Publicado previamente en
http://arcoiris-difuso.blogspot.com
Por Kim Pérez
Todos sabemos que somos hombres y mujeres. Éste es un dato básico de nuestra cultura. Y de nuestras leyes. Cuando nace un niño, tiene que ser dado de alta como hombre o como mujer. Y en los documentos de identidad, hay sólo dos alternativas: hombre o mujer.
Sin embargo, todos sabemos también que nacen niños intersexuales. Pero se considera que esa es la excepción que confirma la regla, y hay que meterlos, aunque sea a empujones, en una de las dos casillas, hombre o mujer.
También sabemos que, cuando crecen, hay hombres que no están a gusto siendo hombres, y mujeres que no querrían ser mujeres. Se nos llama transexuales, y también tenemos muy claro que, si no somos lo uno, tenemos que ser lo otro. También, aunque sea a empujones, tenemos que ser mujeres u hombres.
Por tanto, la realidad cultural y legal es que hay hombres y mujeres, y quienes no se ajusten, tienen que ser hombres o mujeres.
Esto se llama “binarismo de sexogénero”. Significa que la realidad física y físicopsíquica, o mental, tiene que ajustarse aunque sea a empujones dentro de una supuesta realidad cultural y legal, que en el fondo, es una fantasía.
La realidad real, la verdadera, es mucho más variada, más difusa. Hay un No-binario. El universo natural del sexogénero es no-binario. Hay hombres, mujeres, hombres femeninos, mujeres masculinas, intersexuales, transexuales, todos en grado diverso. Lo sabemos verdaderamente, no hace falta más que abrir los ojos, sólo que la realidad virtual de nuestra cultura nos hace olvidarnos.
Es como una “matrix” que nos hace ver que sólo hay dos donde en realidad hay más clases. Cerramos los ojos después de abrirlos.
Lo interesante es que esta “matrix” es un sistema de dominación.
Sabemos que en la cultura tradicional hay sólo hombres y mujeres, y sabemos también que, en ella, los hombres son los dominadores y las mujeres las dominadas.
O sea, que la distinción entre dos, se transforma en voluntad de dominación; o la voluntad de dominación se transforma en distinción.
La dominación es binaria, desde luego. Quien quiere dominar, admite sólo dominados. Si admitiera terceros, personas libres, su dominación podría verse comprometida. Podría haber alianzas inesperadas, etc
¡Nada de eso! Dominador y dominados. Si acaso, dominadores y dominados.
La dominación primordial, la más básica: hombres y mujeres.
Sólo que “hombres” y “mujeres” se definen matricialmente, binaristamente, dejando a un lado a quienes convenga, o burlándose y apartándonos mediante la burla, o matándonos directamente, porque rompemos el esquema binarista.
(Ese esquema de dominación no ha existido siempre; no existió cuando la forma de vida era recolectora –por ejemplo, en “Los dioses deben de estar locos”- cuando en la práctica, hombres, mujeres y hasta niños aportaban alimentos por igual; existió cuando surgió la gran caza organizada, en la que los varones tenían que alejarse del campamento para cazar a los grandes animales, y las mujeres tenían que quedarse en él con los niños, etcétera...Es una larga historia)
A medida que rompemos la dominación, rompemos el binarismo.
Quien quiera, hoy, ir contra la dominación de unos humanos por otros, tiene que ir contra el binarismo, la primera y fundamental de las dominaciones, la que entrena en la dominación, uniéndola al placer sexual.
La que hace desear la dominación.
No se puede ser no-dominacionista y seguir siendo binarista.
El feminismo empezó en el siglo XIX siendo la mayor fuerza del liberacionismo o no-dominacionismo de sexogénero; a imagen suya, nació el movimiento gay a mediados del siglo XX; y poco a poco, en un movimiento y otro, fueron surgiendo los conceptos no-binaristas (teoría queer)
Pero ha hecho falta el nacimiento del movimiento trans para que, naturalmente, el movimiento no-binarista se defina y se universalice, ya en el siglo XXI.
Vemos con toda claridad que el feminismo, el movimiento gaylésbico, el movimiento trans, y bisexual, e intersexual, del siglo XXI, tienen que ser liberacionismos de sexogénero, cada uno en su ámbito, no-dominacionismos, no-binarismos, sabiendo que la realidad de sexogénero entera es No-binaria, difusa, como un arcoiris.
Por Kim Pérez
Todos sabemos que somos hombres y mujeres. Éste es un dato básico de nuestra cultura. Y de nuestras leyes. Cuando nace un niño, tiene que ser dado de alta como hombre o como mujer. Y en los documentos de identidad, hay sólo dos alternativas: hombre o mujer.
Sin embargo, todos sabemos también que nacen niños intersexuales. Pero se considera que esa es la excepción que confirma la regla, y hay que meterlos, aunque sea a empujones, en una de las dos casillas, hombre o mujer.
También sabemos que, cuando crecen, hay hombres que no están a gusto siendo hombres, y mujeres que no querrían ser mujeres. Se nos llama transexuales, y también tenemos muy claro que, si no somos lo uno, tenemos que ser lo otro. También, aunque sea a empujones, tenemos que ser mujeres u hombres.
Por tanto, la realidad cultural y legal es que hay hombres y mujeres, y quienes no se ajusten, tienen que ser hombres o mujeres.
Esto se llama “binarismo de sexogénero”. Significa que la realidad física y físicopsíquica, o mental, tiene que ajustarse aunque sea a empujones dentro de una supuesta realidad cultural y legal, que en el fondo, es una fantasía.
La realidad real, la verdadera, es mucho más variada, más difusa. Hay un No-binario. El universo natural del sexogénero es no-binario. Hay hombres, mujeres, hombres femeninos, mujeres masculinas, intersexuales, transexuales, todos en grado diverso. Lo sabemos verdaderamente, no hace falta más que abrir los ojos, sólo que la realidad virtual de nuestra cultura nos hace olvidarnos.
Es como una “matrix” que nos hace ver que sólo hay dos donde en realidad hay más clases. Cerramos los ojos después de abrirlos.
Lo interesante es que esta “matrix” es un sistema de dominación.
Sabemos que en la cultura tradicional hay sólo hombres y mujeres, y sabemos también que, en ella, los hombres son los dominadores y las mujeres las dominadas.
O sea, que la distinción entre dos, se transforma en voluntad de dominación; o la voluntad de dominación se transforma en distinción.
La dominación es binaria, desde luego. Quien quiere dominar, admite sólo dominados. Si admitiera terceros, personas libres, su dominación podría verse comprometida. Podría haber alianzas inesperadas, etc
¡Nada de eso! Dominador y dominados. Si acaso, dominadores y dominados.
La dominación primordial, la más básica: hombres y mujeres.
Sólo que “hombres” y “mujeres” se definen matricialmente, binaristamente, dejando a un lado a quienes convenga, o burlándose y apartándonos mediante la burla, o matándonos directamente, porque rompemos el esquema binarista.
(Ese esquema de dominación no ha existido siempre; no existió cuando la forma de vida era recolectora –por ejemplo, en “Los dioses deben de estar locos”- cuando en la práctica, hombres, mujeres y hasta niños aportaban alimentos por igual; existió cuando surgió la gran caza organizada, en la que los varones tenían que alejarse del campamento para cazar a los grandes animales, y las mujeres tenían que quedarse en él con los niños, etcétera...Es una larga historia)
A medida que rompemos la dominación, rompemos el binarismo.
Quien quiera, hoy, ir contra la dominación de unos humanos por otros, tiene que ir contra el binarismo, la primera y fundamental de las dominaciones, la que entrena en la dominación, uniéndola al placer sexual.
La que hace desear la dominación.
No se puede ser no-dominacionista y seguir siendo binarista.
El feminismo empezó en el siglo XIX siendo la mayor fuerza del liberacionismo o no-dominacionismo de sexogénero; a imagen suya, nació el movimiento gay a mediados del siglo XX; y poco a poco, en un movimiento y otro, fueron surgiendo los conceptos no-binaristas (teoría queer)
Pero ha hecho falta el nacimiento del movimiento trans para que, naturalmente, el movimiento no-binarista se defina y se universalice, ya en el siglo XXI.
Vemos con toda claridad que el feminismo, el movimiento gaylésbico, el movimiento trans, y bisexual, e intersexual, del siglo XXI, tienen que ser liberacionismos de sexogénero, cada uno en su ámbito, no-dominacionismos, no-binarismos, sabiendo que la realidad de sexogénero entera es No-binaria, difusa, como un arcoiris.
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