¿Es poca cosa, es malo que la transexualidad se deba a un trauma?
Nada de eso; veamos las otras alternativas.
Si se debiera sólo a un desarreglo biológico, se podría arreglar; y en el futuro no habría transexuales.
Si se debiera sólo a una decisión moral de transgresión revolucionaria, su valor dependería del que diéramos a cada transgresión; también fue transgresor San Simeón el Estilita.
Pero si se trata de un trauma, es lógico, es natural y legítimo responder ante haridas que hace a cualquiera la lucha por la vida.
Toda respuesta es adaptativa, porque tiende a conseguir un ajuste mejor frente a las agresiones o amenazas, y es creativa, en cuanto que cada cual debe encontrar la forma que le permita cicatrizar y salir adelante.
Una de esas formas adaptativas y creativas, hallada por muchas personas en graves circunstancias, acosos escolares, abandonos familiares, fracasos emocionales, estrés de la vida adulta, es la transexualidad acción radical, de valor simbólico, que a su vez puede tomar muchas formas distintas.
Todas ellas bellas, porque permiten que una persoma herida en combate encuentre por sí misma la fuerza y la alegría de la vida.
Puede necesitar ayuda médica psicológica, pero no es por razón de una enfermedad, sino por una herida que mueve a esa adaptación y a esa creación.
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