martes, septiembre 28, 2010

Razones para el cambio de sexo sin cambio social.



Yo desde luego hubiera sido una de estas personas muy fácilmente.

Hubiera sido bastante que mi trabajo fuera por cuenta ajena, en vez de ser socia cooperativista.

¿Hacer el cambio social, que es el más difícil, teniendo una hipoteca y otra persona a mi cargo?

Imposible. Entonces me hubiera conformado con el cambio de sexo, sabiéndolo sólo yo.

Pero, tal como están las cosas en nuestra Seguridad Social, no me lo hubiera pagado, y habría tenido que pagarlo por mi cuenta.

¿Y si no hubiera tenido ese dinero? ¿Mi equilibrio, mi bienestar, mi paz, lo que nos da la operación y lo sabemos, pendiente de mi falta de dinero?

Por eso les digo a los psicólogos de las unidades, puesto que ellos mismos son los primeros que pueden avisar de esta situación, que revisen los protocolos.


Ambigüedad o ninis




A veces lo más sencillo es lo más difícil.

Para mí, lo más sencillo es saber que no soy hombre ni mujer.

Y supongo que para otros miles de personas.

Lo sabemos por dentro, al recordar nuestra historia.

Pero lo más difícil es mantenerlo fuera, incluso acordarse cuando estamos en sociedad, situarse en lo que somos.

Porque nuestra cultura no entiende más que de hombres y mujeres.

Y no sabe ni ver lo que ve, como lo saben otras, cuando somos ninis, a nuestra manera!

lunes, septiembre 27, 2010

Cambio de sexo sin cambio social




Hay personas transexuales que se conforman con el cambio de sexo, sin el cambio social.

Sabiéndolo sólo ellas, pueden ser felices.

Un secreto íntimo, maravilloso.

La razón puede ser que no quieren el cambio de género o que no pueden, porque se lo impiden sus responsabilidades familiares o laborales.

Pero hay un hueco legal en España para ellas:

si quieren operarse por la Seguridad Social, necesitan ir a una Unidad, y en éstas se entiende que, para operarse, es preciso pasar por el "Test de la Vida Real".

¡Como si fuera lo más fácil! ¡Cuando es lo más difícil o para ellas, imposible!

¡Tienen derecho a salvar sus familias o sus trabajos (éstos, en esta época de paro masivo)!

¡Psicólogos, haced el favor de revisar vuestros protocolos!

Bienestar



Las personas transexuales estamos más que acostumbradas a pensar y observarnos.

No es fácil descubrir que eres transexual!

Después de la transición, solemos encontrarnos mejor, con mayor bienestar y tranquilidad.

Que esto nos sea suficiente! No seamos tiquismiquis!

Bendito sea haber encontrado una mayor paz!

Las reclamaciones, al maestro armero.

domingo, septiembre 26, 2010




¡Espera un poco, Kim!

Está bien que pienses en ideas tan abstractas.

¿Pero no sabes pensar en cosas más prácticas?

¡Estamos un montón de personas trans que necesitamos respuestas!

¡Tú puedes intentar hablar!

¡Mucho te lo agradeceremos!

Aunque no digas más que tonterías, pero por lo menos lo habrás intentado!

¡Venga!


jueves, septiembre 23, 2010

Filosofía transexual



Por Kim Pérez


Publicado en CarlaAntonelli.com el 13 de septiembre de 2010



Me pregunté la otra noche si yo había hecho algo que creyera verdaderamente importante, y me contesté que sí.

Me refería a estas ideas, que he escrito de nuevo y que caben en una página,

¿Tienen algo que ver con la transexualidad? Parece que no, pero sí, por lo menos con mi transexualidad y puede ser que con algunas otras.

Partí, desde los diez años, con el descubrimiento de que yo era yo. Ése nunca me ha abandonado: la sensación de que todo pasa por mi juicio, por mi aceptación o rechazo, por mi voluntad.

Esta filosofía es distinta de todo lo que ponga fuera de mí el fundamento de mi vida, sea la sociedad, sea un Dios externo, fuera de mí; y éste es el fundamento de mi transexualidad.



Yo soy yo.

