domingo, agosto 05, 2007

Explicación de la homosexualidad y la transexualidad mediante la homoafectividad




Me está pareciendo que el mecanismo que explica la homosexualidad tanto como la transexualidad es el de homofilia u homoafectividad, pero en un caso por intensidad y en el otro por carencia.

La homofilia u homoafectividad es un mecanismo de pertenencia o de grupo, común a todas las personas, que tiene como efecto formar la identidad de género, que es una identidad de grupo, o imposibilitarlo, si queda frustrado.

Es el sentimiento de "los niños con los niños y las niñas con las niñas", y el que explica que los hombres estén a gusto en las reuniones de hombres y las mujeres en las de mujeres.

La homofilia es un mecanismo necesario por tanto para afirmarse primero como persona sexuada y para formar después la conciencia de la heterosexualidad que, en los seres humanos, no es sólo un reflejo, sino un complejo pulsional.

En la homosexualidad, la homofilia es tan intensa, por haberla experimentado positivamente, que se sexualiza convirtiéndose en necesidad y se absolutiza, excluyendo del todo las experiencias heterosexuales. En los homosexuales varones se simboliza en el falo, como imagen que une todos los significados homófilos.

En la transexualidad, la falta de experiencia homoafectiva o la experiencia negativa de los sentimientos homófilos, produce una falta de identidad y por tanto una carencia de autoafirmación, que se compensa mediante una identificación cruzada que, si se forma antes de la pubertad, no está sexualizada, y si se forma después, se sexualiza.

Pero los sentimientos homoafectivos primarios pueden subsistir más o menos y expresarse también sexualizados en forma de amor a personas en las que es posible reconocerse o verse a sí mismo idealizadamente.

Si todo esto es cierto, añadiré que comprender una explicación no sustituye a una experiencia, pero la relativiza al comprender sus mecanismos. Homosexuales y transexuales vivimos una experiencia de plenitud en un caso, y hambre de llegar de nuevo a ella, y de frustración en el otro. No es posible renunciar a la plenitud ni hacer como si no existiera la frustración.

La experiencia homoafectiva existe o falta, estructura la personalidad, pero su interpretación se transforma. Un "te amo" se convierte en un "te necesito para existir" o un "quiero ser mujer" en un "quiero que me quieras".

Yo he llorado de emoción identificándome con unos guardiamarinas británicos, perfectamente uniformados de blanco, que navegaban por los Mares del Sur. También he llorado, repitiéndole "quiero ser mujer" a una amiga entre las pitas y chumberas de un monte de Granada. Es el mismo sentimiento, aunque parezca contrario, y comprenderlo, unifica la personalidad y ayuda a expresarlo relativizadamente.

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