miércoles, marzo 21, 2012

Tempus non fugit


Si el tiempo fluyente es una forma de percepción de nuestra mente limitada, una realidad subjetiva, por tanto, y no una realidad objetiva, fuera de ella.

Si la Física ofrece una prueba con las observaciones de partículas cuyos movimientos son reversibles en el tiempo (es decir, que van de ahora hacia atrás, no de ahora hacia adelante), lo que indica que todavía existe el pasado y por tanto ya existirá el futuro.

Si, en estados alternativos de conciencia (en el sueño, por ejemplo) podemos ver el futuro, que según nuestra actual suposición, no existiría todavía (y por tanto existe ya), como le pasó a una querida alumna, que vio una noche cómo su hermano sufría un accidente, y vivía amargada, porque no le dijo nada, y su hermano lo sufrió al día siguiente.

Si podemos pasar alguna vez de estos tres "si" condicionales a una afirmación más fuertemente comprobada, entonces la realidad nos ofrecerá una imagen muy distinta.

En ella, todo existirá siempre, intemporalmente. Nuestras existencias serán fragmentos eternos de esa realidas, con un principio y un fin espaciales, no fluyentes. Las relaciones causa/efecto, que asociamos con el tiempo (la causa está antes del efecto), se verán como cercanías espaciales.

Nuestra conciencia, como muestran las precogniciones, podrá salirse del espacio y verlo desde fuera, como un espectáculo. Desde allí verá eternamente los mismos gozos o los mismos horrores, pero ella estará fuera de todo.

Ella verá su participación en lo que haya sucedido, lo que llamamos dentro del tiempo su culpa o su amor, su libertad para elegir lo uno o lo otro, pero, a la vez, conocerá desde fuera esa dimensión profunda de sí misma en la que ella no es culpable ni inocente, solo una espectadora maravillada de una realidad inmensa, un cuadro prodigioso.

O una novela que, mientras se lee, nos salimos de nuestro tiempo y entramos en el suyo, capítulo primero, segundo, tercero... Vemos su principio, su argumento, la secuencia de las vidas descritas en ella, ignoramos su final, pero llegamos a él...

Y al cerrar el libro, todo queda contenido entre sus pastas, perpetuamente, inmóvil, hasta que alguien las abre de nuevo, para recomenzar...

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