Publicado previamente en http://conjuntosdifusos.blogspot.com
Estamos usando intuitivamente las palabras binarismo y no-binarismo, refiriéndolas al sistema sexo/sexualidad/género, y debemos llegar a usarlas de manera racional.
En cualquier discusión, es conveniente comenzar poniéndose de acuerdo en las definiciones y de esto se trata.
Sabemos que nos referimos a algo dividido conceptualmente en dos y a la convicción de que tal división en dos es incorrecta.
Lo binario es una forma de representación matemática que usa un sistema de numeración 1,0, que también corresponde a un organigrama “sí, no”, o a un concepto de “presencia, ausencia” de una cualidad determinada.
Estos sistemas binarios se han mostrado utilísimos para la informática, hasta el punto de que con ellos se pueden codificar universos enteros (véase la película “Matrix”)
Por tanto, lo binario es una dimensión de la representación lógica/matemática de la realidad que merece todo respeto. Decir que somos antibinaristas en este sentido equivaldría a decir que estamos en contra del sistema métrico decimal.
Yendo a la realidad física, nos encontramos con estructuras duales que no son sin embargo binarias,sino que forman pares de elementos que se requieren el uno al otro, en los que existen a la vez A y B, y sólo A y B (y no A y 0, o 1,0)
La más fundamental es la de los polos electromagnéticos, positivo y negativo. No es binaria porque no se puede describir como “presencia, ausencia”. No es que el polo negativo se pueda definir como “ausencia del positivo”. Al contrario, es que el campo electromagnético está formado a la vez por la presencia de esos dos polos. La presencia de uno de los polos, no presupone la ausencia del otro, sino su presencia. Y no es posible separarlos. Si se parte en dos un cuerpo magnético, sólo se consiguen otros dos campos polarizados.
¡Y nada más que por ellos! No hay tercera polaridad, ni formas intermedias entre las polaridades.
Esto se puede expresar diciendo que lo binario no es lo dual. Lo binario es un sistema matemático, el juego entre presencia y ausencia, 1,0, muy apropiado para la representación de la realidad, y que corresponde a algunas realidades físicas, pero no a todas, y lo dual es otra determinada estructura de algunas realidades físicas, no de todas.
Por ejemplo, es binario el juego Luz/Oscuridad, que corresponde a una presencia/ausencia, y que es por cierto la base del funcionamiento físico de los ordenadores (electricidad/no electricidad, 1,0)
En cambio no es binaria, sino dual la estructura Polo Norte/Polo Sur, y los dos Hemisferios correspondientes, puesto que se basa en el campo magnético de la Tierra.
También podemos considerar realmente dual la estructura espacial izquierda/derecha, que divide algunas partículas en levógiras/dextrógiras o determina la simetría bilateral de muchos seres vivos.
Es verdad que la estructura binaria Luz/Oscuridad tiene un efecto muy considerable en nuestra vida, pues es la base de la experiencia Día/Noche, tan fundamental para nuestra supervivencia, que ha dado lugar metafóricamente a la evaluación Bien/Mal.
Quizá debido a esto, al valor de adaptación trascendental, que experimentamos cada noche desde que somos pequeños, con los terrores nocturnos, nuestra mente tiende a funcionar con criterios binarios y, por confusión, duales, convirtiendo toda la realidad en sistemas de pares, e integrando en nuestros pares representacionales lo que es y lo que no lo es.
Formamos estos pares para representarnos la realidad social (Ricos y Pobres) omitiendo a las Clases Medias, o no considerándolas a efectos teóricos (Burguesía/Proletariado)
Es como si cualquier consideración de lo intermedio perdiese fuerza estética. O como si valorásemos la economía de dicción que supone hablar sólo de dos (“Ricos y Pobres”) y no de tres (“Ricos, Pobres y ¿cuál es la palabra?”)
Esta economía nos lleva, en la política contemporánea, a hablar de Izquierdas/Derechas, omitiendo el Centro, aunque sea determinante para las unas y para las otras.
Y en el fondo, es una estética o una economía similar lo que nos lleva a definir los sexos (Macho y Hembra) o los géneros (Masculino y Femenino), fundándonos en las grandes mayorías estadísticas, pero omitiendo que sabemos que hay personas extrasexuales o extragenéricas
La realidad, fuera de nuestras representaciones, es compleja. Existen estructuras binarias, estructuras duales y estructuras ni binarias ni duales.
En la materia, no sólo existen los protones, con carga positiva, y los electrones, con negativa, sino los neutrones y los neutrinos, sin carga. Y las mismas partículas que se definen por su posición recíproca, en el núcleo u orbitándolo, pueden tener las cargas invertidas (antimateria)
La realidad biológica parte de seres asexuados, que se reproducen por mitosis o mera división celular, pasando todo su ADN de una generación a otra, y llega a la formación de seres que puedan aportar partes de sus ADNs para formar la siguiente generación.
Pero en cada generación, puede haber seres habilitados para aportar sus ADNs y seres no habilitados para ello sino para otras funciones, como en el caso de las abejas y las hormigas, de las que la inmensa mayoría de la población pertenece a esta tercera categoría.
En otras especies, como la humana, la gran mayoría puede aportar sus ADNs pero hay una considerable proporción de seres que no pueden aportarlos y que, de acuerdo con el esquema anterior, deben ser considerados como variantes biológicas y no como hombres o mujeres deficientes. No hay sólo, por ejemplo, personas XX y personas XY, sino personas X0, XXY, etcétera.
Entre los hipocampos o caballitos de mar es conocido que, una vez producida la fecundación en el cuerpo de la hembra, ésta transfiere los zigotos con una verga al cuerpo del macho, al que corresponde la incubación y el parto.
No hay nada metafísico, por tanto, en la distinción Hombre/Mujer, nada que corresponda a una especie de división de la naturaleza entre arquetipos de Masculinidad y Feminidad, sino una mera división funcional que no excluye otras funciones, y hasta variaciones no funcionales, todo lo cual se filtra y bracea en la historia biológica con resultados adaptativos.
Cuando simplemente constatamos con llaneza que junto a los niños y las niñas nacen otras criaturas distintas, y que esto es natural, puesto que es la naturaleza quien lo hace, estamos empezando a liberarnos de una representación simplista que no nos dejaba ver nada más que a los dos grupos primeros y empeñarnos en subsumir al tercero en los dos mayoritarios.
El sistema sexual no es binario, en primer lugar, porque Macho no es no-Hembra, ni viceversa. Ontogénicamente, se puede decir que Macho es Hembra+Andrógenos (simplificando) Como el flujo individual de andrógenos en hembras y machos es diferencial, se puede hablar legítimamente de diversos grados de masculinización en cada individuo, hembra o macho.
Ni siquiera Macho y Hembra son duales, es decir, dos aspectos de una sola realidad, lo mismo que el polo positivo y el negativo (llamados así porque se ha querido llamarlos así, no porque cada uno suponga ausencia del otro) son partes inseparables y siempre presentes a la vez en el campo electromagnético.
Biológicamente, Macho y Hembra son dos funciones relacionadas con la aportación de ADN para formar nuevos seres, que además incluyen muchas variaciones de unas especies a otras, como la inversión del sexo en algunas de ellas y en determinadas ocasiones.
Llegamos entonces a la conclusión de que el binarismo es la tendencia a dividir toda la realidad en dos formas contrapuestas, corresponda o no esta división a las estructuras de la realidad.
Se trata por tanto de una representación no justificada racionalmente del todo, aunque contenga razonamientos fragmentarios y otras nociones impulsadas por distintos factores emocionales, insuficientemente analizados.
En resumen, es lo que se llama una ideología, o racionalización, diferenciando estos conceptos del verdadero estudio racional.
Como ideología no correspondiente a la realidad, el binarismo produce distintos efectos nocivos, como el maniqueísmo Bien/Mal o la distinción radical entre Macho/Hembra o Masculino/Femenino.
Se puede decir que su nocividad consiste en que impone fisuras tajantes donde no las hay, sino más bien un continuo entre las distintas formaciones.
El binarismo intenta representar las realidades no-binarias mediante formas binarias o duales, sin distinguir tampoco entre unas y otras. Estas formas (1,0 y A,B) están caracterizadas sin embargo por ser excluyentes de otros elementos, por lo que el binarismo no consigue dar cuenta de las realidades difusas.
