domingo, diciembre 05, 2010

La busca de la Verdad





Si yo tuviera un hijo, al tener que educarlo, movida por el amor hacia él, querría que aprendiera el pensamiento científico crítico, analítico, metódico, antes que el religioso, que toca planos muy profundos de la vida humana, pero que está demasiado lleno de emociones y dogmatismos. Al enseñarle ese orden de las afirmaciones, le estaría dando seguridad para el futuro y confianza en mí.

Sólo una preparación crítica permite seguir con fundamento las afirmaciones religiosas, distinguiendo lo que aprendió a distinguir Hesíodo ya en el siglo VIII aC, las mentiras que parecen verdades y las verdades que parecen mentiras.

Esto quiere decir que le enseñaría a respetar por encima de todo la verdad, de manera absoluta para sí mismo, puesto que mentirse o no atreverse a afrontar la verdad es ponerse en peligro de un desastre.

Le enseñaría que del respeto a la absoluta verdad para sí mismo nacen la necesidad del estudio, la conveniencia del diálogo para hallarla, la humildad ante los propios errores, la honradez o rectitud, que es actuar conforme a la verdad, la sinceridad para los otros, que es decirla en la medida de lo que sea posible.

¡Tantas buenas cualidades dependen del respeto a la verdad! En realidad, los humanos nacemos y vivimos para la verdad. Para ella debemos desarrollar nuestros cuerpos, que son como un escalón para nuestras almas, ávidas de conocimiento. El desarrollo de la salud y de la inteligencia y todo lo que lo favorece es bueno, lo que lo impide, o lo estorba, es malo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito Kim! Me gusta lo fresco que escribes últimamente, es casi poesía! Besos desde Madrid, Juana

Kim Pérez dijo...

Gracias, Juana! Me alegra como no te puedes figurar que te parezca casi poesía.

Kim