miércoles, febrero 07, 2007

Documento de identidad

No soy mujer ni ya quiero ser mujer. Soy varón, pero no quiero tener genitales de varón. Aquí he llegado. Ésta es la fórmula que, hoy por hoy, me describe y por eso digo: soy disfórico.

Lo puedo decir con la o , porque ya he culminado un largo proceso homosentimental de más de dieciséis años, en el que he aprendido a querer a los gays y a identificarme con ellos excepto en la sexualidad.

Por fin se ha formado en mí la barrera diferenciadora de las mujeres, que me pone lejos de su mundo, amándome en el mío, en la imagen de muchacho ambiguo, moreno, fino, absorto, sensible, herido, que fue la mía.

Amando a los que son como yo, porque veo en ellos mi reflejo especular, que ahora puedo reconocer que soy yo.

La negación de los genitales es la expresión de mi herida, ya gustosa porque me define y señala también mis límites frente al común de los hombres, con quienes tampoco quiero fundirme.

¿Podría llegar a no negar los genitales? Tendría que querer mucho a un hombre como yo para llegar a querer que mi cuerpo fuera como su cuerpo y entonces, sí, tal como estoy me diría "¡qué lástima!"

Pero déjame ver mi imagen en una foto, tal como ha sido, fuera de mí como si fuera otro muchacho hy dentro de mí, déjame reconocer su gracia y su belleza y que hago bien amándome justo por mi manera de ser, incluso tal como estoy, porque es una forma de decirlo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo que leo y investigo sobre disforia de género...tansexualidad...veo que es una vida de alguna forma atormentada en el sentido que siempre parece que se está en lucha...siempre un conflicto interno...aunque tambien he leido que en personas disfóricas que han hecho el cambio parece que les va bien en el sentido de que se sienten bien, ahora sí, en su nuevo rol. Pero tambien veo que estas personas, en general, parece que estan siempre en lucha, siempre reivindicando, siempre explicando, siempre justificando, siempre con el miedo por el trabajo, por la discriminación, siempre por la autoafirmación, para mi, el ver todo esto me parece agotador, ¿no valdría mas la pena ser continente, en el sentido de no dar ningun paso, y vivir una vida aunque con conflicto interno con mucho menos conflicto externo?

Anónimo dijo...

Dura realidad la que relatas, pero todo sirve para crecer como persona. En especial, procesos tan complejos como los que relatas.

Un saludo.

Lady Read

Anónimo dijo...

Hola Kim. Ya sé quien eres: ni hombre, ni mujer, que son simples constructos culturales que no salen de la caja cuadriculada mental antropológica..

Ya sé quién eres, un ser humano que no se deja atrapar en el engaño bidimensional de hombre/mujer, macho/hembra, blanco/negro, líquido/sólido..
¿Será que en vez de en 2D estás en 3D?

Si, ya sé quién eres, alguien que ha traspasado, que está por encima del binomio limitador, un amasijo de contradicciones, el joven andrógino de pelo rizado de Muerte en Venecia..

Qué cantidad de dolor produce la esclavitud a los roles de género, qué máquina repartidora de sufrimiento ha creado la propia sociedad, que no hace más que crear confusión y destrucción...

Y ya sé quién eres: un humano sin cascarón, pero que no tiene más remedio que convivir consigo mismo como un mejillón, con unas ásperas conchas que nada tienen que ver con el cuerpo interior..

Un saludo, Rayo de Luz..

Anónimo dijo...

Comentario a anónimo: el problema de la "disforia de género" no es un problema interno, sino un problema externo: es la sociedad quien aliena, quien no acepta, quien no ve y quien no escucha..

Sí, es agotador, pero con esa forma tuya de pensamiento nunca se habría avanzado en nada: piensa en la liberación de la mujer, o de los gays, etc.. ¿Cómo habrían llegado a un nivel de aceptación si se hubieran resignado a seguir como estaban por miedo a los demás?