Traducción:

Yo que pienso soy yo que estoy aquí. (Yo soy este cuerpo: miro mi mano)

(No es: yo sujeto del pensamiento soy yo, objeto del pensamiento; no es pensamiento sólo; es la realidad)

Yo: nombre propio que designa mi propia realidad. Inequívoco. No es un pronombre que valga para todos. Vale para mí. Debería sustituirlo siempre por Yo-Kim.

Unicidad de Yo-Kim: existo desde Junio 1940. No existo antes. Sólo Yo-Kim soy Yo-Kim. Cuando deje de existir, nadie podrá decir esta frase. Realidad única, en la inmensidad de las realidades. Valiosísima por ser única. El No-Yo-Kim seguirá existiendo por su lado, pero esta luz se habrá apagado.

(Sustituye en este párrafo mi nombre por el tuyo para saber lo que quiero decir)

En mi intimidad es suficiente con decir Yo soy yo o Yo estoy aquí, pues no hay más yo que yo.

Interioridad de Yo: Lo que yo veo no se puede ver desde fuera de mí. Yo soy un vértice que no existe en la inteligencia artificial, en el razonamiento maquinal.

Ésta es mi mano, la izquierda, la derecha, éste es mi cuerpo, éstos son mis genitales. Me miro en el espejo: ésta es mi cara. Sorpresa: todo eso me gusta o no.

Derecho natural

Publicado en CarlaAntonelli.com el 21 de septiembre de 2010

En el anterior comentario expuse el fundamento de la vida humana, incluso de la transexualidad, que es la conciencia de sí.

En éste voy a exponer cómo el Derecho Natural ampara la verdadera orientación o la verdadera identidad sexual de cada persona.

El Universo tiene una estructura matemática (Galileo, Newton, Einstein, Planck)

Luego la materia está organizada conforme a algo pensable (es natural, porque el pensamiento humano nace de la materia y reproduce sus estructuras)

Las Matemáticas están vacías, no contienen ninguna afirmación fuera de ellas. Son sólo un sistema de razones y relaciones. Son una sintaxis.

Lo que estructura el Universo es una sintaxis inmóvil y que parece no tener sentido (sentido como dirección) porque no se mueve.

Su forma es la del álgebra; algo más otro algo es igual a algo distinto. En esta fórmula, lo matemático son sólo las palabras “más” y “es igual”, debidamente ordenadas.

Pero esta estructura, propia del Universo, está por encima de la voluntad humana. Nos guste o no nos guste, tenemos que acatar la Lógica que es la Matemática.

Es una ley natural independiente en su origen de nosotros pero que está sobre nosotros. Incluso para contradecir la Lógica tendríamos que usar la Lógica.

¿Una ley natural gobierna nuestras vidas? ¿Es tan natural que de hecho todos la sabemos intuitivamente, sin necesidad de que nadie nos la explique?

Sí; esta ley natural nos lleva a lo que es bueno o es malo, porque podemos elegir entre hacer lo que sea lógico o no hacerlo.

Los humanos tenemos la experiencia de ser libres, porque tenemos que tomar decisiones. Nuestra libertad le da sentido o dirección a la ley natural porque la convierte en lo bueno o lo malo.

Primero. Es bueno lo lógico.

Segundo. Es malo lo absurdo.

Todos lo sentimos. Pero es difícil definir lo lógico y lo absurdo.

Requiere concreción:

Primero. Es bueno lo que ayuda a la vida humana.

Segundo. Es malo lo que daña la vida humana.

Ya tenemos con esto una multitud de hechos que se pueden definir como buenos o como malos.

Las necesidades y posibilidades básicas:

Viviendo libremente, como humanos, alimentarse, abrigarse, comunicarse, aprender y desarrollarse, es lo bueno.

Lo que impide o dificulta algo de esto es lo malo.

Comprobación:

Para saber si ésta es una ley natural, “grabada en el corazón de todos los hombres”, piénsese si los padres y madres de cualquier lugar del mundo piensan así o no respecto a sus hijos.

En un nivel superior de abstracción, es bueno lo que supera la maldad que estorba la vida: liberarse de la opresión, curar un daño...

También todos los hombres, incluso los malvados, saben que la realidad es ésta.

