sábado, noviembre 04, 2006

Sueño de madrugada




Me habían convocado para el partido Inglaterra-España. No sé exactamente por qué, pero supongo que era por cuestión de imagen o algo así, por lo que no era necesario que supiera jugar al fútbol. Con darle una patada al balón de vez en cuando…

Pasamos al reconocimiento médico. Camillas cubiertas de hules, bastante repugnantes, con charcos en los puntos en que se doblan de agua, con heces.

Un médico inglés, entre la timidez y el cinismo propios de su cultura en el siglo XXI, está haciendo los reconocimientos.

Mis compañeros Antonio y Julio, muy futboleros, pasan por allí. Le tomo del brazo un momento a Antonio, y me responde con una sonrisa. ¡Qué punto! ¡Voy a ser internacional!

He pensado que cuando el médico inglés me pregunte por mi historial, le responderé “I’m a castrated”

¡Claro! ¡Es un dato relevante!

Llevo un jersey de punto fino, de color entre malva y violeta, y una larga gabardina. Me los quito para hacer el reconocimiento, aunque no sé cómo me voy a tomar el asco de la camilla.

Una perrita de las de pelo blanco, muy bufado, muy femenina, me muerde, me agarra el dedo meñique.

Tengo miedo de que me haga sangre y quiero sacar el dedo.

La perrita aprieta, me punzan los dientecillos, sé que no me hace sangre pero no consigo extraer el dedo.

Tiro, y veo que le estoy deformando las pequeñas mandíbulas, las saco casi de la boca, veo cómo la lengua alargada y carnosa, la garganta, se adhieren a mi dedo.

(En esta segunda parte al despertarme veo con claridad el significado: la mordedura de la perrita es el miedo a la vagina dentada, arquetípica, de la que hablan los psicoanalistas. No hay ningún deseo de penetración, sino sufrimiento de un ataque, intento de huida)

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