sábado, noviembre 18, 2006

De Marbella: Mis juguetes



(Para saber quién es Marbella, ve a la entrada "Primera noticia de Marbella", en octubre de 2006)

La verdad es que yo he jugado hasta hace nada, y que me encantaba seguir jugando cuando supuestamente ya no tenía edad para eso, es decir, hasta hace un par de años. Incluso ahora, tengo la impresión de que no he dejado de jugar más que hace un momento, que todavía puedo volver a ponerme en cuanto se me ocurra.

Mis juguetes de siempre todavía me encantan, y todavía los tengo en mi cuarto, aunque poco a poco se van convirtiendo en recuerdos y exposición. Ya no los cojo para pasarme las horas fantaseando co ellos, porque ahora tengo cosas más interesantes con las que fantasear.

Sin embargo, ahí los tengo, mirándolos yo con cariño y ellos haciéndome compañía.

Tengo mis dos barcos, la goleta de dos palos y la barca de vela. He guardado también la casita de campo, de un palmo de alto, con sus dos arbolitos, los dos mulos y la vaca. Y en un lado de la estantería, tengo a mis queridos muñecos de plástico, rebolondos y lisos, con quienes pensaba: "¿Se darán cuenta de algo? ¿Serán como espíritus?"

Ahora, me parece que estos juguetes tan inocentes son juguetes de trans, o de mariquita.

No se parecen nada a los que les gustan a la mayoría de los niños, los que querían mis compañeros,o los que anuncian en la televisión más que ningún otro, que son, de muñecos, esos tiarrones supertiznados e hiperagresivos, pero como tirados al surco, o los videojuegos, que no hay manera de que pongan uno tranquilo, sino que todos tienen que estar llenos de desastres, al buen tuntún, de destrucciones por el gusto de destruir. Yo quiero ser militar y combatir, pero un militar combate en orden, con orden y por algo que sea lógico.

A mí todo lo que sea desastroso es que me aburre, no me interesa nada de eso, jamás me lo he pedido, ni sabría cómo jugar, ni a qué jugar. Lo que pasa es que me aburren, me aburren de verdad las películas de guerra, en cuanto se acaba la tranquilidad y empiezan las catástrofes, y en cambio me gustan los documentales sobre las guerras que explican su porqué, yo me entiendo.

De modo que fuera. Pero la cuestión es que me resultan más aburridos todavía y más desanimadores los juguetes que salen para las niñas, tampoco sabría jugar con ellos, ni me gustan, con los muñecos bebés, las muñecas superelegantes y con los pelos larguísimos y rubísimos. Me fastidia hasta el color rosa, la verdad.

Yo creo que las trans, o yo por lo menos como trans, yo como trans que quiero ser militar, estamos a medio camino entre los hombres y las mujeres, o mejor, somos una cosa distinta de los hombres y de las mujeres, de ellos tan peleones sin ton ni son y de ellas tan cariñosas que a veces empalagan. Yo soy mejor que ellos y ellas, me gusto más

2 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy contigo, pero no quiero ni tocarte ni verte ni oirte solo te leo y me basta si alguna vez deseo algo mas ya te lo haré saber y si aceptas ya veré si yo lo hago...te quiero...de esta manera...seguro...de la otra...hay que haber muerto...

Kim Pérez dijo...

Gracias por estas palabras de extraño amor...

Gracias... ¿a dónde llevan los sentimientos, tal como son?

¿No es a los cielos?