viernes, noviembre 03, 2006

Marbella: Mi deseo



Me agradan las muchachas en general y cuando alguna tiene un escote grande se me van los ojos hacia el nacimiento de los pechos, sin poderlo remediar, hasta el punto de que temo que hablando con ellas me lo noten; supongo que esto es heterosexualidad.

En cambio, por los muchachos siento indiferencia física, cuando no verdadera irritación. Lo mismo.

Sin embargo, no llego a desear verdaderamente, lo que se dice desear, a ninguna mujer, no sueño con ninguna y me desagrada y me cansa imaginar lo que puede ser una relación corporal. Ya esto no tiene nombre.

Y de mis amigos, valoro que sean guapos, o atractivos (desde luego, no hace falta ser guapo para ser atractivo), pero ídem de ídem. Con caricias y cariño y algunos besos tendría todo lo que necesito.

Cuando únicamente siento algo que creo que se parece a ponerse, es en situaciones masocas, pero no de dolor, sino de sumisión.

Sólo en ellas me cosquillea el cuerpo y se me debilitan y se aflojan las corvas. Las he tenido desde que era un crío, difusas, relacionadas con que era un soldado y tenía que obedecer, las primeras, no las recuerdo bien, y luego otras muy claras, con ocho añs, porque un niño me amenazó y me asustó mucho, y luego, a veces, provocadas cuando de pronto siento a un hombre más alto que yo, y fuerte, junto a mí; entonces es cuando se me debilitan las piernas, o cuando me imagino ya transexual, privada de una serie de ventajas que tendría de haber seguido siendo hombre.

Claro que esta vena masoca no me aparece nada más que muy de vez e cuando, a ratos muy sueltos, por lo que sé que nunca la sumisión se va a poner por delante de mi deseo de libertad, que es mucho más lógico y mucho mayor.

No hay comentarios: