Mi atención al Dios Único no viene de mi educación, ni de que sea una abstracción (culturalmente variable), ni de que sea una tradición histórica...
Todo eso viene de mi experiencia personal e individual.
El primer indicio fue cuando elegí, para mi Primera Comunión, con 7 años, de la jaculatoria “Que yo esté en Vos, Señor, y Vos en Mí”. Me atrajo de ella la sensación de un flujo seguido por un reflujo de amor. Todo cerrado, como un abrazo.
El segundo, más explícito, fue el deseo, sentado una tarde en el suelo del comedor al despachillo de mi padre, con nueve años, jugando con la tartana y su mulico de lata, de tener un juguete en el que pudiera poner toda mi atención (centrar excluyentemente mi pensamiento) y que valiera por todos. Me puse a buscarlo mentalmente, sabiendo que no lo encontraría, y permanecí así varios días.
=No fue una experiencia mística. Me la despertó el deseo de un juguete, que yo pudiera poseer.
=Representa una necesidad de la conciencia, subjetiva, no una visión objetiva. Pero era tan intensa, que parece que corresponde a la estructura de la realidad.
=Aunque nunca me hubieran hablado de Dios, esta necesidad habría surgido de mi manera de ser. Educarme en una sociedad politeísta o atea sólo me hubiera dejado sin desarrollarla.
=Ahora necesito que mi sentido de la vida tenga un centro, un uno, para que mi pensamiento no se disperse sin sentido y con la angustia de ser arrojado a un desierto en el que da lo mismo ir a cualquier parte.
Esta noche he experimentado la tendencia ahora frecuente a que mi mente se quede en blanco. La relaciono con la fascinación de los ordenadores, cuando acabo una tarea concreta.
En ese momento, mi conciencia me parece como un cristal blando, acuoso, ligeramente oscilante, que contempla una niebla blanca, de la que me cuesta trabajo salir. Más miedo que distensión.
Si quiero pensar en Dios, me encuentro con que no puedo imaginar nada, puesto que Dios es espiritual. Me quedo en esa situación de vacío. Los que han vuelto de un estado de premuerte hablan de la luz intensa que es amor. Bueno, ya tengo una imagen.
Por eso soy estrictamente monoteísta. No puedo poner a Cristo en el sitio del Uno porque necesito algo que no me disperse y que valga a la vez por todo y la imegen humana de Cristo me dispersaría: tendría que pensar en sus distintos hechos, en su figura... Necesitaría esa luz blanca fuerte y amante, y que en ella estuviere todo...<>
En ese momento, mi conciencia me parece como un cristal blando, acuoso, ligeramente oscilante, que contempla una niebla blanca, de la que me cuesta trabajo salir. Más miedo que distensión.
Si quiero pensar en Dios, me encuentro con que no puedo imaginar nada, puesto que Dios es espiritual. Me quedo en esa situación de vacío. Los que han vuelto de un estado de premuerte hablan de la luz intensa que es amor. Bueno, ya tengo una imagen.
Por eso soy estrictamente monoteísta. No puedo poner a Cristo en el sitio del Uno porque necesito algo que no me disperse y que valga a la vez por todo y la imegen humana de Cristo me dispersaría: tendría que pensar en sus distintos hechos, en su figura... Necesitaría esa luz blanca fuerte y amante, y que en ella estuviere todo...<>
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