lunes, julio 30, 2007

Ambiguo

Una vez más le cambio el nombre a esta página. Ahora se llama Ambiguo.

En medio de la angustia que me produce la definición de mi identidad, había optado durante muchos meses por definirme como disfórica, porque la disforia, descontento, disgusto, desadaptación de género, ha sido lo más real y constante en mí; podía intentar usar esta palabra como mi identidad.

Pero la disforia es un malestar, una enfermedad se mire como se mire, y nadie puede definirse por una enfermedad. Los verbos castellanos ser y estar resultan a este efecto muy claros. Se está enfermo; no se es enfermo, salvo en las enfermedades crónicas y aun en éstas esperando la curación.

Por otra parte, en las expresiones trans, transexual o travesti, no me hallo desde hace años. Si una persona se define como mujer y punto, no es mi caso. Si le emociona travestirse, ya no es mi caso. Me ha motivado profundamente durante muchos años, pero ya no. Ahora ya es sólo una rutina, más bien confortable, pero incómoda cuando se supone una identidad que no hay en mí.

En una palabra, veo hoy con claridad que las trans no son un grupo de pertenencia para mí, esos referentes con los que todas las personas necesitamos identificarnos. Por eso no tengo ya temas de conversación con las trans y por eso he llegado a querer cambiar el mismo concepto de trans para hacerme sitio a mí. No, el concepto de trans vale para quienes son trans y no es mi caso.

Me acojo a mi antguo concepto de ambiguo para definirme a mí mismo y que es el más inclusivo. Por ambiguo se entiende mi falta de virilidad y el resultante delicado que me gusta. Es una afirmación positiva. Se entiende también mi inadaptación a un mundo masculino que siempre quiere serlo más, cuando yo quiero serlo menos. Se entiende por tanto mi disforia profunda, mi repulsión hacia los genitales, mi operación que entiendo como dejar de ser masculino de esa manera, pero no como ser femenino; se entiende incluso mi travestismo compulsivo de tantos años, que me era necesario como símbolo y simplificación de todo lo que sentía, más útil para ser imaginado que para ser vivido con todas las consecuencias.

Ser ambiguo para mí significa en particular situarme en los jardines que tanto amo y ver mi imagen en ellos como la de una grácil estatua. Tambén haber amado a otros muchachos ambiguos como yo justamente porque son ambiguos como yo y yo soy como ellos; puedo ver mi imagen en la suya. Significa la literatura, el arte, como lo más íntimo de mi vida.

También entra aquí el travestismo pero como tal travestismo, es decir como un símbolo externo de algo que se superpone a una realidad diferente. Un transvestista no es una mujer; simplemente, usa ropa de mujer para mostrars a sí mismo y a todos algo sutil que puede ser esa misma ambigüedad.

Pasando de lo personal a lo colectivo, puede usarse, en vez de la palabra ambiguo, que resulta ambigua, la palabra intersexual. Hay intersexuales fenotípicos e intersexuales psíquicos. Unos y otros pueden tener distintas identidades, pero la de intersexual me parece la más firme. Explica muchas cosas y entran en ella muchos aspectos de nuestras vidas. No está todavía arraigada en el discurso social más que como hecho médico; hay también que defenderla como identidad.

Quizá en ella pueda encontrar a mi grupo de pertenencia, o mejor, estoy seguro. Por eso lo he encontrado en parte en los gays con gran asombro por mi parte, porque también soy distinto de ellos. Pero hay en ellos experiencias de inadaptación juvenil como las mías y a menudo una sensibilidad como la mía y hasta un narcisismo como el mío que me los hace muy cercanos. Me acuerdo también de aquella foto de un muchacho muy guapo que había sido considerado como niña hasta que espontáneamente se aclaró su sexo físico, y que me parecía sensitivo e inteligente. Era un intersexual y yo tendría cosas que compartir con él.

No hay comentarios: