La Filosofía ha llegado a muy pocas nociones fundamentales, tales que se pueden poner en unos párrafos; cada filósofo puede poner en muy pocas palabras las ideas que ve como una revelación; el resto son vueltas sobre lo mismo y comentarios.
Las nociones básicas, aceptadas en general y ya como léxico común filosófico, son la de la Lógica y el razonamiento, la deducción y la inducción, la intuición, la determinación y el condicionamiento, la materia, el sujeto y el objeto, el fenómeno, y quizás los apriorismos y las estructuras del conocimiento. Creo que entendiendo este vocabulario se comprende lo poco, pero fundamental, que ha descubierto el hombre en Filosofía.
En general se está ya de acuerdo en que la noción de Dios no es una noción filosófica. Pero se puede plantear una cuestión previa: si puede existir algo que no sea material, puesto que Dios sería una realidad inmaterial (que no cambia), no observable materialmente, no manipulable, independiente de la voluntad humana.
Esto es lo que vieron los antiguos que convenía a las Matemáticas, una serie de enunciados que les sorprendían por lo exactos, por lo pensables, y por la imposibilidad de representarlos por medios materiales: el dibujo de un cuadrado no es un cuadrado.
Pero a la vez, una bola (un astro, una gota de agua en suspensión) es una bola, pero a la vez, un esferoide, cuyas relaciones interiores se acercan tendencialmente a las relaciones matemáticas; no es una forma enteramente irregular, sino un esferoide, lo mismo que hay hexagonoides (panales, copos), prismoides (cristales), todos ellos objetos más o menos irregulares pero tendentes a esas formas exactas.
También la relación que se nombra como número fi o proporción áurea (1,618...) está tendencialmente presente en las flores o la distribución de las hojas en un tallo o de las pipas en un girasol o en las falanges de los dedos humanos...
Por tanto, cada uno de esos objetos contiene neblinosamente todas las relaciones matemáticas, las que sabemos y las que no sabemos; sus superficies se detienen cerca de esas formas exactas o las sobrepasan, pero se sitúan relativamente cerca de ellas.
Por eso, la realidad material muestra una tendencia hacia las formas exactas, que por tanto le son transcendentes y existen independientemente de que las pensemos, como se manifiestan en esas formas materiales irregulares que se les acercan.
Las Matemáticas son transcendentales, y las Ciencias Matemáticas, como lenguaje convencional, las van describiendo poco a poco, y no se pueden hallar en su exactitud en el universo material, que sin embargo tiende a ellas.
De manera análoga a la observación de la naturaleza macroscópica, cuyas formas vemos atraídas por esas Matemáticas transcendentales, la observación de la naturaleza cuántica está estructurada de acuerdo con el Cálculo de Probabilidades, exacto, que es una parte de las Ciencias Matemáticas; las realidades observadas conforme a las Ciencias Matemáticas muestran cierto grado de incertidumbre al observador, pero las Ciencias Matemáticas determinan sus relaciones de probabilidad con precisión; pero no agota la realidad, por lo que los físicos cuánticos no pueden retirarse a su gabinete sólo con papel y lápiz para deducir matemáticamente la realidad; sino que tienen que permanecer atentos a los ciclotrones, haciendo investigación inductiva, no deductiva.
Hace falta distinguir entre Matemáticas Transcendentales y una realidad natural que se acerca a ellas pero que no llega a ellas. Las Matemáticas Transcendentales no agotan la realidad material, siempre particular. Las Matemáticas Transcendentales son universales, la realidad material es individual. Por eso, el conocimiento deductivo no llega a toda la realidad material, y debe ser completado por el conocimiento inductivo.
No ya las Matemáticas Transcendentales, sino el razonamiento, se elabora también formando conceptos, que son los elementos comunes entre seres distintos, y uniéndolos mediante proposiciones, a éstas mediante silogismos, etc, lo que deja por definición un residuo de cada ser no conceptuado y probablemente no conceptuable, el de su singularidad.
El residuo de la realidad que no es matematizable es susceptible en efecto de ser razonado en otros escalones de razonamientos; pero también es accesible a otro modo de conocimiento que es la intuición que no se puede conceptuar. No es discursiva, no es gradual, es instantánea, abrupta, se da o no se da. Los conceptos relacionados con ella, como el de bello, la enuncian y se retiran dejando un vacío, porque no pueden continuar el discurso lógico, y por eso las intuiciones son inefables, extralingüísticas en sí.
Únicamente se pueden mostrar, como hace el pintor, o el arquitecto, o el músico o cualquier artista. El novelista o el versificador usan como material el lenguaje, pero sus intuiciones sólo pueden sugerirse, provocarse, aludirse como entre líneas, pero no expresarse, como sabía con plena conciencia un poeta místico como San Juan de la Cruz al comentar sus poemas mayores..
No es lo mismo la critica de arte, que examina sus aspectos conceptuables, que la experiencia artística, o la intuición en general. La experiencia artística puede ser profundísima, pero mostrarse con más o menos arte, como pueden comprender los críticos. La intuición propiamente dicha no se puede razonar. Es una percepción, que se tiene o no se tiene. Los razonamientos son comunicables en lo fundamental (aunque no las intuiciones que suscitan) Las intuiciones son incomunicables. Sólo se puede dar vueltas en torno a las propias, para explicarlas, usando analogías, y teniendo la esperanza de que alguna de ellas libere en quien nos oye la percepción intuitiva; pero si se da, si manifiesta sus propias analogías de entusiasmo o interés, ni siquiera podemos estar seguros de que percibe lo mismo que nosotros.
La experiencia de lo divino, si existe, pertenece al orden de la intuición y por tanto no es comunicable lingüísticamente de manera racional entre los hombres. O se siente o no se siente, y en este segundo caso, por más explicaciones que se den, ninguna adquiere la irrefutabilidad de la intuición. Algunos conceptos aluden a ella, pero se detienen en sí mismos: Uno, Absoluto, Perfección, Pureza, Amor.
En resumen, la intuición percibe las realidades enteras, no fragmentadas conceptualmente, singulares, por lo que se puede decir razonablemente que la intuición de lo divino es legítima, pero no se puede razonar ni por tanto universalizar. Y será la intuición de la singularidad de lo divino.
La existencia de la intuición es para el razonamiento una prueba de que la realidad no es enteramente racional (aunque su racionalidad fuere muy compleja y no hubiere sido asequible a nuestra ciencia) La intuición percibe justamente, y no por un método racional, lo que nuestra racionalidad es incapaz de ver, y lo que ve es la singularidad de cada realidad. Por tanto, racionalmente se puede decir que (proposición condicional) si existe un instrumento de conocimiento tan poderoso como la intuición que no es racional, es que la racionalidad no agota la realidad, y que en ella queda un residuo no racional que es justamente su singularidad.
BINARISMO Y NO BINARISMO DE SEXOGÉNERO
Las Ciencias Matemáticas son la parte cuantitativa de la Ciencia Lógica, que en su conjunto está mucho menos desarrollada. Pero si las Matemáticas son transcendentales también la Lógica debe de ser transcendental, a menos que creamos que sólo las relaciones numéricas lo son..
Hecha la distinción entre Lógica Transcendental y Ciencia Lógica, resulta posible distinguir en ésta entre el conocimiento sistemático, propio de los especialistas, y el conocimiento empírico, propio de la mayoría de la población.
Éste se desarolla también mediante el razonamiento, aunque más fragmentario y más expuesto al error que el ordenado. Pero todos los humanos razonamos, en lo rutinario o en lo acuciante, para entender nuestro medio natural, para manejarlo, para entender nuestras vidas.
Ttambién nos guiamos siguiendo golpes de intuición, pero aún así, no podemos dejar de comprobar racionalmente lo que vemos por intuición. Un “¿por qué?” y su respuesta son las unidades mínimas del razonamiento.
De hecho, no podemos dejar de razonar, ni de saber que las conclusiones lógicas son conclusiones. Por eso, la Lógica nos es soberana. No nos limitamos a expresar en cualquier lenguaje lo que vemos, sino que sabemos que debemos respetar lo que hemos visto, que está sobre nosotros, por encima de nuestra voluntad o nuestros gustos, aunque luego decidamos no respetarlo.
Tomamos de hecho nuestras decisiones basándonos en cadenas lógicas fragmentarias,
que se fundan a la vez en la visión empírica del mundo, que es coherente con la Física newtoniana.
Estas cadenas se forman a partir de un axioma condicional, que se puede enunciar así:
“Si (esto) es verdad, entonces...”. Algunos de estos condicionales están implícitos y fundan órdenes civilizatorios enteros.
Podemos verlo así en una definición fundamental, la de justicia, que los juristas romanos enunciaron como “justicia es dar a cada cual lo suyo”. Si la aceptamos como axioma condicional, entonces extraemos y hemos extraído deductivamente de hecho una serie de consecuencias teóricas y prácticas.
La más importante sería constatar la diferencia entre la justicia ideal y la justicia material (que nos remite a la interpretación platónica de la realidad), lo que insiste en que resulta imposible medirla exactamente su aplicación material sino por aproximaciones, existiendo a la vez una tensión o tendencia a conseguir el pago más exacto que se pueda, y descansar sólo cuando se consigue. Jueces y profesores sabemos de la dificultad y hasta casi imposibilidad de “dar a cada cual lo suyo”, y a la vez de las tensiones propias o de los justiciables para conseguir una remuneración que sea lo más aproximada que se pueda.
Puede decirse que esta diferencia entre justicia ideal y material es suficiente en el orden empírico de la realidad.
En otros campos de la realidad parece observarse esta diferencia. Una cuestión análoga es la sexualidad, que podría definirse lógicamente como “la relación entre un varón y una mujer, estimulada por el deseo y el placer, tendente al intercambio de genes para la reproducción”. Es sólo análoga porque la definición de la justicia es la de un “debe ser”, en manos de los humanos, mientras que la de la sexualidad es la de un “es” abstraído de la observación de la realidad.
Esta definición ideal es binaria, no porque sea un acto que tiene lugar entre dos personas (podría especularse con una relación sexual que requiriese tres personas y dos actos), sino porque supone un “sí o no” en cuanto a su cumplimiento.
En ese binarismo ideal reside la tradicional moralidad sexual, que pretende trasladar a la vida material la integridad de esa lógica, lo que es un error tan grave como si pretendiese realizar materialmente el cuadrado perfecto; de hecho, la planificación imperativa es otro caso de voluntad de racionalización íntegra de las realidades a las que afecta que excluye sus singularidades (este error no se da en la planificación indicativa)
El binarismo lógico puede sostener la trama informática porque traza relaciones basadas a priori en un “sí o no” en las que después se cuelgan los contenidos o programas; otras relaciones, por ejemplo las de contabilidad, se fundan en rigores matemáticos suficientes; pero lo que hay colgado en esas relaciones, tiene todas las complejidades lógicas y extralógicas de la vida real.
Porque la vida material tiene unas condiciones de individualidad que no pueden ser absorbidas dentro de ese binario lógico; no se contienen sólo en un “sí o no” sino también en un “más o menos” (la lógica difusa comienza a aplicarse con gran éxito a grandes partes de la realidad material) No sólo hay uniones entre hombres y mujeres que no pueden reproducirse. También hay personas que no son exactamente hombres ni mujeres, pero tienen una sexualidad, y tienden a unirse con otras personas. Las naturalezas masculinas y femeninas son difusas, hasta el punto de que lo más general es que sean más o menos masculinas o femeninas.
Igualmente hay hombres que no desean unirse con mujeres, y prefieren unirse con hombres, con quienes obtienen esa sensación de placer. Y mujeres que hacen y sienten lo mismo con mujeres. Y también personas calificadas como hombres o mujeres cuyo bienestar depende de cambiar su posición sexogenérica.
Finalmente, la experiencia de las personas que se encuentran más cerca de los bordes de los conjuntos difusos de sexogénero puede ser no renuncian a su individualidad, a su singularidad, y que se definen como personas (un paso más sería definirse por su nombre propio)
Nada de esto es deductivo. Todo requiere una comprensión inductiva, porque es material, y por tanto único en cada persona. Se ajusta más o menos a la sexualidad ideal, o no se ajusta. He pronunciado la expresión “más o menos”. Esto es no-binario, entra dentro de la lógica no-binaria (de las relaciones no-binarias que intervienen entre seres reales) Si pretendiéremos ajustarlo al binario, haríamos la desgracia de muchas vidas, no sólo las de estas personas muy no-binarias, muy fuera de la abstracción binarista que exige un “sí o no”, sino de las personas a las que forzadamente se unieren binaristamente.
Se trata del residuo material y particular de la racionalidad universal y requiere una nueva moralidad cuyo punto primero tiene que ser el respeto a estas realidades individuales aunque no sean lógicas, pues la condición de su existencia es precisamente la falta de lógica; si todos fuéramos completamente lógicos, no existiríamos materialmente. Seríamos teoremas, no personas.
Somos las personas más difusamente alejadas de las abstracciones de la Lógica binaria las que mejor garantizan la libertad individual de todos. Muchos de los que están más cerca de esas abstracciones pueden quedar seducidos por ellas. Sucedió así con las abstracciones binarias que definían a los nobles y sus privilegios en el Antiguo Régimen; fueron los empresarios y financieros, que no tenían lugar en esa abstracción, quienes necesitaron la libertad de abolirla.
De la misma manera, las personas que estamos fuera de la abstracción binaria relativa al sexogénero, necesitamos abolirla. En este proceso encontramos muchas veces la incomprensión y hasta el odio de los no-binaristas, hasta el punto de que el respeto a las minorías sexuales suele ser modernamente el termómetro de la libertad social. Lo que hace que nuestra necesidad de libertad sea visceral, literalmente.
Haré aquí una mención, que al final revelará su interés general, sobre la preocupación sobre la etiología de la homosexualidad o la transexualidad, frecuente entre quienes pertenecemos a las difusas minorías sexuales para justificar nuestra realidad; con ese fin justificatorio de lo que otros veían como irracionalidad, y por tanto condenable, se han usado tanto las etiologías biológicas, primero, como después biográfica, y hasta especialmente política, como rebeldía frente a lo constituido.
Podemos advertir que esta perspectiva que ve a la vez la Lógica y lo que no es lógico, larealidad no-binaria de todo lo material, no necesita usar la Etiología más allá de su naturaleza de ciencia fáctica, sobre lo que es, no sobre lo que debe ser; versa sobre realidades tendenciales, pero fácticas de hecho; la sexualidad tiende por ejemplo hacia una sexuación dual, pero una vez constituída una intersexualidad, existe y debe ser reconocida.
La Etiología, encuentre causas biológicas, o biográficas, o ambas no tiene que ser considerada como legitimadora o no legitimadora de determinadas conductas consideradas como anómalas o extralógicas, queriendo llegar a un logicismo absoluto que incluya la sexualidad regular y la irregular.
No; la realidad material es siempre más o menos lógica, como todos los sistemas no-binarios son más o menos lógicos, no lógicos o ilógicos, es bueno en un plano metafísico que las todas las realidades sean lo que son, individuales, imperfectas, aunque experimenten la atracción del modelo lógico, que cumplirán también en más o menos. En ese más o menos está su moralidad.
3 comentarios:
Estimada Kim: Para un mal estudiante, como fue mi caso, me cuesta captar el hondón de… (bueno, ni por asomo el hondón) lo más esencial de tus conocimientos filosóficos. Bueno, que le vamos a hacer. Como contrapartida he disfrutado con Yo Sefardí, que sí me interesa mucho. Por cierto te aconsejo que leas (aunque supongo que lo conoces) el famoso libro de Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni. El autor mezcla conversaciones entre mundos de diferentes religiones e idiomas, “consiguiendo una hibridez en el lenguaje y la plurisignificación magnifica” (1).
Se desarrolla en el Tánger ciudad abierta y libre de Jane y Paul Bowbles, Tennesse Willians, T. Capote, Gore Vidal, S. Beckett. D. Barnes, P. Highsmith, Genet, Bacon y, por supuesto Barbara Hutton…etc.
Amo Tánger y me retiraré a su corazón en cuanto pueda.
Soy hijo de padre Granadino (Albolote) y madre Extremeña. Espero ir pronto por allí con Rocío, mi mujer, para ver a mis primos que tanto quiero, son gorditos, de caras redondas y coloradas. El color que proporciona el viento helado de Sierra Elvira, donde tienen canteras. Son buena y noble gente, prestos al beso y al abrazo. Y, cómo no, conocerte e invitarte un montón de copas por Plaza Nueva y donde quieras.
Un fuerte abrazo amiga.
(1)El entrecomillado procede del prólogo de la edición de Cátedra.
PD. Seguimos en Almilla. El error al teclear fue Jungiano, pues Almilla es más hermoso que Armilla.
Te dejo una canción que forma parte de mi vida.
Otro abrazo.
Te dejo la canción que se me pasó.
http://www.goear.com/listen/f3afca8/rose-of-cimarron-poco
Estimado Aviador,
de nuevo tengo el gusto de saber de ti. Bueno, hoy quiero poner un comentario, en Filosofía dentro, que me figuro que abrirá terrenos de conversación más honda todavía. Lo escribí anoche, después de leer el librito de Bertrand Russell publicado por el diario "Público", y estoy todavía sorprendida.
Sí, desde luego quiero leer lo de Juanita Narboni. El tema y el aire me apasionan. Marginalidad, Norte de África, religiones...
Maravilloso.
Una parte colateral de mi vida. Mi padre y mi tío, militares allí en su juventud, yo un año y pico en Argel en la mía...
Oiré la canción después.
Muchas gracias, Aviador de nombre con tan hondas resonancias para mí...
Kim
Publicar un comentario