domingo, marzo 27, 2011

Artículos sobre Teoría de Conjuntos Difusos de Sexogénero ( II )




ÉTICA RACIONAL E INTERTRANSEXUALIDAD



Por Kim Pérez



Publicado en http://CarlaAntonelli.com el 7 de marzo de 2011

Todos estos artículos están bajo una licencia Creative Commons: Se pueden reproducir libremente, mencionando el nombre de la autora





He considerado en las Matemáticas el ser de las formas que inspiran las formas materiales, pero tengo que ir más allá de las formas estáticas y considerar también el debe-ser o el hacer: la Ética.


La Ética tiene que centrarse en el conocimiento humano, porque es nuestra característica específica, nuestra vocación peculiar. Homo sapiens.


=El conocimiento humano parte de la memoria (análogo: la informática) Nuestra memoria parte de 0, se incrementa, y vuelve siempre a 0 (muerte corporal)

=La memoria se procesa. Una parte del procesamiento, por la comunicación, llega a ser memoria extracorporal.

=Somos seres vivos los procesadores, intuyentes y deseantes. El deseo del conocimiento es curiosidad, interés, voluntad de saber. Sin límites, todo. Por tanto, el procesamiento tiende a infinito. O, dicho de otra manera, un programa informático que lo recoja debe permanecer abierto.

=La tendencia al infinito parte de 0. El proceso de acumulación de conocimientos puede volver a 0 (destrucción planetaria) o llegar a infinito.

=Esta opción nos hace entrar en la Ética. Para el conocimiento hay un bien y un mal. El bien es todo lo que permita la acumulación del conocimiento. El mal es todo lo que lo impida o lo destruya. Este bien y este mal pueden darse en la vida personal o en la colectiva. El trabajo constante, el aprendizaje, el estudio son formas del bien, porque construyen conocimiento. La pereza, los vicios, la violencia, son formas del mal porque lo destruyen.


En el siglo V, la caída del Imperio Romano produjo una inmensa pérdida de conocimientos colectivos.


El odio es particularmente destructivo, porque es la pasión de la destrucción. La procreación, la sucesión de las generaciones, es buena porque permite proseguir en la acumulación del conocimiento.


Saber es poder sobre la naturaleza y buscar la salida del espaciotiempo y la materialidad que nos oprime; la salida del espaciotiempo siempre será retroactiva; la humanidad liberada salvará a toda la humanidad.


=El sufrimiento es el gran motor del ansia de liberación. O nos mata, o espolea nuestro espíritu, por lo menos en sus clamores. Nos hace ansiar conocimientos liberadores.

=En relación con el conocimiento, el sufrimiento es por tanto bueno.


= = =



La reflexión sobre las Matemáticas y la Ética puede centrarse en la intertransexualidad de esta manera:


=Es una condición natural, procedente de las dimensiones cuantitativas del No-binario de sexogénero.


Con otras palabras, es un grado de una variabilidad natural que se expresa de forma no-binaria, y que abarca, en más o menos, desde un atractor femenino (estadístico o “extraño”- argot matemático) a otro masculino (también estadístico o “extraño”) Ambos son abstracciones, no son seres materiales. Los seres materiales estamos todos más o menos cerca o lejos de estos atractores estadísticos. Cada persona, en su más o menos, presenta ventajas e inconvenientes. Dado que este No-binario se forma en relación con la androgenación mayor o menor del niño durante la gestación, es preciso entender la función de la testosterona, que las personas intertransexuales masculinizantes conocen muy bien:


=Aumenta la fuerza muscular

=la acometividad

=la rapidez de reflejos


Todo lo cual es útil defensivamente. Pero, por eso mismo


=Disminuye la reflexión

=la autoobservación

=la serenidad


Por otra parte, se ha observado empíricamente que mujeres cuya dotación de testosterona es 0 (cero), son


=Extremadamente maternales

=pero estériles


Esto nos indica que la variabilidad del No-binario de sexogénero es muy conveniente para la especie, puesto que en ella se funda la variedad de funciones que cumplimos en una vida social muy compleja como la nuestra.


Por tanto, al valorar el hecho de la intertransexualidad, nombre que damos a las personas que nos encontramos en la zona más intermedia entre los atractores, no es adecuada a la realidad ninguna patologización ni ninguna culpabilización por la realidad intertransexual en sí.


Estadísticamente muy pocas, nos corresponden ventajas e inconvenientes propios, como a todas las demás posiciones.


Entre las primeras, que no han sido todavía estudiadas científicamente, figura probablemente una relación singular entre ambos atractores, que no se puede caracterizar a veces como “medio hombre y medio mujer”, sino o bien como “masculina y femenina”, a la vez, o bien “enteramente intertransexual”.


Las capacidades para el entendimiento comprehensivo de lo humano, más allá de las diferencias entre lo masculino y lo femenino, y para la mediación entre ambos atractores, son grandes. A menudo, su ambigüedad resulta intuitivamente atractiva, e incluso fascinante, por lo inusual. El mayor inconveniente es que a menudo no conseguimos formar parejas ni procrear.


Las razones personales para el sí o el no son enormemente matizadas, de manera que no se pueden generalizar; pero sí se puede decir que nuestra distancia corporal o cerebral de la fusión heterosexual requiere superar considerables dificultades en este sentido.


Estas dificultades pueden ser origen de gran sufrimiento, tanto en quienes consiguen procrear como en quienes no. Pero ya he expuesto que el sufrimiento, en sí, no es malo, sino un estímulo o aliciente para buscar diversas salidas vitales.


Expresa nuestros límites; y debe ir acompañado por nuestra voluntad de superarlos, poniendo como límite matemático de esa tendencia sólo el infinito.



INTERTRANSEXUALIDAD



Por Kim Pérez


Publicado en http:/CarlaAntonelli.com el 14 de marzo de 2011


Hace dos semanas vengo usando la palabra “intertransexualidad”, pues cada vez me convenzo más de que el hecho intersexual y el transexual son la misma cosa, aunque sea práctico seguir usando las dos palabras por separado cuando nos refiramos a las dimensiones específicas de cada uno. Sin contar con que haya quien prefiera usarlas juntas; yo me considero muy “intertransexual”, por ejemplo. La intertransexualidad sabemos que se refiere a una configuración orgánica alejada de las más cercanas a los dos sexos abstractos, que en realidad son conceptos matemáticos, atractores estadísticos femenino y masculino (ver los Comentarios anteriores sobre este tema) La intersexualidad (sin aludir al hecho trans), se puede ver a simple vista o mediante la ayuda de instrumentos, y se puede diferenciar de la mayoritaria en el plano genético, o en el cromosómico, o en el gonadal, o en los conductos internos o externos, o en el fenotipo o apariencia corporal a simple vista... No se trata de una patología, sino de una muestra de la variabilidad de las formaciones vivas; puede ser aceptada socialmente sin problemas por las culturas que integran con naturalidad el No-binario o en cambio, no ser aceptada por las culturas binaristas de género, que no entienden que haya nada legítimo fuera del esquema hombre-mujer (masculino-femenino, ginéfilo-andrófila); con la desolación correspondiente. La transexualidad se entendió en principio como una actitud mental: “alma de mujer en un cuerpo de hombre encerrada”, pero también desde el principio hubo investigadores que buscaron las posibles razones corporales de esa alma de apariencia cruzada. Gilbert-Dreyfus, gran especialista francés, tuvo la intuición de incluirla entre las intersexualidades, aunque no supo explicar en qué consiste exactamente, desde el punto de vista orgánico. La hipótesis es completamente razonable: puesto que se puede demostrar que en animales y humanos una parte de la conducta sexual deriva de factores relacionados con el cerebro, se puede deducir que la sexualidad cruzada pueda derivar de factores cerebrales cruzados. Por tanto, si hablamos de cerebro, hablamos de cuerpo, y de una intersexualidad, aunque difícilmente identificable dado nuestro incompleto conocimiento de las funciones de las estructuras cerebrales. El siguiente paso era tratar de identificar esos factores. Ya ha habido algunos avances, como el conocido de Zhou, Hofman, Gooren y Swaab, el de Kruijver, el de Diamond y Hawk, pero insuficientes, dada la pequeñez de la población transexual y las dificultades de la investigación cerebral. = = = En esta situación de espera, una alternativa vino del campo de la política. La Perspectiva de Género no es una teoría científica, sino una posición política, práctica, generada en un sector del feminismo, que mantiene que la conducta sexual humana es enteramente (subrayo el “enteramente”) una construcción cultural y no una consecuencia biológica, con lo que tratan de modificar al cien por cien las conductas sexuales (de género) de mujeres y varones. En esta posición, y después de algunos vaivenes, encontraron muy representativa la transexualidad, que entendieron como una demostración de que personas “enteramente” masculinas podían vivir vidas “enteramente” de mujeres. Es decir, la biología (el sexo) podía ir por un lado, y la cultura (el género) por otro, por lo que éramos un ejemplo perfecto para las mujeres biológicas que afirmaban que “biology is not destiny” para emanciparse de una cultura que, en el otro extremo, mantenía un determinismo biologicista (más bien que biológico) asfixiante. Esta posición del generismo radical fue aceptada también por la corriente principal del movimiento gay, que temía fundadamente que cualquier atribución biológica de la homosexualidad diera sustento a los funestos intentos de curación que de hecho han herido tanto a tantas personas. Por tanto, durante muchos años, se ha desestimado políticamente más que científicamente la hipótesis de un origen biológico, intersexual, de la transexualidad. Y no ha sido sin motivo, aunque sí exageradamente. = = = Sin embargo, gradualmente, el No-binarismo de sexogénero, nacido también en el ámbito feminista, ha aportado la evidencia de una alternativa a la alternativa. Como sabemos, éste afirma que la realidad sexogenérica es naturalmente variable e incluso fluida. No hay un conjunto cerrado de “varones” y otro de “mujeres”, siendo todo lo demás patológico o antinatural, como se suponía desde los criterios binaristas. La naturaleza genera una variabilidad que va de lo más masculino a lo menos masculino o de lo más femenino a lo menos femenino –como todos sabemos en la práctica de sobra, pero no sabíamos que tuviera una razón teórica. En esta variabilidad, algunas personas se encuentran no más o menos cerca, sino en posiciones equidistantes de los dos atractores estadísticos. Todo ello es natural, y hasta conveniente para la especie. ¿Qué sería una humanidad formada sólo por varones hiperandrogénicos, acometedores, fuertes y relativamente brutos, y por mujeres muy hipoandrogénicas, tímidas y hogareñas, no habiendo nada en medio, cuando tenemos la convicción de que justamente en ese terreno intermedio florece la riqueza cultural, la ciencia y el arte? No; la verdad es que son naturales expresiones de sexogénero muy diferentes, no se puede definir dos únicos modelos que deban ser acatados por todos, deben ser valorados como expresiones diversas de la naturaleza. Las identidades son el reconocimiento y la aceptación de cada cual en su propio ser. En sentido propio, hay tantas identidades como seres humanos, aunque se observa también la presencia de unos atractores estadísticos masculino y femenino, a los que cada cual se acerca por razones de afinidad (por conciencia de su afinidad), aunque puede decidir también permanecer distante de ambos. Al movimiento feminista, la teoría no-binaria de sexogénero le dice que las personas identificadas como mujeres pueden fundar su autonomía de género, sin que nadie les imponga un “papel de mujer”, definido por otra persona, en que la realidad es que sólo cada cual puede definir su identidad y sus afinidades, puesto que sólo cada cual conoce o puede conocer exhaustivamente sus motivaciones. En cuanto a las personas identificadas como homosexuales, pueden justificar su rechazo a la imposición de una supuesta curación, en que sólo esa persona puede conocer y valorar exhaustivamente, matizadamente, su propia afectividad, que es, como todas, infinitamente matizada. Nadie tiene derecho a pretender conocer mejor una afectividad ajena, puesto que goza del fuero interno, de la subjetividad incomunicable. “Cuando canta para mí una mañana, una cama, sólo yo oigo esa canción”. = = = Todo este planteamiento modifica profundamente el entendimiento de las actuales Unidades de Identidad de Género, tan vitales para las personas intertransexuales. En primer lugar, todas las personas intertransexuales que llegan a ellas deben ser presupuestas como intertransexuales por el simple hecho de llegar, puesto que hay un principio de la comunicación humana por el que no es posible observar objetivamente la subjetividad ajena, y menos juzgarla, y puesto que cualquier identidad diferente de las mayoritarias puede ser considerada en principio natural. Los profesionales deben renunciar al concepto de “verdadero transexual” (o “no-verdadero transexual”) que las funda, y que les da supuestamente el derecho de decidir por ellos mismos cuál es la identidad de otra persona, y al hacerlo, decidir sobre su destino, su felicidad o infelicidad. Lo que los profesionales pueden tener en cuenta es que la intertransexualidad asume tantos matices como personas y que la persona concreta que llega a su consulta puede necesitar una clarificación de sus sentimientos. Todas las personas de nuestra cultura estamos más o menos impregnadas por nuestro binarismo cultural. Todas o casi todas diríamos que “si no soy hombre, seré mujer”, o si “no soy mujer, seré hombre”, viendo en nuestra imaginación uno de los dos atractores estadísticos. Uno de dos. Esto es el binarismo. Así lo ven también los profesionales, no menos impregnados de binarismo que nosotres (lo diré así), sino generalmente, más: “Si no eres hombre, tendrás que ser mujer”, o “si no eres mujer, tendrás que ser hombre” (sólo una de sólo dos posibilidades) Algunas personas intertransexuales dirán: “De acuerdo. Eso es justamente lo que pretendo. Mi identidad es de hombre” (O de mujer) Inequívocamente. Su identidad, su entendimiento de sí y su valoración de sí, está plenamente del lado de uno de los dos atractores. Esto sería posible de entender por una explicación biológica, cerebral, completable por una explicación biográfica, y perfectamente respetable y natural. Y otras personas intertransexuales diríamos que no, que por ejemplo no ser hombre no quiere decir ser mujer, sino otra cosa, que no tiene todavía ni nombre, ambiguo a algo así, o mujer, pero a mi manera (¡algo perfectamente lógico, frecuente y natural, de lo que entienden muchas mujeres!) Nos situaríamos en terrenos intermedios. Hemos dicho que las identidades son conceptos y valoraciones, y para que se formen es preciso disponer de esos conceptos y valoraciones conceptuales. Si no se dispone de ello, una cultura binarista, falsa, genera conceptuaciones terribles: “¿pero qué soy yo?”; “¡no sé lo que soy!”, sentimientos de culpa, de vergüenza, conflictos familiares, desastres laborales, oscilaciones de un extremo a otro, vacilaciones, arrepentimientos, contraarrepentimientos, dolor a chorros, y no producido por la condición intertransexual, que es natural, sino por el binarismo, que no la entiende. Esto es lo que en el futuro harán los profesionales de las Unidades de Género: aclarar a las personas que las usen la realidad del no-binario de sexogénero, las diferencias de planteamiento con la ideología del binarismo que todavía estamos sufriendo. La función esencial de los psicólogos será dialogar con les usuaries y aclarar sus conceptos si no los tuvieran claros. Les podrán hacer distinguir entre disforia de género y disforia de genitales, como entidades distintas, muchas veces juntas pero otras muchas, alternativas, de manera que una puede excluir la otra, sin que signifiquen por sí solas mayor o menor feminidad o masculinidad (muchas veces, paradójicamente, es al contrario) Les podrán explicar que sólo en la disforia de genitales está indicada la operación de genitales. Pero, a diferencia de lo que sucede ahora, les harán ver que su asistencia proseguirá aun cuando decidan no hacer la operación de genitales. (Ahora mismo las Unidades están concebidas com criterios muy simples y ya arcaicos: un binarismo hombre-mujer (y nada más) y un itinerario con tres únicas estaciones: autorización psicológica, hormonación y cirugía) Pero la asistencia sigue siendo necesaria como consulta psicológica, libremente solicitada (no como, ay, intromisión, como es ahora), como supervisión endocrinológica, como atención a cirugías plásticas que mejoren la inserción personal... Esta asistencia, con vistas a un consentimiento informado, puede ser incluso prevista como temporalmente necesaria para las cirugías de genitales, pero dejando clara a la persona usuaria desde el primer momento que la decisión final, suficientemente informada, será suya, y sólo puede y debe ser suya, que deberá asumir incluso el derecho de equivocarse por sí misma. ¡La negación de cualquier tutela! ¡El dejarme que yo me conozca a mí mismo y decida por mí! Con el consejo ilustrado ajeno, que agradeceré, pero por mí. No sé cómo será, en el futuro, la experiencia colectiva y generalizada del No-binario de sexogénero. Al ser todas las experiencias de nuestras identidades fluidas y libres, no será traumático. Al no ser traumático desde nuestra niñez, al haber podido expresarnos siempre con naturalidad, quizá consideremos todo nuestro ser con su compleja naturalidad, viendo que se inserta con fluidez en el continuo No-binario. Esto puede hacer incluso, no lo sé, que en muchas historias, la fluidez de las identidades y los reconocimientos culturales no haga necesaria la cirugía, o la vea sustituible por un proceso de células madres que haga posible incluso nuestra maternidad o paternidad cruzadas, o cualquiera de las maravillosas sorpresas que podemos esperar.

miércoles, marzo 09, 2011

Mi Religión: el Uno






Una tarde, sentado en el suelo del comedor al despachillo de mi padre, con unos nueve años, jugando con la tartana y su mulico de lata, deseé fuertemente tener un juguete en el que pudiera poner toda mi atención, sin dispersarla en muchos, y que valiera por todos. Me puse a buscarlo mentalmente, sabiendo que no lo encontraría, y estuve así varios días.

Deseé el Uno, lo que lo une todo, que sé ahora que tiene que existir para que todo lo que digamos de la realidad sea coherente. La búsqueda de la Teoría Única de la Física, que supere las incoherencias aparentes entre la Teoría de la Relatividad y la Cuántica, se encuadra en este Deseo del Uno, de la coherencia, que llega a ser el deseo de ver la propia coherencia.

(No trato de hacer una Teoría del Uno; el Uno es anterior a toda Teoría, es lo que hace posible la Teoría: argumento ontológico en el que se pasa del pensamiento especulativo a la consideración de la práctica)

Dada la relación entre la Matemática y la Física, es el Límite o Atractor Estadístico Universal. Existe en la dimensión exacta e inmutable o eterna de las Matemáricas.

Pero si es el Uno, es el Atractor Absoluto, más allá de todas las distinciones y todas las dimensiones. Está más allá del colapso del tiempo o singularidad que precede al Big Bang.

Si es el Atractor Absoluto, todo lo demás le es relativo. Yo soy relativo a ese Atractor Absoluto.

Si yo le soy relativo, hay para mí un bien y un mal.

Mi bien es acercarme al Atractor Absoluto, mi mal es alejarme.

Puesto que soy prioritariamente una consciencia, mi bien es tener cada vez mayor consciencia del Atractor Absoluto y mi mal, perderla.

Como yo soy consciencia, el Atractor Absoluto será más que consciencia, y a la vez menos que consciencia.

Como consciencia, será consciencia de todo. "El que todo lo ve". El que a todas las consciencias atrae, incluso a la sufrientes y desesperadas, y a éstas más que a otras.


No soy la única persona que ha sentido el deseo del Uno lo sintieron los hebreos históricamente, pasando de la adoración de muchos númenes a la de Uno, el Dios.

Pero yo lo sentí independientemente, por mi cuenta, jugando. Es decir, cualquier persona lo puede sentir por sí misma.

Y no conviene estudiar esta historia prioritariamente desde sus textos arcaicos, que llevan al dogmatismo y la confusión, sino siempre desde el análisis filosófico y racional, fresco y directo, de la realidad.

Pero si no hubiera sido por el desarrollo de este sentimiento en las religiones monoteístas, en mí se hubiera quedado en una aspiración vaga, apoyada casi sólo en ese recuerdo de niñez, que me sorprendería, pero que casi no sabría llevar más allá en algunas intuiciones más sutiles como la del amor divino, o la de que la presencia universal sea consciencia universal

lunes, marzo 07, 2011

Ética futura




Deduzco de la Matemática una ética, en la estela de Pitágoras. La filosofía es la alternativa racional a la moral religiosa, que puede realimentarse de ella o seguir un itinerario propio y exento.

Europa, España, en 2011, han llegado a un dualismo extremo, en el que la moral religiosa ha quedado sola frente a la amoralidad laica, que gravita únicamente hacia los mecanicismos del placer y el poder.

La genealogía de esta cultura se puede situar desde los alrededores de 1960, cuando surgió la contracultura, diferente de las antiguas culturas de derecha e izquierda. “On the road”, Elvis Presley y los Beatles, la “flowers culture” o cultura hippy, las sex-pol, Mayo del 68, el ecologismo, etcétera

La diferencia entre esa cultura y la anterior se dibujó en las conciencias de aquel momento como una línea nítida.

Cincuenta años después, la cultura de la transgresión y el placer ha sustituido de hecho a la cultura de izquierda. En España, Zapatero compatibiliza el neoliberalismo económico de fondo con un barniz de “progresismo” arraigado en el 68.

¿Esta historia es un fenómeno superestructural, inconsciente, surgido de nuevas relaciones de producción, que aflorarían en aquellos años?

Esta hipótesis de una cultura de masas, vinculada al Estado de bienestar y al final de las antiguas relaciones de la clase obrera en las naciones de vanguardia, corresponde ciertamente a una realidad social profunda, infraestructural, lo que explica su perduración a lo largo de este medio siglo.

Sin embargo, Daniel Estulin ofrece una explicación que no tiene que ser contraria, sino complementaria: un apoyo consistente a la nueva cultura pudo proceder de los órganos de poder económico de nuestras sociedades, interesados en apartar a la mayoría de los ciudadanos jóvenes de una verdadera lucha política que pudiera llegar a ser revolucionaria o perturbar por lo menos las estructuras de la sociedad.

