Por Kim Pérez
Publicado en CarlaAntonelli.com el 5 de septiembre de 2010
No todas; lo diré en honor de muchas buenas amigas; pero un sector de feministas ha caído en lo más primitivo que suelen caer algunas mujeres: un nuevo puritanismo, una beatería, una gazmoñería, una sexofobia de la que están siendo víctimas numerosos mujeres biológicas y transexuales: las que realizan el trabajo sexual.
Las palabras que he empleado muestran cuál puede ser la opinión general, el juicio de nuestra cultura de fondo sobre esas posiciones: puritanas, beatas, gazmoñas. Las pongo aquí y las repito para situarme en el terreno de la realidad y esperar que haya quien lo pueda ver y hasta quien se arrepienta de tanta exageración.
Es preciso decir, enseguida, que no son todas las feministas, no lo son, las que están involucradas en esta cursilería dañina.
En España, están libres de ella mujeres como Cristina Garaizábal, que hace tiempo que viene trabajando por los intereses de las prostitutas en la asociación Hetaira, incluyendo a las prostitutas transexuales.
No sé, de un sector y otro, cuáles serán las mayoritarias; pero sí puedo decir que las puritanas son las que están en el poder en este momento, bajo el calificativo de “abolicionistas”. Y sus aliados son inquietantes: las patrullas de vecinos.
Hago una llamada al sentido común. ¿Se puede abolir la prostitución? O dicho de otra manera, ¿se puede abolir el sexo?
El sexo en el que se integran parejas felices e individuos más o menos ansiosos de sexo, que tienen que pagarlo porque si no, no lo tendrían, así de sencillo. Supongamos que, con la más antigua y la más represiva de las mentalidades, se decreta que esta segunda forma de sexo es ilegal. Habrá multas, ¿pero se impedirá? ¿O simplemente se lo hará clandestino, añadiéndole toneladas de marginalidad?
Los puritanos de América ya consiguieron un éxito histórico, ante un deseo un poco menos fuerte que el sexual: el del alcohol.
Promulgaron una Ley Seca, una ley abolicionista del alcohol, y supongo que creyeron haber triunfado. Pero lo que consiguieron fue la creación de garitos con mirilla y contraseña, el desarrollo de un negocio clandestino del alcohol, el alimento para los gangs y los gángsteres, que lo vieron llegar como un maná.
A los pocos años, fue la Ley Seca la abolida.
¿Hay dudas de que si en España se ponen leyes contra la prostitución, se impide su publicidad legal, se la expulsa hacia los polígonos más invisibles, se llega a multar a las prostitutas o a los usuarios, etcétera, se están alimentando esas mafias clandestinas, endureciendo a esos proxenetas, dificultando la vida personal de las propias prostitutas, su normalidad, su buena integración social, sus amistades, su capacidad de regular sus propias vidas racionalmente?
El pretexto que se aduce para ilegalizar la prostitución es que es un ataque contra la dignidad y la libertad de la mujer.
Respecto a lo primero, dejen que cada cual defina su dignidad, y sus razones, y ustedes no se pongan a definir dignidades ajenas, porque puede ser que sus razones no sean las mismas que las de cada prostituta.
Respecto a lo segundo, alegan la existencia de un proxenetismo y unas mafias de proxenetas. Pero es como si, para imponer una ley seca, se alegara el alcoholismo. Prostitución y proxenetismo son dos realidades distintas, lo mismo que alcohol y alcoholismo. El proxenetismo y el alcoholismo son dos peligros relacionados con la prostitución y el alcohol, pero es perfectamente posible y frecuente ser prostituta y no caer en manos de proxenetas, o beberse unas cañas y no caer en el alcoholismo.
El proxenetismo, la trata de mujeres, deben ser ilegales, penalizadas, castigadas. Eso es lo que ataca la libertad de las mujeres; y ya está castigado por nuestra ley.
Pero algo falta; algo hace que en nuestra sociedad la prostitución siga siendo una realidad precaria y marginal, primitiva.
Hoy por hoy es libre, pero el trabajo sexual sigue haciéndose en condiciones distintas a las de otros trabajos, que favorecen que el Estado se desentienda o sólo haga caso a las represoras.
¿Cuál es la solución? La legalización definitiva y valiente de la prostitución.
La fórmula de esta legalización es muy simple: SS + IVA.
Para explicarla también sencillamente: todos los derechos de la seguridad social, en un régimen comparable al de los autónomos, gracias a haber pagado los impuestos correspondientes.
