lunes, enero 31, 2011

Moral gaylesbitrans



Yo creo que la base de la moral está en la inocencia. Lo que veíamos como bueno y natural cuando éramos inocentes y el mal que nos horrorizó. Por cierto, muchas personas recordamos la inocencia de nuestros primeros amores o nuestras primeras identidades, no conformes como luego vimos con la norma.

Pero no voy a insistir en algo tan sólido pero amenazado como la inocencia. La moral también se funda en el sentido común. Si fuera bueno mentir, robar, matar o dañar corporalmente, no sería posible salir a la calle; ni permanecer seguro en la casa.

Lo digo sin fantasear, porque ésta es la realidad de ciertos territorios sin ley. O de ciertos ambientes de nuestra sociedad, en los que mentir, robar, hacer daño (por lo menos, no todavía matar), despreciar, ponerse ciego de placer egoísta, es normal. Se siente la necesidad de aire fresco frente a estas realidades! Por lo menos, a veces lo encontramos.

Demos un paso más. Por sentido común, es preciso que nazca un respeto a todas las personas. Quizá la inocencia nos pida una buena predisposición hacia todas, aunque luego la prudencia nos aconseje mantener los ojos abiertos.

Respeto en particular a los más cercanos. Y más a los más íntimos. Unas relaciones íntimas, con quienes hemos elegido para ellas, fundadas en el respeto mutuo, en la buena predisposición, en la confianza. Cualquier relación que no se base en estos principios, está condenada a su final, a la soledad, o a un infierno.

¿Por qué titulo esta entrada "Moral gaylesbitrans"? Simplemente, porque la moral para las personas gaylesbitrans es la misma que para cualquier persona, se funde en el sentido común o en la inocencia.

jueves, enero 27, 2011

Muerte de David Kato



He recibido ahora mismo, gracias a diversos flujos de militancia, como Reddespattrans, que a su vez remite a la Fundación Triángulo, que a su vez lo habrá recibido de Sexual Minorities Uganda, información de un hecho que sucedió en una casa de ese país:

"David Kato fue encontrado en su casa de Kampala con signos de haber sido golpeado hasta la muerte, testigos aledaños manifiestan que un hombre huyó de la casa en un coche que le esperaba a la salida. David Kato tras ser encontrado muy grave murió de camino al hospital.

El asesino no obró por sí mismo. El crimen fue incitado por otros:

"El asesinato ha ocurrido tras la publicación hace algunos meses de su foto en un diario de Uganda, acusándole de ser homosexual y con su fotografía y localización de su domicilio en portada, junto a la foto de otros activistas y personas a las que acusaba de promotores de la homosexualidad en Uganda."

Pero a su vez, los responsables del diario, autores morales del asesinato, fueron incitados por otros:

"Por su parte Val Kalende, Director de la organización Freedom and Roam Uganda declaró: “La muerte de David es el resultado del odio plantado en Uganda por los Evangélicos de Estados Unidos en 2009. El gobierno de Uganda y los auto-proclamados evangélicos deben asumir su responsabilidad por la sangre de David."

¡Pobre David! ¡Pobre compañero! ¡Pensar que te ha llegado la muerte!

¡Y pensar que te han matado en nombre de otro a quien otros mataron también!

¡Porque vivíais en este mundo, pero no teníais sitio en el mundo de ellos!

sábado, enero 22, 2011

Más allá del Bien y del Mal



La matriz matemática en la que se formaron los dinosaurios, devorándose, llenos de pavor, y los humanos con sus guerras, y todos con sus enfermedades y dolores no puede ser calificada como un paraíso, como un ejemplo del bien.

Es algo pensable que rige y organiza la materia, pero no es un buen pensamiento. La lógica biológica es implacable.

Éste es el Principio; ¿cuál será el Fin?

Sin embargo, Dios funda la Lógica de la lógica; es necesario lógicamente articular el pensamiento con el postulado de un Principio y un Fin que tengan sentido, que sean coherentes; que sean Uno, lógicamente, de manera que se justifique la realidad de que podemos construir, estamos construyendo de hecho, un discurso universalmente coherente, pues si no existiera ese principio de unidad, sólo quedaría la dispersión de los discursos, la incoherencia; o mejor dicho, no habría habido nunca un solo discurso; después del estallido inicial, las moléculas se habrían dispersado y deshecho.

Si hay esa necesidad de un Principio y Fin que sean Uno, discursivamente y físicamente, es que está más allá de las alegrías y las miserias de la materia; que la matriz matemática lo supone en una forma todavía no vista nunca; pero que, en todo caso, está más allá del Bien y del Mal material.