Es precisa una abstracción mayor cuando la opresión no es evidente; pero la norma a aplicar es de derecho natural cuando deriva de los principios anteriores: aquí se sitúa la liberación de homosexuales y transexuales.

No dañamos a otros (principio que excluye el mal)

¿Nos dañamos a nosotros mismos, al no procrear u operarnos?

No, si se tiene en cuenta que la vida humana es un equilibrio dirigido por la conciencia, a la que corresponde la primacía. Nuestra orientación o nuestra identidad son hechos de conciencia a los que les corresponde la primacía en nuestro equilibrio.

De la conformidad con el derecho natural, anterior a nuestra voluntad, depende la legitimidad de las leyes que establecemos voluntariamente los hombres. Por tanto, nuestra Ley de Identidad de Género será imperfecta, pero es legítima.

¿Es legítima, conforme a la ley natural, la Ley del Matrimonio Homosexual?

Aplicándole el mismo criterio, resulta:

No daña a nadie.

Beneficia a quienes desean contraerlo.

Luego es legítima.

La búsqueda de la propia orientación o la propia identidad descubre que están llenas de matices. Sólo cada cual puede llegar a conocerlas con precisión, libres de los estereotipos que se plantean desde fuera.

El derecho natural manda respetar la verdad, que es la correspondencia entre lo que es, lo que pienso y lo que hago.

En otro caso, me encontraría en el error, que me hace daño a mí y a los demás.

Por tanto, es de derecho natural que yo deba buscar mi verdad personal en cuanto a mi orientación o mi identidad, y que una vez encontrada, ésta deba ser respetada por las demás personas.

lunes, septiembre 13, 2010

SS + IVA

Por Kim Pérez


Publicado en CarlaAntonelli.com el 5 de septiembre de 2010


No todas; lo diré en honor de muchas buenas amigas; pero un sector de feministas ha caído en lo más primitivo que suelen caer algunas mujeres: un nuevo puritanismo, una beatería, una gazmoñería, una sexofobia de la que están siendo víctimas numerosos mujeres biológicas y transexuales: las que realizan el trabajo sexual.

Las palabras que he empleado muestran cuál puede ser la opinión general, el juicio de nuestra cultura de fondo sobre esas posiciones: puritanas, beatas, gazmoñas. Las pongo aquí y las repito para situarme en el terreno de la realidad y esperar que haya quien lo pueda ver y hasta quien se arrepienta de tanta exageración.

Es preciso decir, enseguida, que no son todas las feministas, no lo son, las que están involucradas en esta cursilería dañina.

En España, están libres de ella mujeres como Cristina Garaizábal, que hace tiempo que viene trabajando por los intereses de las prostitutas en la asociación Hetaira, incluyendo a las prostitutas transexuales.

No sé, de un sector y otro, cuáles serán las mayoritarias; pero sí puedo decir que las puritanas son las que están en el poder en este momento, bajo el calificativo de “abolicionistas”. Y sus aliados son inquietantes: las patrullas de vecinos.

Hago una llamada al sentido común. ¿Se puede abolir la prostitución? O dicho de otra manera, ¿se puede abolir el sexo?

El sexo en el que se integran parejas felices e individuos más o menos ansiosos de sexo, que tienen que pagarlo porque si no, no lo tendrían, así de sencillo. Supongamos que, con la más antigua y la más represiva de las mentalidades, se decreta que esta segunda forma de sexo es ilegal. Habrá multas, ¿pero se impedirá? ¿O simplemente se lo hará clandestino, añadiéndole toneladas de marginalidad?

Los puritanos de América ya consiguieron un éxito histórico, ante un deseo un poco menos fuerte que el sexual: el del alcohol.

Promulgaron una Ley Seca, una ley abolicionista del alcohol, y supongo que creyeron haber triunfado. Pero lo que consiguieron fue la creación de garitos con mirilla y contraseña, el desarrollo de un negocio clandestino del alcohol, el alimento para los gangs y los gángsteres, que lo vieron llegar como un maná.

A los pocos años, fue la Ley Seca la abolida.

¿Hay dudas de que si en España se ponen leyes contra la prostitución, se impide su publicidad legal, se la expulsa hacia los polígonos más invisibles, se llega a multar a las prostitutas o a los usuarios, etcétera, se están alimentando esas mafias clandestinas, endureciendo a esos proxenetas, dificultando la vida personal de las propias prostitutas, su normalidad, su buena integración social, sus amistades, su capacidad de regular sus propias vidas racionalmente?

El pretexto que se aduce para ilegalizar la prostitución es que es un ataque contra la dignidad y la libertad de la mujer.

Respecto a lo primero, dejen que cada cual defina su dignidad, y sus razones, y ustedes no se pongan a definir dignidades ajenas, porque puede ser que sus razones no sean las mismas que las de cada prostituta.

Respecto a lo segundo, alegan la existencia de un proxenetismo y unas mafias de proxenetas. Pero es como si, para imponer una ley seca, se alegara el alcoholismo. Prostitución y proxenetismo son dos realidades distintas, lo mismo que alcohol y alcoholismo. El proxenetismo y el alcoholismo son dos peligros relacionados con la prostitución y el alcohol, pero es perfectamente posible y frecuente ser prostituta y no caer en manos de proxenetas, o beberse unas cañas y no caer en el alcoholismo.

El proxenetismo, la trata de mujeres, deben ser ilegales, penalizadas, castigadas. Eso es lo que ataca la libertad de las mujeres; y ya está castigado por nuestra ley.

Pero algo falta; algo hace que en nuestra sociedad la prostitución siga siendo una realidad precaria y marginal, primitiva.

Hoy por hoy es libre, pero el trabajo sexual sigue haciéndose en condiciones distintas a las de otros trabajos, que favorecen que el Estado se desentienda o sólo haga caso a las represoras.

¿Cuál es la solución? La legalización definitiva y valiente de la prostitución.

La fórmula de esta legalización es muy simple: SS + IVA.

Para explicarla también sencillamente: todos los derechos de la seguridad social, en un régimen comparable al de los autónomos, gracias a haber pagado los impuestos correspondientes.

Y vigilancia contra el proxenetismo

Llamémoslo "Experiencia de la Vida Real"


Por Kim Pérez


Publicado en CarlaAntonelli.com el 23 de agosto de 2010




Pasar a la vida social como mujer es lo más difícil para una mujer transexual. Mucho más difícil que la cirugía.

Por eso, la “experiencia de la vida real” o EVR, como se la llama en las Unidades de “Trastornos” de Identidad de Género es la más difícil de las pruebas que hay que pasar, no la más sencilla, no la más elemental.

La más difícil. Mucho más que la cirugía, porque ésta al fin y al cabo es en la práctica un trámite privado que transcurre entre la usuaria (voy a hablar de las trans) y un reducido equipo, especializado y familiarizado con la cuestión, que te va a cuidar y ayudar.

La experiencia de la vida real es el gran salto social.

El salto desde un trampolín a la piscina, confiando en que tenga agua. Pasar de ser considerada como un varón, por todos, a esperar que te consideren mujer, y que te consideren todos.

No se puede minimizar la dificultad de ese tránsito. Hace falta ser trans y haberlo pasado para saberlo. Señores y señoras psicólogos de las U “T” IG, ustedes no pueden saberlo, sólo por no ser trans, por no haberlo pasado personalmente.

Los psicólogos no pueden ser jueces de los angustiosos esfuerzos de las trans para darlo, sin haber salido a la calle con nosotras, ni decidir que es una prueba “sine que non” para seguir adelante.

Mucho menos para obligar a que se dé al principio de todo, cuando muchas veces debería ser al final, cuando puede ser que la mujer trans no se haya depilado la cara, ni haya eliminado hábitos de gestos o modales masculinos, de cuando el objetivo era el contrario, que no se me note lo que soy.

Muchas personas trans somos tímidas, y tenemos que seguir un lento proceso interior de representación mental de lo que vamos a hacer, prepararnos, decidirnos, arrojarnos a la piscina, a la una, a las dos, a las dos y media, a las tres menos cuarto...

Y además vivimos en una época en la que existe la ropa unisex!

Muchas mujeres biológicas visten indistinguiblemente de los varones, pantalones, jerseys, camisetas, pelo rapado... ¿Por qué nosotras deberíamos vestir como las mujeres más conservadoras?

