jueves, agosto 10, 2006

O sea




O sea, que si algunas de las transexualidades vienen de un trauma, o de la respuesta a un trauma, como parece ser la que acabo de contar, las consecuencias son muy interesantes.

Lo primero es darse cuenta de que la explicación biológica directa –cerebral- tiene un inconveniente: en el futuro, los niños diagnosticados de posible transexualidad desde el vientre de su madre, seguro que alguien les pondría el tratamiento necesario para evitarlo.

Eso nos afectaría a los actuales transexuales, en el sentido de que a nadie le gustaría tener una condición que en el futuro no existiera. Sería como ver todos los inconvenientes de la transexualidad y ninguno de sus méritos.

Ahora, si la transexualidad es la respuesta a un trauma, todo varía. En primer lugar, siempre habrá traumas, y no habrá manera de prevenirlos todos.

En segundo lugar, mientras la respuesta frecuente a un trauma puede ser el hundimiento o la depresión, la nuestra, la transexualidad, es fuerte y creativa.

Nuestro trauma, desde luego, es triste pero bello. Está en la falta de ser querido y valorado en la niñez, de manera que uno pueda gustarse y valorarse a sí mismo.

Por eso digo que siempre habrá niños que se vean, como nos vimos, poco valorados y poco queridos. La respuesta transexual es aferrarse a cualquier oportunidad de ser más querido, valorado y protegido, como lo son las mujeres, según nos parece en esa edad.

Tal como lo sentimos entonces, es responder a una necesidad extrema mediante una solución extrema.

Por mi parte, puedo decir que he acertado al elegir la vida de trans, porque me siento justamente más querida que antes, y querida como yo lo quiero, un poco paternalmente, un poco protectoramente.

Noto en quienes me rodean una especie de atención, de benevolencia, de curiosidad hacia mí, hasta un poco de condescendencia, pero sé que es justo por haber hecho pública a todo el mundo mi renuncia a la competitividad y a la dureza del estilo de vida masculino.

“¿Querida yo?, ¿Valorada?”, me dirán de todos modos algunas trans, magulladas y amoratadas por la vida.

“¿Te gustas y te valoras a ti misma como trans, al verte en un reflejo, o en una fotografía, o hasta al ver tu sombra?”, les preguntaría yo.

“Eso desde luego”, sé que me responderían.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este texto me ha hecho pensar (como muchos otros tuyos ^^).
Cuando me miro en el espejo soy incapaz de ver totalmente a una mujer. Quien me ve, ve a un hombre. Si alguien pudiera sentirme, sentirá a una mujer.
A pesar de mi aspecto soy trans. Poco a poco este aspecto cambia, se asemejará más y más al de una mujer. Pero hay algo en mí que es inmutable: una verdad. Sé que no soy transexual por haber nacido transexual, sino por que me hice o me hicieron. Un trauma, un trauma lento, continuado, silencioso, que me fue moldeando poco a poco y que aún lo hace.
¿Bendito trauma? Ya soy incapaz de ser hombre, no quiero serlo, reniego de ello. Soy una mujer y estoy feliz de serlo.

Un besote.

Aniel.
aniel.ender@gmail.com

Anónimo dijo...

La perfección no existe, aunque la comunidad científica se empeñe en encontrarla.

Ahora bien, si yo fuese a tener un hijo o hija, y me dicen que sería transexual, es mi responsabilidad, no hacer nada por intentar no solucionarle nada, hasta el momento de su nacimiento. Tengo muy claro, que el “problema” por llamarlo de alguna manera sería mutuo, de su padre, su madre y de el/ella, o todas las formas de familia actuales y del niño/a transexual, ahí es donde comenzaría una autentica experiencia y vida real de amor, primero hacia la nueva personita que llega a un mundo hostil, en el que la familia debería junto con la nueva personita en hacerle fuerte, mucho más inteligente de lo que ya es (es de todas/os, bien sabido que las personas transexuales somos más inteligentes que el hambre), aprenderíamos con la nueva personita y viceversa, valores que hoy día ya están perdidos, en definitiva, que no elegiría solucionarle su transexualidad en mi vientre, por que para mi va a ser tan querido/a y amado/a como cualquier otra nueva personita que viene al mundo, porque en el futuro esa personita (que cuando son pequeños dan ganas de comérselos y de mayores, te da rabia de no habértelos comido), puede llegar tranquilamente y con el apoyo familiar, primero a no tener ningún trauma, segundo a “empujarle” en su autoestima, y en tercer lugar a ser una persona digna de que sus padres ya le quisieron y quieren, como venía al mundo sin intentar ningún cambio en su gestación.Es obligación de los padres, dar una mayor calidad de vida a su hijo/a.

En definitiva, poder realizar cambios embrionarios a futuras personas transexuales, me parece una aberración, y un “mal querer” de tener un hijo.

Y he dicho!!