cometido en nuestra vida todos nosotros? ¡Casi infinitas! ¿Sabemos las consecuencias de esas equivocaciones? ¡ni remotamente!, pero si Cristo-Dios perdona ¿no te has de perdonar tú? Si Dios te Ama ¿no te has de Amar tú?

Consecuencia: no te tortures más,deja de urgar en tus heridas y piensa más en tu alma y menos en tu cuerpo.

Un abrazo de tu hermano en Cristo
Efrén

Kim Pérez dijo...

Hola Efrén,

tu comentario llega a punto con toda oportunidad para explicar por qué he llegado aquí, precisamente a lo que digo en estas dos últimas entradas.

Es difícil que una persona que no tiene hambre sepa lo que es el hambre y por qué las personas hambrientas hacen lo que hacen.

Como la inmensa mayoría de los seres humanos, tú has aprendido y sabido lo que eres desde siempre. En tu caso, te has sentido varón con naturalidad desde siempre; yo he sentido mi identidad muy inestable e insegura desde los trece o los catorce años.

Le he dado una solución hace ya años que ha resultado bastante estable; pero sobrevivían algunas inestabilidades de concepto, y por eso he tenido que dedicar mucha energía desde hace también unos años a buscar la solución.

Ahora siento que la he encontrado, en algunas de las entradas de este blog y por lo tanto puedo dejar esta preocupación personal y prioritaria, puesto que de ella depende mi estabilidad y ya puedo centrarme en cuestiones más generales.

También quiero explicarte que mi preocupación no versa sobre todo sobre mi cuerpo, sino sobre mi alma, por la pregunta "¿qué soy?", que significa "¿cómo me puedo entender, dentro de este mundo dual, dividido en hombres y mujeres?"

La transexualidad consiste sobre todo en preguntas que nos hacemos sobre nuestros sentimientos y nuestra posibilidad de situarnos en un lado u otro.

También un abrazo que nos hermana en la búsqueda de la Verdad.

Kim