"Dios es Mayor," dice el Islam con sobrecogimiento, siempre Mayor, Mayor que todo. Dios es Gloria, más allá del Gozo y del Dolor. Dios es nuestra Ansia y nuestro Terror. Demasiado grande para soportarlo. "Todo viene de Dios y vuelve a Dios", dice también el Islam. El fundamento de la matriz matemática nos absorbe, queramos o no.

Más allá del género



Esta página se llama Outgender porque empecé queriendo decir que yo me sentía fuera del género.

Me doy cuenta de que ahora parece que se llama Outgender porque habla de cosas que siento con mucha fuerza pero que no son el género ni el sexo.

Sé que éste es el efecto de la transición. Gracias a haber transitado, soy ahora una persona equilibrada que puede pensar en otras cosas.

Sé que si no hubiera transitado... Dios mío, si no hubiera transitado estaría, en mi ancianidad, en la peor de las miserias. Mirando toda la existencia de las transexuales como una maravilla inalcanzable. Idealizándola hasta la irrealidad (está bien, pero no es para tanto)

La presencia en mi cuerpo de unos genitales que nunca he comprendido sería una cuestión obsesiva. Me acuerdo precisamente de dos amigas que todavía no han podido hacer la transición, que la ansían con todas sus fuerzas y que están en esa miseria. ¡Qué dolor lacerante!

Supongo que habría hecho el esfuerzo tremendo de olvidarme de todos estos sentimientos y de centrarme angustiadamente en las mismas cuestiones que ahora me interesan; lo habría conseguido pero al coste de una mutilación personal desgarradora y heroica: no poder ver mi cuerpo como deseaba verlo; no poder ser ante los otros quien soy.

¿Y quién soy? Pues, exteriormente, nadie muy definido. Ahora, en invierno, llevo pantalones, zapatazos de hombre (tengo una talla 46), un chaquetón de mujer pero gris e impreciso y eso sí, un pañuelo al cuello del arcoiris que me ha regalado un querido amigo. El cabello gris, más o menos en aureola rizada, y sin ningún maquillaje. Y mi muleta.

Supongo que, para quienes me miren con mi 1'87, no les pareceré siquiera una trans, sino un hombre ambiguo, o afeminado. Tampoco estarán muy lejos de como yo me veo, salvo en que de vez en cuando, también con total naturalidad, me pongo una falda.

Sé que, sin embargo, quedan detrás heridas incurables. He perdido mi juventud entera. Esto sólo se sabe lo que es, cuando se pierde definitivamente. Cuando lo recordaba, aun al principio de mi transición, el dolor me desgarraba, casi literalmente. Ya nunca conocería ciertas cosas. No las he conocido.

Hice mi cambio con más de cincuenta años. Pero lo que he conseguido, es que siento la seguridad, el bienestar, la despreocupación, de estar operada. Es algo en lo que no necesito pensar, pero que cuando me acuerdo, pasa por un momento con agrado por mi cabeza.

Y naturalmente, pienso en las otras cosas que me interesan, con absoluta relajación. Como cualquier otra persona interesada por ellas. Ahora sí que estoy más allá del género, porque puedo sencillamente no pensar en él.

Pienso en Genealogía, que me es un grandísimo entretenimiento (y me sirve para autoafirmarme en otras dimensiones) Pienso en otras cuestiones que sobrepasan el entretenimiento: en mis Filosofías, en mis Teologías, con las que profundizo en el sentido de la vida, ya que mi vida necesita tanto entender su sentido. En mis versos y mis narraciones, cuando los sentimientos alcanzan fuerza particular.

Escribo sobre ellas, me escribo con otras personas, algunas queridas, participo en foros. En general, me olvido de que soy transexual. Hablo por teléfono, con mi voz profunda, a veces se plantea un encuentro y sólo entonces tengo que pensar en lo que hago y si explico algo previamente, optando en general por la total despreocupación. ¡También tienen ellos derecho a conocer por fin a una persona transexual, y comprobar que es una persona como otra cualquiera!

Todo lo que acabo de contar hace de mí una privilegiada, que puede hasta bromear con su condición. Hace veinte años, no era éste el caso para mí, que me sentía obsesionada, tristísima, desequilibrada. Veinte años después, éste sigue siendo el caso de numerosas personas, de una manera u otra.