Y vigilancia contra el proxenetismo
Publicado en CarlaAntonelli.com el 5 de septiembre de 2010
No todas; lo diré en honor de muchas buenas amigas; pero un sector de feministas ha caído en lo más primitivo que suelen caer algunas mujeres: un nuevo puritanismo, una beatería, una gazmoñería, una sexofobia de la que están siendo víctimas numerosos mujeres biológicas y transexuales: las que realizan el trabajo sexual.
Las palabras que he empleado muestran cuál puede ser la opinión general, el juicio de nuestra cultura de fondo sobre esas posiciones: puritanas, beatas, gazmoñas. Las pongo aquí y las repito para situarme en el terreno de la realidad y esperar que haya quien lo pueda ver y hasta quien se arrepienta de tanta exageración.
Es preciso decir, enseguida, que no son todas las feministas, no lo son, las que están involucradas en esta cursilería dañina.
En España, están libres de ella mujeres como Cristina Garaizábal, que hace tiempo que viene trabajando por los intereses de las prostitutas en la asociación Hetaira, incluyendo a las prostitutas transexuales.
No sé, de un sector y otro, cuáles serán las mayoritarias; pero sí puedo decir que las puritanas son las que están en el poder en este momento, bajo el calificativo de “abolicionistas”. Y sus aliados son inquietantes: las patrullas de vecinos.
Hago una llamada al sentido común. ¿Se puede abolir la prostitución? O dicho de otra manera, ¿se puede abolir el sexo?
El sexo en el que se integran parejas felices e individuos más o menos ansiosos de sexo, que tienen que pagarlo porque si no, no lo tendrían, así de sencillo. Supongamos que, con la más antigua y la más represiva de las mentalidades, se decreta que esta segunda forma de sexo es ilegal. Habrá multas, ¿pero se impedirá? ¿O simplemente se lo hará clandestino, añadiéndole toneladas de marginalidad?
Los puritanos de América ya consiguieron un éxito histórico, ante un deseo un poco menos fuerte que el sexual: el del alcohol.
Promulgaron una Ley Seca, una ley abolicionista del alcohol, y supongo que creyeron haber triunfado. Pero lo que consiguieron fue la creación de garitos con mirilla y contraseña, el desarrollo de un negocio clandestino del alcohol, el alimento para los gangs y los gángsteres, que lo vieron llegar como un maná.
A los pocos años, fue la Ley Seca la abolida.
¿Hay dudas de que si en España se ponen leyes contra la prostitución, se impide su publicidad legal, se la expulsa hacia los polígonos más invisibles, se llega a multar a las prostitutas o a los usuarios, etcétera, se están alimentando esas mafias clandestinas, endureciendo a esos proxenetas, dificultando la vida personal de las propias prostitutas, su normalidad, su buena integración social, sus amistades, su capacidad de regular sus propias vidas racionalmente?
El pretexto que se aduce para ilegalizar la prostitución es que es un ataque contra la dignidad y la libertad de la mujer.
Respecto a lo primero, dejen que cada cual defina su dignidad, y sus razones, y ustedes no se pongan a definir dignidades ajenas, porque puede ser que sus razones no sean las mismas que las de cada prostituta.
Respecto a lo segundo, alegan la existencia de un proxenetismo y unas mafias de proxenetas. Pero es como si, para imponer una ley seca, se alegara el alcoholismo. Prostitución y proxenetismo son dos realidades distintas, lo mismo que alcohol y alcoholismo. El proxenetismo y el alcoholismo son dos peligros relacionados con la prostitución y el alcohol, pero es perfectamente posible y frecuente ser prostituta y no caer en manos de proxenetas, o beberse unas cañas y no caer en el alcoholismo.
El proxenetismo, la trata de mujeres, deben ser ilegales, penalizadas, castigadas. Eso es lo que ataca la libertad de las mujeres; y ya está castigado por nuestra ley.
Pero algo falta; algo hace que en nuestra sociedad la prostitución siga siendo una realidad precaria y marginal, primitiva.
Hoy por hoy es libre, pero el trabajo sexual sigue haciéndose en condiciones distintas a las de otros trabajos, que favorecen que el Estado se desentienda o sólo haga caso a las represoras.
¿Cuál es la solución? La legalización definitiva y valiente de la prostitución.
La fórmula de esta legalización es muy simple: SS + IVA.
Para explicarla también sencillamente: todos los derechos de la seguridad social, en un régimen comparable al de los autónomos, gracias a haber pagado los impuestos correspondientes.
Y vigilancia contra el proxenetismo
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