sábado, noviembre 07, 2015

EXISTENCIA


Kim Pérez

Ahora sé que es probable que yo alcance la Perfección, la Luz Perfecta, la Música Perfecta, la Felicidad Perfecta, pero pienso también que quiero hacer muchas cosas antes de entrar en ella.
Entre otras razones, porque supongo que lo más frecuente será llegar a ese estado después de la muerte, y viviendo entre tantas criaturas angustiadas como hay ahora, que no saben, ya no dejar de creer en nada, sino dejar de no esperar nada, debo seguir andando por este camino, esperando alcanzar algo, una pizca, por lo menos seguir pensando en estas cosas para ver a dónde nos llevan.
Lo principal que pensé anoche es que puede ser que los humanos actuales lleguemos a transformarnos en seres libres de la muerte, pero en este mundo mismo, en esta materia, sin embargo sin necesidad de morir.
Si nos hubiéramos librado de la muerte, sería porque la materia de que estuviésemos hechos no sería como la materia normal que hoy conocemos. No nos afectaría por ejemplo la caída de un aerolito enorme en el planeta donde viviéramos, porque estos aerolitos pueden destruir toda la vida basada en la materia actual, pero no nos afectarían. Por tanto, tendríamos que estar hechos de una forma de materia hoy desconocida y sin embargo que siguiera siendo materia, porque supongo que la gracia de estar en este mundo es que seamos consciencia en la materia.
Lo mismo que esa materia nos es invisible en las condiciones actuales, nosotros también seríamos invisibles para nuestra realidad humana actual, y sin embargo nos veríamos perfectamente en esa realidad material nueva.
Supongo también que para llegar a ese estado tendríamos que haber superado las limitaciones que nos afectan en el estado actual. Ésas nos son angustiosas. Empezando por el miedo a la muerte, que habría desaparecido o porque ya no habría muerte o porque nuestra consciencia superaría con naturalidad una muerte quizá necesaria, viendo de antemano lo que habrá al otro lado.
Las limitaciones que nos afectan en el estado actual son muchísimas y angustiosas. La primera es que necesitamos comer y protegernos del frío o la intemperie. Eso absorbe una gran parte de nuestra energía, y muchísimos seres humanos fracasan en conseguirlo. Otra limitación es que nuestra inteligencia natural, de nacimiento, que es inmensa, hasta un grado inverosímil, también se queda sin desarrollarse, esto en casi todos nosotros, pero es más doloroso cuando no es posible tener ni estudios primarios, quedándose en medio de todos los riesgos de la ignorancia hasta de lo que hemos conseguido averiguar hasta ahora, como comunidad.
La tercera de las grandes limitaciones de nuestro estado actual tiene que ver con todo lo relacionado con nuestros impulsos hacia la unión sexual, porque suelen ser muy intensos y sin embargo suelen también frustrarnos o fracasar con mucha frecuencia. Ansiedad relacionada con nuestros deseos y nuestros sentimientos. Lo que con mayor facilidad se traduce en lágrimas en nuestras vidas.
Pues es de suponer que en ese estado de superación de la muerte, también podamos sonreír definitivamente ante esas lágrimas. No puede ser que su parte hermosa, el deseo, la aventura, la unión desaparezca, porque entonces no tendríamos más, sino menos, pero en el estado de materialidad desconocida del que hablo, todos tendríamos la belleza y la perpetua juventud con que hoy soñamos, y con toda naturalidad encontraríamos a la persona deseada y nos uniríamos en la plenitud de una unión permanente.
En el estado angustioso actual todo esto no son más que aspiraciones que parecen sueños, pero ya es algo volver a planteárnoslo como perspectiva, más allá de la dura realidad actual.
Volver al Paraíso Terrenal, o encontrarlo por primera vez, si hasta ahora no ha sido más que un sueño de futuro, una utopía. Desvincularlo de una manera de pensar que lo veía como inmaterial, porque si es Terrenal tiene que ser también Material, si bien tiene que alcanzarse superando nuestra actual forma de materialidad. La Física tiene que seguir descubriendo las realidades físicas del Universo.
A la vez sabiendo que conseguiremos todo eso mediante nuestra sumisión a una Lógica que organiza todo el Universo. Y que iremos sintiendo, cada vez con más clarividencia, que aunque nuestro estado llegue a ser tan superior al que hoy conocemos, nuestra consciencia seguirá encontrándose con la posible dispersión entre mil objetos de atención y necesitaremos encontrar la Unidad de la Perfección, el Absoluto, a la vez que todas sus infinitas relatividades.
Hablo en primera persona del plural, digo conseguiremos, porque necesitamos que sea así. Yo probablemente me moriré sin haber llegado a ver esto con mis actuales ojos y esto seguirá siendo durante unos siglos lo más frecuente. Pero lo que espero que consigamos sea descubrir que esta muerte no es más que relativa, y que bajo ella existe una continuidad de lo que soy yo, que durante estos años se ha visto en mi personalidad actual, pero que antes ya existiría con otras personalidades, incluso las más antiguas, las más elementales, cuando yo no sobrepasaría el nivel de simple mamífero irracional, pero expuesto al dolor, la enfermedad, el miedo, etcétera, y después seguiría existiendo en otras personalidades, unidas sólo por un yo continuo.
Esta visión que puede ser la de una persona que vive ahora, fue ya, más confusamente, la de otra persona, islámica, que vivió en el siglo doce y que escribió:
He muerto como mineral para ser planta;
He muerto como planta, para ser animal;
He muerto como animal, para ser humano;
¿Por qué tener miedo? ¿Cuándo he sido menos al morir?
Cuando muera como humano, renaceré con los ángeles benditos;
Pero aun entonces moriré; todo, salvo Dios, perece;
Cuando sacrifique mi naturaleza angélica,
Seré lo que jamás concibió la mente.
¡Oh, no importa que no exista!
Pues la inexistencia dice, resonando musicalmente,
“Volvemos a Él”.