¿Pretendían poderes como Skull and Bones, Bilderberg o los niveles más altos de la Masonería Regular distraer a los ciudadanos jóvenes de la participación política, con el fin de asegurarse sin demasiadas interferencias la victoria en la Guerra Fría?

Si era eso lo que pretendían, se ha conseguido. Lo que en nuestra cultura radical se llama “transgresión”, no deja de ser simple retórica y estética, minada además por la drogadicción, el alcohol y la obsesión sexual de los “combatientes”. Pero, sea por intención deliberada de esos poderes, o por una mera deriva inconsciente, la contracultura ha sido y es en gran medida corruptora.

Una nueva conciencia ética es ahora posible y necesaria. Millones de personas jóvenes han perecido en la amoralidad de este cincuentenio.

Ahora tenemos, además, señales de que está produciéndose un nuevo cambio infraestructural. La generalización de la técnica informática y las telecomunicaciones, la profunda crisis económica de las naciones hasta ahora de vanguardia, la arrolladora emergencia de China y la India, el despertar popular de los árabes, están produciendo una nueva cultura de masas, de un nuevo equilibrio socioeconómico que está todavía por definir.

Ciertos otros indicios (“el conservadurismo de los jóvenes”) harían ver en realidad una actitud crítica frente a la moda permisivista de nuestra generación, la de sus padres. Los terremotos políticos van a ser desconcertantes. En esta situación, o no hay una ética nueva, y simplemente se acude a la moral tradicional para colmar el vacío, o hay una ética racional, válida para todos, tan arraigada en la historia de la filosofía como abierta a las nuevas dimensiones de una sociedad que conoce la física cuántica y la salida al espacio exterior.


En particular me interesa muchísimo la aplicación de la ética a las personas intertransexuales y a las homosexuales, para garantizar que la oleada de las nuevas actitudes no nos devuelva a la clandestinidad en la que hemos vivido durante milenios.

Esto se conseguirá en la medida en que la nueva racionalidad sea respetuosa de nuestra realidad, y nuestra realidad sea respetuosa de la racionalidad. Éste querría que fuera mi trabajo.

Artículos sobre Teoría de Conjuntos Difusos de Sexogénero ( I )

Por Kim Pérez




(Licencia Creative Commons. Se puede difundir libremente haciendo constar el nombre de la autora)




FUNDAMENTOS MATEMÁTICOS



Anoche, viernes, [25 de febrero de 2011], estaba redactando de nuevo este texto [que recoge el centro de mi pensamiento desde hace más de veinticinco años, me parece] , cuando pensé que podía enviarlo al Diario Digital Transexual [http://CarlaAntonelli.com] Quienes no estén especializados en estas cuestiones, tendrán que leerlo despacio; pero confío en que se entienda por todos los que quieran leerlo.

En el siglo XXI, estudio Matemáticas.


En el siglo XXI, estudio Matemáticas (o hago teoría de las Matemáticas: reflexiono sobre lo que son las Matemáticas en relación con el resto de la realidad)

Son una actividad lógica; lógica quiere decir que se puede hablar de ellas coherentemente, consistentemente.

La coherencia o consistencia constituye el centro de la actividad mental que se construye sobre la suposición de que la realidad sobre la que se aplica es igualmente coherente o consistente: si no lo fuera, no podríamos hablar coherentemente.

El postulado de la coherencia es también el del sentido; todo debe de tener sentido, puesto que podemos hablar de ello coherentemente.

Y la coherencia crea un sistema único, pues cualquier incoherencia del sistema equivaldría a la dispersión de la realidad y haría imposible un discurso unificado; la ciencia abre el cuadro racional del Uno teísta.

El mayor grado de coherencia en el conocimiento subjetivo se da en las Matemáticas.

Me pregunto sobre si las Matemáticas están
=fuera de mi mente (clásicas)
=o dentro (constructivistas)

Veo, empíricamente, mirando la Naturaleza, que

=1. Las abejas trazan hexagonoides (para ahorrar cera)
=2. Los astros son esferoides (por la gravedad)
=3. Aquí y allá se observa una tendencia al número de oro o “divina proporción” (especialmente en formas vegetales)

(Un grupo de la Real Sociedad Matemática Española ha presentado en Cosmocaixa una exposición en la que exponen la forma de la ecuación (X2 + y2 +z2)2 = X2 +y2, que es la de una manzana perfecta, y la de X2 +z2 = y3 (1 – y), que es la de un limón arquetípico (El Semanal, 27 de febrero de 2011). Por supuesto, esas líneas pensables pero no visibles, exactas, no pueden coincidir con las irregularidades o rugosidades de las frutas materiales, que se acercan a ellas sin llegar a ellas)

Concluyo:

Las Matemáticas clásicas (cuyas relaciones son exactas) definen unos límites o atractores a los que tiende la materia, sin llegar a ellos (Veo el parecido de esta idea con Platón)

Como todo ello sucede desde antes de que hubiera humanos, las Matemáticas están fuera de la mente humana y organizan o gobiernan las formas de la materia.

Pero quedan unos márgenes o diferencias entre las formas materiales y las formas matemáticas exactas.

Si los seres materiales (como los humanos) fuéramos matemáticos exactamente, todos seríamos

=iguales
=invariables
=eternos

Lo que no es el caso.

Este margen objetivo entre Matemáticas exactas y materia se descubre también en el estudio de la abstracción subjetiva o razonamiento.

Formamos nuestros conceptos

=hallando lo que hay de común entre realidades distintas y
=dándole nombre.