En general, ahora lo sé, son víctimas del binarismo de género. Es el binarismo el que supone que los cuerpos son inmutables y no entiende la transexualidad y la castiga con la irrisión, por si no fuera respetable el dolor que conlleva; es el binarismo el que no sabe que los géneros son culturales y construidos culturalmente, y supone la unión indisoluble entre cuerpos y géneros; es el binarismo el que nos fuerza a veces a elegir "entre hombre y mujer", cuando, si pudiéramos elegir de verdad, no elegiríamos ni lo uno ni lo otro; es el binarismo incluso lo que hace a los profesionales que quieren ayudarnos, proyectar sobre nosotras su binarismo y creer que, por nuestro bien, debemos ser mujeres estereotipadas u hombres supermachos.

En unas pocas palabras: yo estoy más allá del género y estoy a gusto. ¿Por qué todo lo relacionado con esto tiene que seguir siendo tan difícil y penoso para muchos seres humanos?

Les diría a mis compañeros, compañeras y compañeres que viven en la angustia, que la única manera de superar la angustia personal es convertirla en esfuerzo colectivo. Mucho es decir esto para personas tan encerradas en nosotras mismas como hemos sido obligadas a vivir las transexuales; pero es la única esperanza de paz, consigamos lo que consigamos o fracasemos en lo que fracasemos individualmente.

viernes, enero 21, 2011

España hidalga




Nací en ella y todavía existe, aunque profundamente en peligro. Estaba fundada en reglas muy sencillas y rectas. Los hombres eran nobles y considerados. Mi abuela (materna) decía que mi padre era un caballero. Contratar con un apretón de manos era más seguro que una firma. Las mujeres eran maternales y dirigían el día a día de la familia. Los recuerdos de la vida de los niños eran a menudo tan puros y felices que cuando se vienen a la cabeza hacen llorar.

Estaba fundada en una educación transparente y homogénea, la católica, que enseñaba a actuar moralmente bajo la mirada de Dios, que todo lo ve, y a esperar otra vida mejor después de las miserias de ésta.

La mayor parte de las personas se situaban cómodamente en aquel sistema y vivían en paz y honradamente.

Pero aquella manera de vida tan equilibrada tenía un solo defecto muy grave: era muy cerrada, como temerosa de que cualquier movimiento la desequilibrase.

Los sexualmente distintos no teníamos por delante nada más que el silencio total. No había ningún sitio para nosotros.

Pero tampoco había ningún sitio para nadie que quisiera pensar por su cuenta y que se hiciera sus propias preguntas. Luego, unos y otros, a menudo los unos siendo los mismos que los otros, nos hemos visto arrojados de nuestra patria natal, aunque la amáramos.

Y amándola mucho, y desde fuera, nos tenemos que preguntar: ¿No podría la España hidalga ser más abierta? ¿Y no podría la España abierta ser más hidalga?

miércoles, enero 19, 2011

Dios





Voy a decir cómo me acerco yo a Dios. Tengo una forma filosófica de ver lo invisible.

Primero, por la Lógica. Hace unos veinticinco años, pensé y no olvidé que la Lógica está por encima de nuestra voluntad. Las relaciones lógicas son invisibles en sí, pero están ahí, inmutables, eternas.

Esto es la Lógica que rige el Universo, como bien sabríamos si delinquiéramos y el fiscal descubriera la lógica de nuestro delito, aunque quisiéramos que esa lógica no existiera.

Segundo, más detalladamente, por las Matemáticas, que son una parte de la Lógica. Sigo a Pitágoras. Ya hace mucho tiempo, observó que la Música obedece a las Matemáticas, es decir, que la Materia obedece a una Idea.

Esto lo vieron de nuevo Galileo, Newton, Einstein, Planck, Heisenberg, los padres de la Física Moderna y de la Física Contemporánea.

Esto significa que las Matemáticas no son una obra de la mente humana; más bien, el ser humano es una obra de las Matemáticas.

Que están ahí, invisibles, pero reales, formando una matriz que organiza a la materia/energía (lo sabemos: E= mc2, la fórmula de Einstein)

En este orden lógico, previo a la conciencia y la voluntad humana, se organizan, con grados de complejidad creciente, la Física, la Biología, la Psicología...

Al llegar a ésta, llegamos a la libertad humana (capaz de decidir destruir el Universo, si pudiéramos)

Y tercero, en este punto, nos encontramos con un texto convergente con tal Cosmología, pues trata de la lógica y la libertad, el antiguo apólogo del Árbol del Bien y del Mal que nos recuerda que tener la libertad física de hacer algo no es lo mismo que tener libertad moral para hacerlo.

Todo ello pone una realidad invisible por encima del ser humano, que prevalece moralmente sobre todas nuestras rebeldías. Suficientemente grande, más grande que todo lo que suponemos en todo nuestro transgresionismo y liberacionismo, todo nuestro deseo febril de ser los Supremos.

sábado, enero 15, 2011

El Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal y la transexualidad





En el libro del Breishit (Génesis) casi al principio, hay un apólogo de gran valor filosófico y antropológico.