Los psicólogos han estudiado Psicología, pero no asesoramiento de imagen. No están capacitados -¿lo está alguien?; pero desde luego, ellos no- para dictaminar sobre la estética del vestido; no pueden condicionar nuestra vida, tomar sus decisiones pretendidamente soberanas sobre nuestra vida, sobre la base de que a ellos les parezca suficientemente femenino o no nuestro estilo.

Una amiga había elegido, y le va muy bien, el estilo “pin up”, provocativo, seductor. Coletas casi de niña, labios muy pintados, pantaloncitos cortos que dejan ver sus espléndidos muslos...

Pues bien, el estilo paternalista inducido por los actuales protocolos llevó a una médica de una U “T” IG a permitirse regañarle sobre su forma de vestir.

¿Con qué paciente haría otro tanto?

Pero mi amiga, rápida de lengua, le respondió lo de “creía que usted era una médica, no una asesora de imagen”.

Lo que podría tener gracia, si nuestro destino en algo tan fundamental no estuviera comprometido por esas extralimitaciones profesionales.

Hay unas trans que tienen la inmensa suerte de parecer lo que son. Una amiguilla mía, muy joven, es modelo de pasarela y desfila, guapísima, entre una fila de chicas guapísimas, literalmente igual que ellas; el mismo tipo de cara, de maquillaje, de silueta, de manera de andar, de estatura...

Las demás tenemos que arreglarnos como podemos y darnos por contentas si, a veces, medio pasamos.

A mí, a veces, algunas personas (una gitana en la Alhambra, vendiendo romero, una chica en el Corte Inglés) se me han dirigido como si fuera una guiri, por lo grandota (1’87, talla de baloncestista femenina)

Eso son mis trofeos, mis memorias de guerra. La voz suele terminar de fastidiarlo. Pero en fin, estoy acostumbrada.

¿Puede ser lo primero, requisito ineludible, dar el salto social?

¿Puede medirse lo que significa arriesgar la subsistencia de la propia familia?

¿O la del puesto de trabajo?

¿Se puede minimizar todo eso, con un pretexto como “quien algo quiere, algo le cuesta”, pero condicionando el llamado “diagnóstico” a que se sigan las instrucciones del psicólogo?

¿O ignorar que, “hecha la ley, hecha la trampa”, y que la propia usuaria trans, desesperada, puede vestirse convencionalmente de mujer para ir a la U “T” IG, incluso en casa de una amiga, y desvestirse en cuanto termina la sesión?

¡A dónde conduce un indebido autoritarismo psicológico, los protocolos en régimen de autorización actualmente vigentes!

¿Se puede forzar a una persona a que, sin que ella misma estudie “su” terreno y tome “sus” decisiones, se arriesgue, por no haber podido practicar suficientemente con su imagen, a pasar de ser una persona respetable a ser un pimpampúm de risas y comentarios por llevar una ropa inadecuada?

Yo siempre acabo hablando de mí, pero es que tuve a mi manera mi propia experiencia de la vida real; tuve que estudiar por mí misma, literalmente, hasta donde podía llegar y hasta dónde no. Y pasé una época de pimpampúm. Me asombro, y no me río, porque me duele, al ver algunas fotos.

Tenía que salvar mi trabajo como profesora cincuentona, el respeto de mis alumnos.

Estuve durante quizá un año vistiendo de chándal, lo más unisex que se me ocurrió, completándolo con algo de maquillaje, un collarito, alguna cosilla. Creyendo que iba bien: no iba bien.

Pregunto: ¿Habría eso sido considerado suficiente por una U “T” IG, seis años antes de que, por mi acción, se fundara la primera U “T” IG?

Por mi estatura, por mi voz, me parecía imposible dar un paso más. ¡Me costaba un mundo! Sufría comentarios de la gente a mi paso, en voz alta, unos con burla, otros con compasión.

¡Aguantaba sólo por el ansia de cambiar! Pero pude, poco a poco, muy poco a poco, encontrar un estilo discreto, el mío, que me iba bien y ante el que la gente parecía no reaccionar.

Era y es muy sutil; colores; líneas; estilos; todo experimentado muy poco a poco, mirando a quienes me miraban, ideando, cambiando. Un auténtico estilismo, muy femenino por cierto, muy paciente.

