miércoles, enero 17, 2007

Manifiesto disfórico





La disforia de género es pura realidad. Un sentimiento que nos conduce a muchas personas a ser transexuales y que a otras las deja en una frustración perpetua, que le quita sentido a su vida.

Siempre me alegraré de haber recorrido el proceso transexual, porque esto me ha permitido sentir que vivo, lo que antes no me sucedía.

Pero como se habrá observado, distingo entre dos conceptos, disforia de género y transexualidad.

Disforia de género, por lo que sea, es un trauma. Transexualidad es una solución a ese trauma.

Las primeras experiencias sobre transexualidad nos han llevado a creer que es la única solución práctica a la disforia de género, incluyendo en el proceso la culminación quirúrgica.

De esta manera, se ha concebido un proceso de dirección única, que en líneas generales se puede describir como cuatro estaciones fijas que serían disforia – hormonación – prueba de la vida real – operación.

Ahora bien, si las causas de la disforia de género están, como supongo, en la falta de una experiencia homoafectiva en la niñez y la adolescencia (y en cambio soledad, rechazo, acoso, etc), mi experiencia personal me dice que la experiencia homoafectiva puede darse en cualquier momento de su vida, haciendo disminuir la disforia de género (pero no desaparecer), con lo cual cambian los datos del problema.

Si la disforia de género puede variar de intensidad, su expresión también puede relativizarse. Puede dat lugar por ejemplo a identidades o formas de adaptarse a la realidad tan sencillas y elementalmente graduadas como el simple afeminamiento, o el travestismo ocasional, que expresarían sin embargo determinadas intensidades bajas de la disforia de género.

No es forzoso, por tanto, que una persona disfórica de género tenga que pasar socialmente de una identidad masculina a una identidad plenamente femenina.

Sin embargo, como también sé por experiencia, de alguna forma hay que llevar adelante un proceso de expresión, para poder conocer los límites que corresponden a la propia personalidad.

Cuando la expresión queda completamente bloqueada, el impulso disfórico permanece igualmente congelado, en el terreno de los sueños, el exclusivamente interior, puesto que no puede llegar al terreno de la realidad, donde puede interactuar con otras realidades y modificarse en más o en menos.

Pero también la expresión real puede graduarse, y de cada momento de expresión se deducen experiencias que nos dicen cuál es nuestra verdad en la relación con otras personas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Kim,

Me parece muy interesante tu comentario, como casi todos los tuyos.
En muchos de tus comentarios veo que utilizas la expresión experiencia homoafectiva, y que le das mucha importancia en tu desarrollo como persona transexual y en general hablando de la transexualidad. No tengo claro exactamente a lo que te refieres con ello...Algunas veces leyéndote he creído entender que piensas que si en tu infancia u adolescencia hubieras tenido algún referente masculino positivo, algún amigo homosexual... en vez de transexual podrías haber derivado en homosexual, aunque quizás esté equivocado y la cosas no sea tan simple...
Por otro lado estoy de acuerdo contigo en que la disforia de género es algo que se puede relativizar y graduar.Muchas veces da la impresión de que la operación quirúrgica es el único destino, pero como se suele decir cada persona es un mundo.
Yo por ejemplo no me veo a mi mismo como una persona disfórica, pero sí creo que puedo tener un pequeño grado de disforia, para empezar creo que el hecho de plantearme si soy disfórico o no ya supone algo. Me siento cómodo con mi género,no me travisto, pero muchas veces en mis fantasías sexuales imagino que soy una mujer,y en el momento de la fantasía me parece algo muy real, pero supongo que para mí el fantasear ya es suficiente y no necesito ir más allá.

Un saludo afectuoso de,

A.

Kim Pérez dijo...

A., muchas gracias por ser amable.

Estoy completamente de acuerdo con tus interpretaciones y valoraciones.

Las experiencias homoafectivas son comunes a casi todas las personas, consistiendo en la admiración, simpatía y afinidad por otras personas del mismo sexo, lo que les ayuda a formar su identidad dentro de ese sexo y a sentirse orgullosos de pertenecer a él.

Freud habló de "fase homosexual del desarrollo", situándola a una edad muy temprana. Yo, sin contradecirle, prefiero decir lo de homoafectiva porque no es sexual en sentido estricto, es la fase de "los niños con los niños y las niñas con las niñas", muy intensa sentimentalmente y que a mi entender se produce en la preadolescencia (desde los siete u ocho años)

Yo no la viví, y eso me falta.

Por eso, lo único que no es exacto en la interpretación que haces es que yo necesitase haber tenido un amigo homosexual, pues lo que echo mucho de menos es haber tenido simplemente un amigo, a quien admirar y que me quisiera.

Es sutil tu interpretación de que puedes tener una mínima disforia por el hecho de que te lo preguntas, aunque creo que la disforia operante, la que te obliga a tomar decisiones, es como el picor; si lo tienes, lo sabes, porque deseas rascarte, aunque, de acuerdo con que dices y lo que digo, si es un sentimiento que admite grados, hay que pensar que es posible un grado mínimo.

Las fantasías de que eres mujer son significativas.

Me alegra hablar contigo de todo esto y te saludo cordialmente,

Kim