Sé que estoy cambiando de paradigma al explicar una de las transexualidades, por lo menos la mía y la de quienes, al leerme, se digan: “Esto es lo que siento yo”.
No soy una mujer encerrada en un cuerpo de hombre.
Transexualidad de un trauma inmenso, demoledor, y de la resistencia a ese trauma, de la adaptación, del refugio, del exilio, de la supervivencia.
Transexualidad como combate simbólico en el campo del género, puesto que no es posible volver a la antigua patria demolida, la de la masculinidad sin más, una masculinidad como otra cualquiera.
Hoy he subido al autobús, y el conductor me ha llamado “señora”. Me he sentido tranquila, protegida, refugiada. Me ha gustado que me vean así.
Todo esto es una explicación nueva, la de la fuerza del trauma y la respuesta al trauma, en vez de la explicación por la manera de ser y por eso hay un cambio de paradigma.
No soy una mujer encerrada en un cuerpo de hombre.
Transexualidad de un trauma inmenso, demoledor, y de la resistencia a ese trauma, de la adaptación, del refugio, del exilio, de la supervivencia.
Transexualidad como combate simbólico en el campo del género, puesto que no es posible volver a la antigua patria demolida, la de la masculinidad sin más, una masculinidad como otra cualquiera.
Hoy he subido al autobús, y el conductor me ha llamado “señora”. Me he sentido tranquila, protegida, refugiada. Me ha gustado que me vean así.
Todo esto es una explicación nueva, la de la fuerza del trauma y la respuesta al trauma, en vez de la explicación por la manera de ser y por eso hay un cambio de paradigma.
2 comentarios:
No puedes imaginarte cuanto bien me hace leer tus textos.
Seguiré leyéndote con una sonrisa en los labios.
Un besote.
Aniel.
Aniel, y tú no sabes la alegría que me ha dado tu comentario...
Y sobre todo lo de la sonrisa.
Kim
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