Por tanto, lo que no hay de común, lo único, lo que nos hace únicos, lo singular, lo no-matemático-exacto de cada realidad material, es

=inconceptuable
=pero accesible a la intuición, que empíricamente sabemos que ve su unicidad; la intuición es la clase de pensamiento o representación que se practica en el arte y el amor o el odio.

(El margen de inconceptuable y no matematizable exactamente es lo que funda las diferencias humanas y, entre ellas, la intertransexualidad o la homosexualidad)

Profundizo:

Newton elaboró la fórmula matemática-exacta de la ley de la gravedad.

De acuerdo con lo anterior, se podría haber predicho

=que la realidad material de la gravedad se acercará a esas relaciones matemáticas exactas, pero nunca llegará a ellas;
= y esto es lo que la experimentación empírica comprueba constantemente.

(Lo mismo se puede decir de Einstein: a partir de deducciones matemáticas exactas, sobre el papel, dedujo que en las grandes distancias rige una geometría no euclidiana, pero la investigación comprueba que no es ni puede ser de manera exacta)

Por tanto,

=los seres materiales tienden a la perfección matemática exacta de sus formas
=que no llegan a ella, porque dejarían de ser materiales, convirtiéndose en teoremas.

Ésta es la justificación de nuestra existencia individual, como seres distintos de la perfección racional, pero que tendemos a ella.

También esto ocurre en nuestras relaciones: esto explica la diferencia entre la justicia material y posible y la justicia perfecta o exacta o imposible.

Esta distancia insalvable entre las Matemáticas (exactas) y la materia hace pensar que las Matemáticas (exactas) no son de este mundo material; que no sólo están fuera de la mente humana sino fuera de la materia.


La proximidad-distancia entre la realidad material y la perfección lógicomatemática exacta hace preguntarse si

=¿la realidad material, no las formas matemáticas a las que tiende, es suficientemente lógica como para ser
=suficientemente coherente (o consistente), es decir,
=tener suficiente sentido lógico?

La respuesta dentro de la lógica cerrada es “no”; en ella, las afirmaciones son lógicas o no; pero dentro de la lógica difusa, la respuesta es “más o menos”.

=Existe en efecto una lógica cerrada, que forma sus conjuntos matemáticos sobre un “sí o no” (anotados como “igual-desigual”)

=Y una lógica difusa que forma sus conjuntos matemáticos sobre un “más o menos” (descubierta por Lotfi Asker Zadeh, Doctor honoris causa por Granada, entre otras muchas distinciones)

=La lógica difusa se aplica con más o menos coherencia o consistencia (no absoluta) a los seres materiales y a sus relaciones materiales.

Examinemos como ejemplo un proceso material, el de la sexuación humana.

En él aparecen empíricamente, no necesariamente (podría ser de otra forma, como la división ternaria de las abejas), dos atractores que parecen cualitativos, no cuantitativos, el de masculinidad (M) y feminidad (F)

Pero los seres humanos nos diferenciamos en la gestación por medio de un proceso cuantitativo, la androgenización, que puede ir de 0 hasta N (máximo empírico)

Este proceso numérico forma por tanto un continuo, en el que la feminidad se define por los valores cercanos a 0, la masculinidad por los valores cercanos a N y la intersexualidad por los valores cercanos al punto medio.

Se forman así conjuntos difusos de sexo de los que se puede hablar coherentemente y son por tanto lógicamente consistentes aunque en términos difusos, caracterizados porque los elementos de los conjuntos lo son por “más o menos”, no por “sí o no”.

Estos conjuntos difusos guardan relación por tanto con un continuo numérico, matemáticamente consistente en sí mismo. Pero,

=Las divisiones materiales M, I y F no se pueden establecer en puntos intermedios exactamente determinados de ese conjunto por un “sí o no”, sino en zonas difusas caracterizadas por un “más o menos”. Y

=Aunque cada realidad material determinada tenga una determinada forma numérica de andrógenos, ésta no se puede calcular exactamente para insertarla con absoluta precisión en el continuo. Por lo que

=Sigue existiendo una distancia entre la forma material y la forma matemática que la rige.

En general, al considerar las formas materiales que aparecen ante nosotros, constatamos:

=No les es aplicable una lógica cerrada, de “sí o no”.

=Les es aplicable una lógica difusa, de “más o menos”. Por lo que, consideradas espaciotemporalmente,

=La forma lógica difusa que mejor las describe es la historia.

La historia no es exacta, pero tiende a ser exacta sólo en la correspondencia menor o mayor de su narración con los hechos que quiere referir.



CONJUNTOS DIFUSOS DE SEXOGÉNERO



Hoy 7 de marzo de 2011 he reescrito este artículo que terminé de escribir en su primera versión el 4 de agosto de 2009, dentro de la dinámica del grupo de Conjuntos Difusos, cuando nos reuníamos en el bar Botánico, de Granada.




(La lógica binaria no corresponde a la materialidad del sexogénero)

Los conjuntos difusos son un concepto lógicomatemático de Lotfi A. Zadeh, publicado en 1963-65, que se refiere a realidades que se pueden agrupar sobre un criterio de más o menos y no de sí o no.

La lógica que se desarrolla a partir de este concepto es una lógica multivaluada, en la que hay muchos valores de verdad, mientras que la lógica que se desarrolla a partir del concepto binario de sí o no (o 1,0) es una lógica bivaluada.

No es que la primera sea verdadera y la segunda falsa. Es que la primera es la que corresponde a ciertas realidades y la segunda a otras.

