Con unos doce años, me emocionó leer una novela sobre unos guardiamarinas británicos que en el siglo XIX hacían un viaje en un gran bergantín por los mares del Sur.
Eran muchachillos muy disciplinados, ingenuos, buenos, nobles, buenos compañeros (me imagino, ya no me acuerdo bien), que llevaban uniformes inmaculadamente blancos que correspondían a su manera de ser.
Por eso lloré mucho, leyendo aquella historia y pensando que yo no podría ser uno de ellos.
Un año después llegó mi pubertad y no pude aceptar lo que significaba ser varón.
Viviendo en un medio binarista sin fisuras, en 1954, si yo no quería ser varón, no podía ser más que mujer.
Aquella perspectiva me atrapó. Era fascinante, superponer sobre mi figura una figura de mujer. Sería bella, querida, admirada, respetada (era un iluso de trece años)
Era tan fuerte, que durante años y años estuve persiguiendo aquel sueño.
Sin embargo, algo no encajaba y periódicamente me desengañaba de él, pasando a vivir una temporada en un estado de frialdad, impersonalidad y sentido del deber. Luego volvía la fase transexual, ardiente, apasionada, vital, loca...
De todas formas, cuando vi que esas vacilaciones se repetían en un ciclo, no pude decidirme a hacer ninguna transición, temiendo que volviera el desengaño. Incluso decidí, con treinta y dos años, renunciar del todo a mis sentimientos, que no me llevaban a ninguna parte.
Hasta que, al cabo de muchos años, el estado de ansiedad, casi frenesí y casi locura en el que llegué a encontrarme, me hizo decidirme y hacer la transición, en lo que acerté, pues a partir de entonces me estabilicé y hallé primero un estado de felicidad gracias a mis amigos, y luego un estado de bienestar en el fondo permanente.
Cuando me operé, de manera privada, pues no existía entonces la atención pública, me hubiera gustado decirle al cirujano que se limitara a quitar los genitales masculinos, que no me hacía falta que hiciera los femeninos, pero desistí, para que no fuera a denegarme la operación suponiendo que estaba trastornada.
Durante todos estos años, en tono menor, han reaparecido las antiguas vacilaciones, con el pensamiento de que yo no soy exactamente una mujer, aunque el haber dejado de ser varón las compensaba.
Sin embargo, gradualmente, fui tomando conciencia de la realidad del no-binarismo de género. Ya el año 2000 empecé a ver que lo de ser mujer, era ser "más o menos" mujer, lo que me dejaba bastante campo para entenderme. Despertar fue lento y trabajoso, pero en 2009 ya estaba despierta del todo, aunque un poco desnuda, recordando mi antiguo entendimiento de mí mismo como distinto de los varones, como ambiguo, es la palabra exacta, un sentimiento ingenuo, inocente y limpio, de mis once o mis doce años, que ahora estoy dispuesta a mantener precisamente por la realidad de su inocencia, que puede acercarme a las lágrimas.
Resulta entonces que, en efecto, yo no podía y no quería ser varón, como lo eran todos los que me rodeaban, pero que eso no significaba que tuviera que ser mujer.
Podía ser ambiguo, o intersexual, ahora lo sé. Lo que era, lo que siempre he sido. Un ángel sin sexo, pero enérgico, decidido, San Miguel con la espada en la mano. Un guardiamarina con uniforme inmaculado.
Tenía que aprender a ser yo mismo. Como me dice mi amigo Pablo Vergara, he acabado por transitar de VaI, de varón a intersexual. Lo he aprendido del no-binarismo de género o, en términos positivos, de la Teoría de Conjuntos Difusos de Sexogénero. No hay sólo hombres y mujeres; también estamos los intersexuales. No hay sólo heteros; también hay los homos; y los bisexuales... Existimos, tenemos derecho a existir.
5 comentarios:
Kim, querida:
De nuevo te repito, y lo haré siempre, que tu identidad de género es al menos dual, y tan compleja, que tratar de "capturarla", como haces permanentemente, es tarea condenada al éxito solo momentáneo.
Yo creo que está en el conjunto difuso mujer-hasta-intersexual, y fluctua, en más o menos...
Eso hace que sea más fácil ver lo que no es, un varón (porque eso es lo que más te desagrada aparentar)que lo que es.
Y sí, debes no dejar de usar falda, ni de usar pantalones...¿por qué limitarse?...
Muchos besos!!
Ángela.
Vuelvo a casa tarde y cansado. La climatología ha sido molesta. Tengo mucha prisa: Ducharme, abrazar a mi esposa e hijos. Besarlos hasta el cansancio. Cenar y emborracharme de amor y vino esta noche “cristiana” en la que no creo.
Pero no quería ni podía, amiga Kim, dejarte si un saludo para esta noche.
He leído muy rápido tu “estado de revista” Y el sensato comentario de Ángela Yi. Me recuerda un tiempo en la base aérea de Tablada, donde me hice piloto. Francamente era horrible tanto estado de revista.
No deberías pasarte tantas auto-revistas. Disfruta de la vida. Sal a la calle en pantalón o con falda y pintadita de domingo. Toma copas y ríe al cielo. Sé feliz.
Un beso.
Estimado Aviador,
veo que has tenido un vuelo tempestuoso pero que has llegado a un remanso al aterrizar (debidamente)
O más que a un remanso. Una isla del Mar del Sur.
En cuanto a mí, voy avanzando en una autocomprensión cada vez más heterodoxa pero estable.
Lo de buscarla es para mí como salir en vuelo como tú, para descubrir nuevos parajes.
En cuanto a la Navidad, me contento con la visión histórico-crítica de Yeshua, que sigue siendo interesante. No el Mesías, sino un joven cuya vida fue hermosa (Pasolini)
Kim
Querida Ángela,
es que, como le digo al Aviador, me encanta volar y buscar nuevos territorios!
Estoy muy contenta de todo lo que voy descubriendo!
El panorama del No-binario se va abriendo delante de nosotros, con perspectivas inesperadas!
Kim
Kim cuanto aportan tus escritos, gracias.Es hora de contar detalles de mi vida.Detalles que se repetirán en tanta gente , ángeles sin sexo,obligados a ser un lado del binario.Un lado oscuro en mi caso.
Si me preguntan ¿Eres gay? Respondo Si. Pero al leerte, vuelven a mi mis pensamientos rechazados por mi mismo, quizás fruto de esa necesidad que tuve siempre de mantenerme a un lado del binarismo.Y es que si quería relacionarme con hombres yo siempre creí que debía ser gay.Y nunca me identifiqué con ellos, a pesar de que jugué a ser el más gay, tanto que me lo creí y me olvidé de las chicas.Pero en mi caso aún hay muchas dudas que se aclaran al leerte amiga( permiteme llamarte así), eres tan cercana.
Tengo en mi un cojunto difuso que empieza a ser un conjunto claro, YO MISMO.
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