En el libro del Breishit (Génesis) casi al principio, hay un apólogo de gran valor filosófico y antropológico.
El Creador les concede a Adán y Eva que puedan comer de todos los árboles del jardín, menos del que está en el centro: el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal.
Entonces, el Enemigo del Hombre les engaña, diciéndoles que si comen, serán como dioses.
Ellos comen, y ven por primera vez con ojos turbios: sienten vergüenza de sus cuerpos. Y luego vienen todos los desastres.
Es fácil entenderlo: los humanos podemos usar toda la Naturaleza; de hecho la usamos en lo que está a nuestro alcance. Pero no podemos decidir lo que es bueno y malo; esto está por encima de nuestra voluntad, como la verdad está por encima de nuestra voluntad; o la lógica. ¡Cuántas veces, cuando hemos hecho algo mal, querríamos que la verdad y la lógica fueran lo que nos conviniera y no lo que son!
Los humanos querríamos ser como dioses, crear el mundo y sus leyes morales a nuestra conveniencia; pero con la inmensa fuerza que tenemos, eso no lo podemos; no podemos decidir el bien y el mal, aunque quisiéramos. Están ahí.
El Tanah (la Biblia) dice cuál es ese bien y mal. El Profeta Oseas lo decía muy claro:
“No existe ni verdad
ni cariño
ni conocimiento de Dios en esta tierra.
Perjuran
mienten
asesinan
roban
adulteran
violentan
sangre y más sangre”
Esto es horroroso. No podemos ni concebir que alguien decida que eso es "bueno", aunque algunos lo han intentado (materialistas dialécticos) Esa ley del bien y del mal está por encima de nuestra voluntad. Está ahí. El Tanah no razona cómo se justifica esta ley. Pero, en lenguaje filosófico, podemos encontrar una razón, válida para quienes creen en el Creador y para quienes no: el criterio de la práctica.
Sin embargo, muchas veces aborrecemos esto y desearíamos lo contrario. Nos figuramos que podemos conseguirlo. A esto le llamamos ética de la Liberación y la Transgresión. Por principio: Transgresión de todo; Rebeldía general, contra todo. Como dioses.
La ética de la transexualidad se presenta a veces, tanto por nuestros amigos (liberacionistas) como por nuestros enemigos (Dios mío, los cristianos que no saben ser cristianos) como una ética de la Transgresión.
No lo es; simplemente nos encontramos con una situación, un dolor, un desajuste, que en realidad no viene de nosotras, sino de que nuestra cultura es estrechamente binarista. No transgredimos por transgredir. No lo transgredimos todo.
Transgredimos un Código de Género, vigente en nuestras costumbres, que es binarista y por tanto injusto. Y en el Árbol del Bien y del Mal, una de las frutas que no podemos arrancar, que está por encima de nuestra voluntad, es la llamada a la justicia que provoca la injusticia.
Seguimos el orden del Bien y del Mal cuando hemos llorado o hemos sido maltratadas por nuestros enemigos y hemos deseado otra cosa.
2 comentarios:
Querida Kim:
Cuando oigo hablar de bien y mal como absolutos, siempre me acuerdo de la fábula del gentilhombre chino al que un accidente dejo gravemente herido a su hijo, al que tanto quería. El mal en forma de desgracia se cernía sobre su familia... al poco, llegó una orden del emperador reclutando a todos los jóvenes para la guerra contra los hunos (una casi segura sentencia de muerte), de la que se libró su hijo por sus heridas... el mal transformado en bien, según la circunstancia.
La justicia y la injusticia... Ufff! Por fortuna, el Derecho se establece como una rama práctica de la lógica, y así sabemos que discriminar a las mujeres es injusto por mucho que diga lo contrario la "justicia divina" del Corán, por ejemplo...
Para los ultracatólicos (pero no-cristianos), lo justo es discriminarnos y castigarnos por ser como no podemos evitar ser, y de lo que no tenemos culpa alguna...
No sé si es muy acertada la referencia al génesis y a la biblia, con sus antecedentes de salvajismo...
Muchos besos!!
Querida Ángela,
Me gusta la frase de Oseas porque alude a un mal muy grande.
No absoluto; nada humano es absoluto; pero muy grande. Terrible. Hay épocas, hay circunstancias, en las que ese horror reina.
En cuanto a la Biblia, te matizaré exactamente mi criterio: la veo como un documento histórico, no bajo una idolatría del texto, adoración que solo reservo a Dios.
Pues bien, entre las barbaries que documenta y elogia, entre los escombros acumulados sobre los relatos primitivos, orales, por los escribas al servicio del poder, veo fulgurar una luz fresca, que atribuyo a Dios, especialmente en los profetas (que eran rurales y medio locos pero a veces se ganaban el respeto de la gente) y en algunos fragmentos como éste, que denotan el culto ambiente de Babilonia...
Kim
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