Fue un año después de haberme operado cuando me decidí a usar falda, en octubre de 1996, al volver a clase.

¿Podría eso sustituirse por un "ya", "a la orden" del psicólogo, lanzarse al agua de golpe, porque es la condición para seguir, para complacer sus requerimientos personales, sus gustos estéticos, y arriesgando incluso que parezcan un fracaso en la "prueba de la vida real" todos los estropicios y las angustias que una tenga que soportar, ya, por complacer al psicólogo?

Y, como fondo, en todas las preocupaciones de mi transición, había un dato a mi favor que no tiene que ver con mi condición de mujer transexual: que mi puesto de trabajo era mío, dato importantísimo para justificar mi seguridad.

¿Y si no lo hubiera sido? Simplemente, con una hipoteca y mi anciana madre a mi cargo, no hubiera podido.

Mi transexualidad hubiera sido exactamente la misma, pero si yo hubiera trabajado por ejemplo en un colegio privado, no hubiera podido ponerme falda, ni pasar de los chándales.

Y ahora, lo mismo. No se puede minusvalorar el miedo al paro, ni decretar que sea señal de que no se es “una verdadera transexual”.

Para este estado de cosas tan lamentable están contadas las horas, desde que el Gobierno ha decidido sumarse al movimiento de despatologización de la transexualidad, de autonomía transexual, se puede llamar.

Pero las guerras no acaban con la intención de firmar la paz, sino hasta que no se pega el último tiro.

Mientras, seguirá habiendo en España y en otros países personas amenazadas por este tiroteo.

Por eso escribo estas líneas, para los psicólogos de las U “T” IG que tengan conciencia. ¡Disparen ustedes alto, al aire, no al cuerpo, por favor! ¡La guerra ya está decidida!

Déjennos que las trans vivamos tranquilamente y sean nuestros consejeros, no nuestros jueces tan temidos.

Sexuación



Por Kim Pérez


Publicado en CarlaAntonelli.com el 16 de agosto de 2010


Este estudio de la sexuación humana es biologicista. Es verdad que existen otras dimensiones de la misma que son sociologistas o culturalistas o psicologistas, pero hay un orden en todo ello en que lo primero es la biología y los segundo lo social o cultural o mental, esto ya no sé decir en qué orden. Por encima de lo que querríamos que fuera, pero no es, la biología es bioquímica y la química ya sabemos el poder que tiene sobre nuestra vida: una simple pastilla nos mata o nos revive, nos hace delirar o nos estabiliza.

Los humanos, como lo mamíferos, empezamos nuestra existencia manifestando una anatomía muy uniforme, en la que aparecen estructuras comunes a todos como un órgano clitorideo y unas glándulas mamarias, sólo diferenciada por la existencia de grupos cromosómicos XX, XY u otros.

La presencia de uno o varios cromosomas Y determina un flujo de andrógenos que masculiniza al ser en formación, desarrollando el órgano clitorideo hasta convertirlo en pene, dejando las glándulas mamarias en su estado germinal y configurando el cerebro de una manera diferenciada que generará una conducta y una sexualidad igualmente diferenciadas..

Este flujo no tiene valores exactamente prefijados, sino que tiende a unos valores medios que pueden ser individualmente menores o mayores, hecho que puede ser denominado hipo- o hiperandrogenia XY.

También las personas XX experimentan flujos de andrógenos, procedentes de las cápsulas suprarrenales que, en una escala distinta a la de las personas XY, pueden ser también menores o mayores, en una hipo- o hiperandrogenia XX que, en sus valores más altos, puede alcanzar los niveles bajos de las personas XY.

Por tanto, los resultados del flujo de andrógenos en la gestación generan lo que en términos matemáticos se llama un conjunto difuso caracterizado porque sus elementos (cada uno de nosotros) se identifican por un “más o menos” de la propiedad que lo forma (en este caso, la androgenización) y no como un “sí o no”, con el que se forman otros conjuntos que son cerrados, no difusos.

No es el único conjunto difuso en que nos agrupamos los seres humanos; otro puede ser el de la estatura; o el de la fuerza física; o el de la inteligencia; o el de la belleza; o el de la generosidad; todos ellos caracterizados por ese “más o menos” de lo difuso, que estadísticamente da lugar a medias, medianas y modas. Precisaré también que “más o menos” no es “mejor o peor”, sino más o menos de una cualidad determinada, que puede ser “menos o más” de otra.