Por ejemplo, si clasificamos los paisajes que conocemos según su belleza o su fealdad, estaremos situándolos en conjuntos difusos de bellísimos, muy bellos, bellos, corrientes, feos, muy feos, feísimos. No es una operación mental puramente subjetiva ni especulativa: sobre ella se montan de hecho estrategias de viajes, desde los tiempos del Grand Tour de los ingleses, que tienen las consecuencias económicas que conocemos,

Por otra parte, toda la informática está fundada sobre un sistema binario de 1,0, o de lógica bivaluada, cuyos valores de sí o no resultan imprescindibles para conseguir los propósitos a los que responden los ordenadores.

El binarismo no es por tanto el uso de la lógica binaria, sino la pretensión, errónea y de resultados calamitosos, de tratar binariamente realidades que no lo son ni lo pueden ser conceptualmente.

Pero la distinción entre binario y difuso no es binaria. Quiero decir que no hay sólo realidades binarias y realidades difusas. Hay realidades no binarias que no son difusas, y cuando se está en una práctica no binarista hace falta distinguir entre unas y otras. Es preciso tomar en consideración lo no binario, pero no difuso, y lo no binario y difuso como lo que son.

Partimos de que la lógica binaria aparece a nuestros ojos con un prestigio y una radicalidad que nos incita a querer que sea binario lo que no lo es. Queremos que haya una belleza (1) y una fealdad (0), un bien (1) y un mal (0), al que coherentemente se ha definido como “la falta de bien”, pero sabemos que en estas realidades existe verdaderamente una amplia zona de grisuras.

Lo mismo se puede decir de la pretensión de que sólo existan hombres y mujeres. Esta frase es binaria (1,0) si partimos de una definición rigurosa, por ejemplo basada sobre el sexo cromosómico: ¿Es persona XY? Entonces, contamos el valor sí; ¿no es persona XY? Entonces, contamos el valor no. También podemos hacer la misma operación con las personas XX.

Encontramos entonces la definición de hombre como no XX y la de mujer como no XY. Pero la frase que consideramos empieza diciendo “sólo”, es decir, que supone que “todos los humanos somos XX o XY”, lo que sabemos empíricamente que es falso, puesto que existen personas que no son XX ni XY. Por tanto, el sexo cromosómico no es una realidad binaria y empeñarse en que lo sea es binarista. Más adelante veremos que el sexo cromosómico, no siendo una realidad binaria, tampoco es difusa.

Lo mismo, o más, sucede si usamos otro criterio para definir hombre y mujer, por ejemplo, la forma de la región genital, en la que nos encontramos todas las variaciones de la intersexualidad en una proporción relativamente elevada, de alrededor de un 2% de los nacidos. La realidad es por tanto no binaria, y la negación de la realidad conduce por ejemplo a imponer reasignaciones quirúrgicas para ajustar a la persona intersexo a los dos únicos conjuntos supuestamente existentes.

En cambio, alcanzamos lo no binario o difuso cuando se trata del género como conducta, y se trata de definir lo masculino y lo femenino. Sabemos que esto, que a simple vista resulta inasible, se convierte en los sistemas binaristas (objetivamente erróneos en cuanto a los sexos, tal como se ha visto) necesariamente en un Código de Género autoritario, puesto que no corresponde a la realidad y sólo se puede imponer por miedo.

De hecho, el Código de Género de nuestra sociedad, de manera no escrita, enumera cuidadosamente las profesiones, conductas, ropas, arreglos, gestos, posturas, maneras de hablar, etc que se consideran masculinas o femeninas, e impone a quien lo contravenga penas que van desde la irrisión pública al destierro familiar, la pérdida de empleo, la cárcel o la de muerte, impuesta por linchamiento o crimen de odio, o por ley escrita.

Mientras que la estructura no binaria y no difusa, en el dominio somático, es cuestión de mayorías/minorías, en el terreno del género la estructura no binaria y difusa afecta a todas las personas, como una liberación de la falsedad, puesto que en un sistema binarista todas se ven obligadas a ceñirse a los preceptos del Código de Género binarista, unas convirtiéndose en opresores, incluso contra su voluntad, y otras en oprimidas, incluso aunque no lo sepan.

La comprensión de la realidad no-binaria en cuestiones de sexo y de género va a menudo acompañada por una sensación de alivio, que surge de la distensión de las rigideces interiorizadas del Código de Género todavía vigente.

(Los conjuntos difusos de sexogénero)

Puesto que la realidad sexual y de género no es binaria, cabe preguntarse por qué no forma un continuo indiferenciado, un más o menos infinitamente gradual, sino conjuntos o núcleos.

En parte es por razones objetivas, según el elemento definidor que usemos. Existen verdaderamente conjuntos de personas XY, o de personas XX, o de personas X0, o de personas XXY, etcétera. No hay un continuo de más o menos, sino de diferencias cualitativas. En este caso hay que hablar de una realidad que no es binaria, pero tampoco difusa.

La realidad difusa se encuentra cuando se puede definir por un más o menos, y esto es lo que ocurre precisamente con el proceso de androgenación de 0 a N que experimentamos o no los humanos prenatalmente.
Partiendo de una morfología común, que incluye dos tetillas y un órgano clitorideopeniano, los seres humanos, siguiendo los cromosomas X o Y, permanecemos en una forma femenina, que es la básica, o nos masculinizamos más o menos.

Como se verá, hemos tenido que recurrir a un “más o menos”, con lo que estamos definiendo conjuntos difusos de sexo, formados sobre un continuo de no-androgenación o androgenación. Al tratarse de una formación de andrógenos que forma un flujo, éste no se puede calcular en cantidades materialmente exactas para todos los humanos.