El Creador les concede a Adán y Eva que puedan comer de todos los árboles del jardín, menos del que está en el centro: el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal.

Entonces, el Enemigo del Hombre les engaña, diciéndoles que si comen, serán como dioses.

Ellos comen, y ven por primera vez con ojos turbios: sienten vergüenza de sus cuerpos. Y luego vienen todos los desastres.

Es fácil entenderlo: los humanos podemos usar toda la Naturaleza; de hecho la usamos en lo que está a nuestro alcance. Pero no podemos decidir lo que es bueno y malo; esto está por encima de nuestra voluntad, como la verdad está por encima de nuestra voluntad; o la lógica. ¡Cuántas veces, cuando hemos hecho algo mal, querríamos que la verdad y la lógica fueran lo que nos conviniera y no lo que son!

Los humanos querríamos ser como dioses, crear el mundo y sus leyes morales a nuestra conveniencia; pero con la inmensa fuerza que tenemos, eso no lo podemos; no podemos decidir el bien y el mal, aunque quisiéramos. Están ahí.

El Tanah (la Biblia) dice cuál es ese bien y mal. El Profeta Oseas lo decía muy claro:

“No existe ni verdad
ni cariño
ni conocimiento de Dios en esta tierra.
Perjuran
mienten
asesinan
roban
adulteran
violentan
sangre y más sangre”

Esto es horroroso. No podemos ni concebir que alguien decida que eso es "bueno", aunque algunos lo han intentado (materialistas dialécticos) Esa ley del bien y del mal está por encima de nuestra voluntad. Está ahí. El Tanah no razona cómo se justifica esta ley. Pero, en lenguaje filosófico, podemos encontrar una razón, válida para quienes creen en el Creador y para quienes no: el criterio de la práctica.

Sin embargo, muchas veces aborrecemos esto y desearíamos lo contrario. Nos figuramos que podemos conseguirlo. A esto le llamamos ética de la Liberación y la Transgresión. Por principio: Transgresión de todo; Rebeldía general, contra todo. Como dioses.

La ética de la transexualidad se presenta a veces, tanto por nuestros amigos (liberacionistas) como por nuestros enemigos (Dios mío, los cristianos que no saben ser cristianos) como una ética de la Transgresión.


No lo es; simplemente nos encontramos con una situación, un dolor, un desajuste, que en realidad no viene de nosotras, sino de que nuestra cultura es estrechamente binarista. No transgredimos por transgredir. No lo transgredimos todo.

Transgredimos un Código de Género, vigente en nuestras costumbres, que es binarista y por tanto injusto. Y en el Árbol del Bien y del Mal, una de las frutas que no podemos arrancar, que está por encima de nuestra voluntad, es la llamada a la justicia que provoca la injusticia.

Seguimos el orden del Bien y del Mal cuando hemos llorado o hemos sido maltratadas por nuestros enemigos y hemos deseado otra cosa.

viernes, enero 14, 2011

Contraeducación





Tienes razón; estoy sobrecogida.

Los muchachos y las muchachas están contraeducándose. Salen a la calle y el alcohol y el sexo son lo normal (no el amor)

Su mundo tiene colores sombríos; no colores limpios y sanos.

La criminalidad, la golfería de otro tiempo, antes marginal, llena calles y casas.

Nadie hace nada por detenerlo. Todos los políticos son cómplices de este estado de cosas, o por pereza o porque les complace este mal.

Sonrisas vacías, que parecen muecas.

En el cine, la fantasía del vampirismo, pero la realidad del bien y el mal confundidos.

Un joven o una joven trans tiene que vivir, nada más que por ser trans, una vida extraordinaria. ¿Qué sentirá, cuando salir a la calle es salir al vicio de los demás? En otro tiempo, una buena educación moral podía al menos sostenerlo como persona; si ahora cree que no hay más que placer, egoísmo, brutalidad, qué tristeza le amenaza?

Por lo menos, le digo esto: lo mismo que sólo dentro de ti puedes encontrar las razones para ser trans, y para ser trans a tu manera, sólo dentro de ti encontrarás lo que es digno de amar: la pureza, la rectitud, el respeto a ti y a todas las personas.

lunes, enero 10, 2011

Dieciséis años




El día 5 hizo 16 años que me operé. Me figuro que a algunas amigas les interesará cómo me ha ido.

Lo primero que voy a decir suena hoy raro: pero si yo hubiera conseguido vivir constantemente en el Mundo de la Santidad, el de la Rectitud o la Pureza, el de las personas que ven más allá de lo material, un mundo tan hermoso, no me hubieran preocupado demasiado las cuestiones de mi identidad de género, que son de tejas abajo.

Pero no lo conseguí. Tuve que vivir de tejas abajo.

En este terreno pegado al suelo, he visto cómo, en general, me alegraba de haberme operado. Precisaré que yo no quería tanto como una neovagina. Hubiera sido suficiente quitar los genitales masculinos y dejarme en un estado asexual.

También hubiera sido suficiente, quizá, conservar los genitales si hubiera podido conservar mi impotencia y que se supiera, como digo esta semana en el Comentario en http://CarlaAntonelli.com

Lo que yo no entendía, ni quería, era la funcionalidad masculina, ni que quienes me vieran creyeran que yo era un varón como cualquier otro. No lo era.

Lo que sí se ha disipado en estos años es la fascinación por la Imagen de la Mujer en el Espejo, lo que Blanchard ha llamado autoginefilia y Anne Lawrence ha admitido considerándola un motor de muchas transexualidades.

No lo es; te la encuentras en el camino y, mientras dura, es verdad que es un motor para tomar decisiones. Es como un reflejo fragmentario masculino que puede ofender el sentido de tu identidad. En mi experiencia, bastó con la hormonación para que se desvaneciera. Sin embargo, mi transexualidad siguió intacta porque se basaba en otros sentimientos.

El paso de las ideas binaristas a las no-binaristas me ha ayudado mucho a entenderme. Si no quiero ser varón, no tengo por qué ser mujer. Es suficiente que sea lo que siempre he sabido que soy, lánguido, ambiguo, sentimental, llorica, con estallidos de ira que no me gustan, admirando a las mujeres pero no deseándolas sexualmente, rechazando a los varones pero aceptándolos sexualmente...

Soy como soy, de tejas abajo. Ahora intento subir al tejado de la Pureza, aprovechando que tengo casi 70 años y que el borde de la vida se ve cada vez más cerca y que estoy sentimentalmente tranquilo o tranquila, nada más que ansioso de algo más, de la Hermosura que reina en las alturas.

sábado, enero 01, 2011

Uno de Enero



El Uno de Enero es una buena fecha para hacer declaraciones.

La primera es por qué llevo algún tiempo hablando de cosas que no son la transexualidad e intercalándolas con las cuestiones principales del blog.

Es porque me sentía dividida entre varios blogs, como con personalidades distintas, y ahora quiero juntarme yo misma en lo posible, que éste sea mi blog central, la mejor expresión de yo misma.

Y en esta voluntad, me encuentro con mi preocupación por la otra vida, si existe o no, si hay un Dios que organice la realidad o no. Ésta es la primera de mis preocupaciones, hasta el punto de que, por encontrar la respuesta, sería capaz de olvidarme de la segunda, las cuestiones de mi identidad.

Ayer fui demasiado pesimista, al hablar del gran hueco de la Ausencia que nos ha dejado Dios. No me acordaba de que tengo por lo menos una certidumbre, que viene de Pitágoras y Platón, sobre la matriz (matrix) que forman las Matemáticas para configurar el Universo material.

Es decir, algo que es razón, abstracción, es previo a la materia y la organiza. Eso es lo mismo que pensaron los Judíos cuando pusieron en el Santo de los Santos del Templo sólo tres objetos: una medida de longitud, una de volumen y un juego de medidas de peso (Encontré este dato en Robert Graves y no sé de dónde lo sacó) Es decir: Él es el Dios de la medida, el Dios de las Matemáticas (la Justicia es medida...)

Por tanto, cabe la esperanza racional, filosófica, de que la materia no sea la última realidad y que cuando se descomponga la nuestra no sea el final para nosotros.

Sobre mi segunda preocupación, mi identidad, también me voy aclarando cuando pienso que hasta hace poco, como todos o casi todos, he estado atrapada en el pensamiento binarista, del que empiezo a liberarme.

El no-binarismo me enseña que soy una persona ambigua, que existimos, que tenemos el derecho de ser reconocidas. Soy más bien masculina, pero no soy un hombre, y me desagrada que me consideren un hombre; sobre todo, no tengo una sexualidad de hombre, hubiera preferido no tener una pubertad masculina.

A la vez, tampoco soy una mujer. Hay muchas formas de ser de las mujeres que yo tengo que traducírmelas, porque no las comparto, en especial los fuertes, superfuertes sentimientos hacia los bebés.

En fin, que no me entendía ni como hombre ni como mujer, pero puedo entenderme como ambiguo, a mi manera, distinta de otras personas ambiguas, pero dentro de lo ambiguo.