domingo, octubre 22, 2006

Una definición de parafilia

Muchas transexuales nos hemos excitado al imaginarnos la transformación sexual en nosotras o en otras personas. Eso es una parafilia, una excitación que no tiene que ver directamente con la atracción sexual.

Sin embargo, me parece que la parafilia no es la causa de la transexualidad (ni siquiera de lo que se llama erróneamente transvestismo fetichista o parafílico), sino sólo un efecto de otra cosa.

Incluso, la reacción parafílica puede sentirse como molesta e inoportuna, desearse que desaparezca, lo que demuestra que no es lo esencial; es algo que aparece y es tan fuerte que ayuda a aliviar ciertas angustias; fijaos en la palabra angustias.

Mi definición de parafilia, en todos los casos, es la de solución simbólica a un problema real.

Esto quiere decir que el tema central de la parafilia nos excita, nos alegra, porque en él hemos encontrado una solución, un alivio, a una angustia persistente.

Hemos encontrado un símbolo que supone una vía de escape. ¿Por qué nos excita? Porque es una solución.

¿Por qué vuelve una y otra vez a nuestra imaginación? Porque es una solución sólo simbólica y no real, mientras que el problema sigue siendo real y no lo hemos resuelto.

¿Cuál es el problema que produce la parafilia en el caso de las transexuales? El trauma que he supuesto que es el origen determinante de la transexualidad.

Es un trauma real, que sitúo en que la persona transexual no se ha sentido durante su niñez o época de formación querida ni aceptada, sobre todo por las personas de su sexo biológico.

Es una cuestión de adaptación, que la ha hecho saberse inadaptada, cuando somos seres sociales que necesitamos como el aire vernos aceptados y adaptados a nuestro medio social.

El transvestimiento que no implica cuestiones de identidad, efímero, de va y viene, es una solución simbólica, porque claramente no resuelve el problema real, la falta de afecto que se ha vuelto constitucional en la persona.

Por eso causa placer, mientras funciona, pero luego se deja y luego hay que volver a él. Por eso es una parafilia.

La solución real está en mirar cara a cara el problema real. ¿Es sólo una cuestión de falta de afecto constitucional, de inadaptación sólo biográfica, sólo psíquica, sin que haya cuestiones físicas o corporales de fondo? Quizá se pueda resolver asumiendo la necesidad, para cada sexo, de querer y admirar a los de su propio sexo, de desear su compañía y aprender así la homoafectividad (distinta de la homosexualidad)

¿Es una cuestión de hipoandrogenia física, ya corporal, que haya producido la falta real de una sexualidad específicamente masculina, la carencia de deseo psíquico de penetración (aunque sea físicamente posible), incluso el desagrado y extrañeza por los propios genitales y sus funciones, la falta de empatía con las reacciones y con la sexualidad de los varones?

Entonces, la solución real está en asumir plenamente esa condición y sus consecuencias sociales. Observad que en las condiciones que he dicho (falta de deseo de penetración, desagrado por los propios genitales, falta de empatía) no hay placer, son sólo sentimientos negativos.

Entonces, la solución real puede estar en un proceso transexual, que puede ser real y sin embargo asumir determinadas limitaciones en la práctica: a veces el mismo transvestimiento incluso ocasional es suficiente, pero refrendado por la conciencia de su significado o por la aceptación por un pequeño grupo social de que se es transexual aunque no sea posible realizarse.

En cuanto entramos en el terreno de lo real, desaparece la parafilia o quedan sólo restos insignificantes.

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