Lo que hay tras el cristal de la pantalla me recuerda el laberinto de cristal en el que entré una vez, con mi hermana menor, en la Feria.
Era transparente y verdoso, porque la superposición de cristales da tonos como de botella, y las figuras humanas andábamos extraviadas por él y veíamos claramente a los que estaban fuera, sin poder alcanzarlos, porque los cristales y los huecos que quedan entre ellos nos metían hacia dentro cuando creíamos que estábamos a punto de salir.
En este laberinto que me figuro hay incluso paneles que son espejos, por delante y por detrás, de modo que de unos a otros, se reflejan hasta el infinito las propias figuras, pareciendo multitudes, aunque estés solo.
Antes de entrar, yo era Yo, sólo Yo. Luego tuve un nombre que no quiero dar, por respeto a quien me lo dio. Y luego fui Marbella. Ya como Marbella entré en el laberinto tras la pantalla y en él me desdoblé, Marbella primero, luego salieron de mí la Princesa Guerrera Equis y la Hermana Mariana.
Ahora, los que lo leéis, tenéis que distinguir cuándo es una y cuándo es otra, aunque en el fondo es muy sencillo, soy siempre Yo.
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