La existencia de dos atractores estadísticos (también llamados extraños), masculino y femenino, forma parte de la realidad; sin embargo, al ser sólo estadísticos, y por tanto abstractos e inmateriales, los seres humanos materiales estamos más o menos cerca o lejos de su cuantificación mayoritaria, encontrándonos una minoría lejos de ellos.

Esta minoría puede experimentar su situación intermedia en las formas fenotípicas más visibles y entonces se llama, con criterios más pragmáticos que lógicos, intersexual; en algunas personas, esta fuerte intermediariedad parece ser que interviene en las estructuras cerebrales y entonces suele resonar en la sexualidad, o conducta biológicamente ligada al sexo.

Todo ello forma conjuntos difusos de sexo. Sin embargo, en los humanos hay que distinguir también la consciencia de estas realidades.

Se trata de las representaciones y los sentimientos ligados a la propia realidad sexual, más los elementos aportados por la superestructura cultural, que pueden ser aceptados o rechazados por cada cual, y que constituyen su identidad de género.

La identidad de género es por tanto un proceso cognitivo, referido a la propia posición en cuanto a los dos atractores estadísticos. Puede ser lineal, cuando está más o menos de acuerdo con el atractor asignado, o cruzada, cuando está más que menos en desacuerdo. En este caso, se habla de transexualidad, también con la misma intención más pragmática que lógica que se ha usado con la palabra intersexualidad.

De hecho, no está muy lejos de la realidad usar un término común para la una y la otra, que puede ser el de intertransexualidad.

Es claro que la identidad de género también constituye un nuevo plano, el consciente, de conjuntos difusos en torno a los dos atractores. Es el más o menos lo que los forma.

En los humanos, las materialidades difusas del sexo más las consciencias difusas de la identidad, forman el género, en el que las conductas se pueden definir fácilmente con un más o menos masculinas o femeninas (hay un verdadero continuo que va de lo extremadamente masculino a lo extremadamente femenino) y hay una amplia zona más o menos indefinida entre los dos extremos.


El género es por tanto el resultante de todos los elementos biológicos, biográficos y de consciencia de los humanos en relación con los dos atractores estadísticos de la sexualidad. Por eso, prefiero decir sexogénero, a la vez que observo que las variaciones constituyen un continuo no-binario en el que se forman conjuntos difusos.

Estos conjuntos difusos de sexogénero tienen una función de consciencia. Actúan como simplificadores de la realidad, por un mecanismo de abstracción que registra las afinidades de sexogénero (afinidades: semejanzas, simpatías, no igualdades, matemáticamente imposibles en la realidad material)

Si no fuera por la existencia de las afinidades, existirían miles de millones de géneros, tantos como personas. Las afinidades centran la conciencia en mayorías que se identifican en torno a los atractores estadísticos (mayorías que pueden estar formadas también por personas intertransexuales, que tienen una identidad definida por uno de los atractores) y minorías que se sitúen más bien al margen de los atractores (personas intertransexuales con identidad inter o trans, que en este caso suelen tener como referencia su propia condición personal, más bien que un atractor, y que por tanto asumen identidades muy variables de unas a otras)

Todas ellas, objetivamente, dentro de conjuntos difusos de sexogénero.

domingo, marzo 06, 2011

Uno





Mi atención al Dios Único no viene de mi educación, ni de que sea una abstracción (culturalmente variable), ni de que sea una tradición histórica...

Todo eso viene de mi experiencia personal e individual.

El primer indicio fue cuando elegí, para mi Primera Comunión, con 7 años, de la jaculatoria “Que yo esté en Vos, Señor, y Vos en Mí”. Me atrajo de ella la sensación de un flujo seguido por un reflujo de amor. Todo cerrado, como un abrazo.

El segundo, más explícito, fue el deseo, sentado una tarde en el suelo del comedor al despachillo de mi padre, con nueve años, jugando con la tartana y su mulico de lata, de tener un juguete en el que pudiera poner toda mi atención (centrar excluyentemente mi pensamiento) y que valiera por todos. Me puse a buscarlo mentalmente, sabiendo que no lo encontraría, y permanecí así varios días.

=No fue una experiencia mística. Me la despertó el deseo de un juguete, que yo pudiera poseer.
=Representa una necesidad de la conciencia, subjetiva, no una visión objetiva. Pero era tan intensa, que parece que corresponde a la estructura de la realidad.
=Aunque nunca me hubieran hablado de Dios, esta necesidad habría surgido de mi manera de ser. Educarme en una sociedad politeísta o atea sólo me hubiera dejado sin desarrollarla.
=Ahora necesito que mi sentido de la vida tenga un centro, un uno, para que mi pensamiento no se disperse sin sentido y con la angustia de ser arrojado a un desierto en el que da lo mismo ir a cualquier parte.

Esta noche he experimentado la tendencia ahora frecuente a que mi mente se quede en blanco. La relaciono con la fascinación de los ordenadores, cuando acabo una tarea concreta.

En ese momento, mi conciencia me parece como un cristal blando, acuoso, ligeramente oscilante, que contempla una niebla blanca, de la que me cuesta trabajo salir. Más miedo que distensión.

Si quiero pensar en Dios, me encuentro con que no puedo imaginar nada, puesto que Dios es espiritual. Me quedo en esa situación de vacío. Los que han vuelto de un estado de premuerte hablan de la luz intensa que es amor. Bueno, ya tengo una imagen.

Por eso soy estrictamente monoteísta. No puedo poner a Cristo en el sitio del Uno porque necesito algo que no me disperse y que valga a la vez por todo y la imegen humana de Cristo me dispersaría: tendría que pensar en sus distintos hechos, en su figura... Necesitaría esa luz blanca fuerte y amante, y que en ella estuviere todo...<>