El conjunto difuso de la androgenización genera dos modas que son las personas con niveles más bajos y las personas con niveles más altos en andrógenos, llamadas en el lenguaje común “mujeres” y “varones”, que pueden interactuar en la reproducción sexuada.

¿Hay por tanto mujeres y hombres? Es evidente. ¿Puede haber mujeres y hombres que lo seamos desde dentro, independientemente de nuestra apariencia? Sabemos que sí. ¿Puede haber personas que no se identifiquen ni con los hombres ni con las mujeres? También, porque estas mismas personas lo dicen y sabrán por qué. Voy a explicar todo esto.

Recuérdese que, dentro de la gama de valores numéricos que constituye ese binario, existen en los dos casos hipo- e hiperandrogenias relativas, de modo que mujeres y varones no tienen valores de andrógenos homogéneos, sino caracterizados por el “más o menos” difuso.

Como la androgenización actúa sobre la configuración del órgano clitorideo, la distinción de las gónadas, el desarrollo de las mamas y la forma del cerebro, las diferencias del flujo de andrógenos pueden generar distintos grados de diferenciación sexual, todo ellos derivados del “más o menos” androgénico.

Todos corresponden por tanto a una intersexualidad difusa, un “más o menos” que los separa del binario mayoritario y también difuso. Esta intersexualidad puede manifestarse en particular en la intersexualidad fenotípica o perceptible a simple vista (a la que hasta ahora se ha reservado este nombre) y en otras que requieren estudios anatómicos más profundos. Muchas veces la intersexualidad se puede definir como desarrollos segmentados de ciertos órganos, masculinizados unos y no masculinizados otros.

Esta diferenciación sectorial puede darse también en el cerebro, cuya masculinización o no masculinización puede ser independiente de la del resto del cuerpo, puesto que ésta sobreviene en un flujo que tiene lugar hacia la cuarta semana de vida, mientras que la del cerebro se produce mediante un flujo especial hacia la octava, flujos que se dan todos dentro del más o menos de lo difuso.

La no-masculinización o la masculinización del cerebro, o sus rasgos intermedios, tienen máxima importancia puesto que de ella depende el concepto de nosotros mismos o identidad y nuestra conducta sexuada, muy en particular la sexualidad o conducta relacionada con la unión sexual misma.

Puede verse que las transexualidades, en sus distintas manifestaciones (transgenitalidad, transgenericidad, transvestismo) son hechos de identidad o autoentendimiento derivados de una diferenciación sectorial del cerebro, lo mismo que algunas homosexualidades, la feminizante XY o la masculinizante XX.

La importancia de los hechos sexuados cerebrales es que son los más específicamente humanos puesto que constituyen nuestra consciencia. Lo mismo que yo me veo existir como persona pero no tengo consciencia directa del funcionamiento de mis órganos por separado, se puede decir que tengo una consciencia de mi sexo cerebral diferenciada y más fuerte, intensa e íntima que la del funcionamiento de los órganos genitales, que pueden llegar a ser entendidos como ajenos. Así puedo decir legítimamente que soy mujer o soy hombre o soy ambiguo independientemente de lo que el resto –pero sólo el resto- de mi cuerpo afirme.

Lo mismo que no se puede apreciar que sea “malo o bueno” ser hombre o mujer, tampoco estas diferencias son “sanas o enfermas”, en cuanto que la persona que las experimenta puede vivir establemente e incluso reproducirse.

Se puede observar que las diferencias de “más o menos” en la sexuación corresponden todas a la variabilidad natural, presente incluso dentro del binario mayoritario, y que puede extenderse hasta fuera del binario. Muchas veces, se puede observar que estas diferencias son claramente útiles para la especie: mientras que la hiperandrogenia XY es útil a efectos de defensa física –agresividad, fortaleza-, los valores intermedios o la hipoandrogenia XY son más útiles para el desarrollo de la abstracción. Mientras la hipoandrogenia XX favorece el cuidado de los niños –maternalidad-, la hiperandrogenia XX desarrolla también la asertividad y la abstracción.