La noción fundamental que me inspira es la existencia de una matriz matemática que rige la materia (ver Pitágoras, Galileo, Kepler, Newton, Einstein, Planck, Heisenberg)
La atrae a sus formas, sin que nunca pueda llegar a ellas, inmóviles y exactas como teoremas. La distancia entre la matriz matemática y las realidades materiales atraídas por ella es la base de la historia, entendida como la tensión entre la realidad espaciotemporal y la racionalidad atemporal (historia natural inconsciente e historia humana consciente; la moral)
A su vez, esta distancia tiende a obedecer a otras matemáticas, no ya las matemáticas de las formas materiales, sino las matemáticas de su distancia a las formas matemáticas. Estas nuevas matemáticas contienen las de los conjuntos difusos (más o menos; Zadeh), las del caos, etcétera.
Todo ello se presenta subjetivamente a la conciencia humana como una angustia por el sentido, pues la distancia entre lo material y lo racional es temida a menudo como sinsentido.
Sin embargo, el hecho de que la racionalidad sea útil y práctica para entender y transformar la realidad, en planos de razón sucesivamente más profundos, permite entender el deseo de sentido como una esperanza de coherencia. A medida que entendemos los porqués, encontramos satisfacción emocional y paz intelectual. Desde nuestra niñez estamos preguntando y elaborando cadenas de porqués, framentarias, para entender la realidad. Estas respuestas sucesivas nos dan el sentido de nuestra realidad personal y de su distancia con la racionalidad perfecta.
Racionalidad que seguramente colapsará, como el espaciotiempo en el Gran Principio, en un punto sólo accesible como forma de conocimiento a la intuición, tal como nos muestra la experiencia diaria de la abstracción, que consiste en encontrar los elementos comunes entre las distintas realidades, lo que deja necesariamente un residuo de unicidad, de incomunicabilidad racional, que sólo se puede conocer por la intuición.
1 comentario:
El inicio suena a idealismo platónico (nota: de filosofía sé lo del bachiller), esa necesidad de referir la realidad a lo racional, a un mundo superior, ideal y perfecto. Y a su máxima expresión: las matemáticas. No creo que pueda haber una correspondencia exacta entre el conjunto realidad y el conjunto matemáticas (o el conjunto de lo aprehensible con la razón). A medida que éstas (y la razón) avanzan, descubren nuevas correspondencias, en un movimiento perpetuo. Hubo un momento en que me obsesionaba el por qué, como si conociendo una explicación racional, científica, a mis sentimientos pudiera darles curso. No. Creo que era miedo y encontrando un por qué me liberaría de la culpa.
"La transexualidad no es un problema. El problema es no poder expresarse" (Kim Pérez)
Me quedo con el último párrafo. Es la intuición, la comprensión más allá de la razón, la que dota de sentido la vida. Estamos perplejos con la vida. Cada uno/a a su modo.
Como tú intuyes también, la clave que lo explica todo es el amor. El amor como motor de la vida. Yo siento el amor como un fluir de dentro a fuera. Es un rumor que empieza en tu barriga y sale de ti hacia el mundo. No existe sentimiento que se pueda comparar a ese fluir mágico. Yo lo he sentido al poder expresarme como soy, sin miedo, sin vergüenza, con una humilde aceptación de que las cosas son como son. Sin explicaciones.
Un beso
M
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