Emplea una lógica booleana o excluyente, apropiada para una parte de la realidad, pero no sabe usar una lógica difusa ni informal, apropiada para otra gran parte de la realidad.
La razón por la que empleamos adecuadamente en nuestra posición la palabra binarismo es porque contiene el sufijo –ismo, muchas veces empleado para designar escuelas, estilos o ideologías, es decir, sistemas de representaciones artísticas, o políticas, más o menos voluntaristas e insuficientemente justificadas racionalmente.
En cambio, cuando nos planteamos fundar un conocimiento en la mayor racionalidad que nos sea posible, solemos usar el sufijo –logía (aunque no siempre: Astrología frente a Astronomía)
Por eso, el uso de la expresión no-binarismo también es correcto, porque no pretende ser ninguna construcción ideológica, como lo expresa la partícula “no”.
Niega en cambio una ideología, como una tachadura lógica, y es la pretensión de acercarse a la realidad, percibiéndola, describiéndola y ordenándola racionalmente.
Esta visión teórica es distinta de cualquier política, excepto de la reclamación del derecho a existir.
El no-binarismo sexual constata que el binarismo ha afectado hasta ahora a los conceptos de intersexualidad (viéndola como inter, no como extra), transexualidad (trans, o paso de A a B, sin pensar en AB ni en C ni en D) e incluso al feminismo (los objetivos de liberación de la opresión de género y en particular, de las imposiciones de género, no requieren una polarización dualista Varón/Mujer; también hay opresiones e imposiciones de género Varón heterosexual/Varón homosexual)
Sin embargo, el no-binarismo yerraría si pretendiera crear una política precisamente no-binarista, como una contradicción en los términos. Su expresión debe centrarse en el terreno de la Sexología, y criticarla y corregirla racionalmente donde sea menester, a la vez que espera que el tránsito de la Teoría a la Praxis genere ahora nuevas políticas intersexuales (o extrasexuales), transexuales (o extragenéricas) y feministas (o no-sexistas)
De la misma manera, existe una Ecología y muchos ecologismos. La transición de la Teoría a la Praxis es inmensamente compleja, admite matizaciones “usque ad infinitum”, diversas prioridades y voluntarismos no siempre racionalizables, muchas veces intuitivos, en los que se ven otros campos de la realidad.
El no-binarismo sexual, como método que puede usar la Sexología, generando en ella un giro copernicano, sólo debe pretender señalar hechos y justificarlos racionalmente, para que la praxis no-binarista los tenga en cuenta y cree formas actualmente no existentes.
EL BINARISMO COMO IDEOLOGÍA
En estos tiempos postmarxistas podemos reconocer mejor lo que sobrevive del análisis marxiano.
Estudiar marxianamente el sistema sexo /sexualidad/ género es necesario, porque este análisis corresponde adecuadamente a la realidad social, pero no debe hacerse asimilando los sexos a las clases, lo que sólo puede ser una metáfora, que conduce además al imposible de la desaparición de los sexos, por analogía con la desaparición de las clases, sino mediante la siguiente pregunta:
Puesto que el binarismo sexual es ideológico, por tanto superestructural, ¿a qué infraestructura corresponde?
Si las dos clases dominantes últimamente (durante los últimos mil quinientos años) han sido sucesivamente la nobleza y el empresariado, ¿a cuál de ellas se puede deber la formación del binarismo?
En los siglos de la nobleza, la riqueza/poder se acumulaba y se transmitía sólo matrimonialmente. Por tanto, en los sectores altos de la sociedad, los creadores de ideología, sólo contaba ser hombre y mujer.
Motivo suficiente para crear o mantener una representación binarista. Si sólo cuenta ser hombre o mujer, sólo hay hombre y mujer (y heterosexuales, aunque no existiera el concepto)
¿Y por qué la concepción binarista era también de dominación, no de igualdad, sino de supremacía del hombre sobre la mujer? ¿O lo que es lo mismo, por qué la transmisión de la riqueza se hacía por la línea de varón, mediante los mayorazgos, abiertos sólo ocasionalmente a la mujer?
Porque la creación de riqueza, durante toda la Edad Media, se hacía básicamente mediante la guerra y la conquista. El noble era básicamente guerrero, aquella guerra dependía de la fuerza corporal, y la fuerza corporal del hombre aventaja a la de la mujer. Se podía ser un bruto, guerrear como un héroe, y ganar un señorío. No había más complicación intelectual.
Por tanto así se reunía la riqueza patrimonial, que luego se transmitía matrimonialmente, en forma de mayorazgo.
Cuando, en la Edad Moderna, el empresariado empieza a sustituir gradualmente a la nobleza como clase dirigente, empiezan a desaparecer las condiciones que daban lugar a la ideología binarista.
La creación de riqueza abandona el sistema de suma cero de la economía agraria (lo que los nobles consiguen de más sus vasallos lo tienen de menos) y se crean las espirales de crecimiento propias de la industria y el comercio.
Esta creación de riqueza, basada en la organización y el trabajo asalariado, está abierta en principio a todos, puesto que cada vez depende menos de la fuerza corporal.
Sin embargo, durante mucho tiempo subsiste la inercia binarista (trabajo asalariado, trabajo en casa) y sólo durante y después de la I Guerra Mundial se generaliza el trabajo asalariado de la mujer, paradójicamente por la absorción de los varones en la guerra.
A igualdad económica, igualdad de derechos: el feminismo se vuelve socialmente fundamental, por lo que empieza a desaparecer la desigualdad unida al binarismo.
¿Pero por qué no desaparece el binarismo en sí, por qué durante mucho tiempo la sociedad sigue viéndose como formada sólo por hombres y mujeres?
Porque mientras económicamente pudo subsistir el sistema trabajo asalariado/trabajo en casa, sobrevivió la dominación varonil y su placer en la dominación; únicamente cuando fue insuficiente para mantener esa casa, y fue preciso que los dos trabajasen fuera y tuviesen ingresos propios, desaparecieron las condiciones de dominación.
Y al hacerlo, emergieron con vida autónoma y voz propia todos los sujetos que habían estado ocultos bajo el fantasma o voluntad fantasmática de la dominación: no sólo las mujeres, sino los propios hombres homosexuales, que hasta entonces habían visto negado su mismo derecho a la existencia por la represión más feroz, pena de muerte incluída.
Incluso, el régimen empresarial, al permitir toda clase de pequeños negocios, propició la aparición de formas de trabajo propias para personas no-binaristas, al principio en una marginación muy fuerte pero ya con derecho a la existencia: los cabarets en que actuaban transformistas y travestis permitieron por primera vez su visualización.
Mientras los intersexuales seguían todavía férreamente ocultos por la disciplina familiar, algunas audaces trans salieron por primera vez a la luz pública, con todas las letras en los anuncios, en las pequeñas empresas del espectáculo. La sociedad entera supo y vio que había personas distintas de los hombres y mujeres.
En estos momentos, como en todas las transiciones, un invento técnico transforma de abajo arriba la sociedad entera. Ahora es la informática, que nos da voz a todos, y nos organiza en redes que nos dan poder.
Por otra parte, el trabajo informático es igual para hombres, mujeres, transexuales, intersexuales o extrasexuales. Sólo cuenta la capacidad, las diferencias de fuerza corporal han sido reabsorbidas por una tecnología abierta a quien la maneje.
En estas condiciones, las personas que nos consideramos no-binarias, nos agrupamos espontáneamente en conjuntos difusos; y de hecho, transmitimos esa difusividad a los propios conjuntos de hombres y mujeres, antes cerrados.
No se terminan los sexos, sino que se acaban las condiciones de dominación de género, y de la imposición del género contra la que ha luchado siempre el feminismo; al acabarse, se ve la multiplicidad de los sexos, que corresponde a la realidad biológica, y la todavía mayor de los géneros, su correlato cultural.
Hasta el punto de que nuestros conjuntos difusos ya nos son tan necesarios como el aire que vivimos, y tan dignos de defensa frente a cualquier amenaza como cualquier otro de los derechos fundamentales de la persona; una vez que los hemos conocido, las personas que nos afirmamos no-binaristamente, ya no podemos renunciar a ellos, y esto lo afirmamos con pasión.
Los conjuntos difusos son uniones de afines, muchas veces sostenidas por la red, de personas que más o menos nos reconocemos como semejantes, y como militantes en la misma causa, aun salvando el principio de individualidad, que se puede enunciar en rigor como “una persona, un género”, y que nos lleva en último análisis a los conceptos de “yo” y de “persona”, última raíz del no-binarismo.
Esto sucede cuando se cumplen las predicciones de Marx, aunque de momento de manera nada épica (concentración monopolista del capital, nacionalización de grandes bancos o de grandes empresas industriales pedida por ellas mismas, capital público dominando sobre el privado en grandes economías emergentes)
Estamos entrando en un mundo nuevo.
En cualquier discusión, es conveniente comenzar poniéndose de acuerdo en las definiciones y de esto se trata.
Sabemos que nos referimos a algo dividido conceptualmente en dos y a la convicción de que tal división en dos es incorrecta.
Lo binario es una forma de representación matemática que usa un sistema de numeración 1,0, que también corresponde a un organigrama “sí, no”, o a un concepto de “presencia, ausencia” de una cualidad determinada.
Estos sistemas binarios se han mostrado utilísimos para la informática, hasta el punto de que con ellos se pueden codificar universos enteros (véase la película “Matrix”)
Por tanto, lo binario es una dimensión de la representación lógica/matemática de la realidad que merece todo respeto. Decir que somos antibinaristas en este sentido equivaldría a decir que estamos en contra del sistema métrico decimal.
Yendo a la realidad física, nos encontramos con estructuras duales que no son sin embargo binarias,sino que forman pares de elementos que se requieren el uno al otro, en los que existen a la vez A y B, y sólo A y B (y no A y 0, o 1,0)
La más fundamental es la de los polos electromagnéticos, positivo y negativo. No es binaria porque no se puede describir como “presencia, ausencia”. No es que el polo negativo se pueda definir como “ausencia del positivo”. Al contrario, es que el campo electromagnético está formado a la vez por la presencia de esos dos polos. La presencia de uno de los polos, no presupone la ausencia del otro, sino su presencia. Y no es posible separarlos. Si se parte en dos un cuerpo magnético, sólo se consiguen otros dos campos polarizados.
¡Y nada más que por ellos! No hay tercera polaridad, ni formas intermedias entre las polaridades.
Esto se puede expresar diciendo que lo binario no es lo dual. Lo binario es un sistema matemático, el juego entre presencia y ausencia, 1,0, muy apropiado para la representación de la realidad, y que corresponde a algunas realidades físicas, pero no a todas, y lo dual es otra determinada estructura de algunas realidades físicas, no de todas.
Por ejemplo, es binario el juego Luz/Oscuridad, que corresponde a una presencia/ausencia, y que es por cierto la base del funcionamiento físico de los ordenadores (electricidad/no electricidad, 1,0)
En cambio no es binaria, sino dual la estructura Polo Norte/Polo Sur, y los dos Hemisferios correspondientes, puesto que se basa en el campo magnético de la Tierra.
También podemos considerar realmente dual la estructura espacial izquierda/derecha, que divide algunas partículas en levógiras/dextrógiras o determina la simetría bilateral de muchos seres vivos.
Es verdad que la estructura binaria Luz/Oscuridad tiene un efecto muy considerable en nuestra vida, pues es la base de la experiencia Día/Noche, tan fundamental para nuestra supervivencia, que ha dado lugar metafóricamente a la evaluación Bien/Mal.
Quizá debido a esto, al valor de adaptación trascendental, que experimentamos cada noche desde que somos pequeños, con los terrores nocturnos, nuestra mente tiende a funcionar con criterios binarios y, por confusión, duales, convirtiendo toda la realidad en sistemas de pares, e integrando en nuestros pares representacionales lo que es y lo que no lo es.
Formamos estos pares para representarnos la realidad social (Ricos y Pobres) omitiendo a las Clases Medias, o no considerándolas a efectos teóricos (Burguesía/Proletariado)
Es como si cualquier consideración de lo intermedio perdiese fuerza estética. O como si valorásemos la economía de dicción que supone hablar sólo de dos (“Ricos y Pobres”) y no de tres (“Ricos, Pobres y ¿cuál es la palabra?”)
Esta economía nos lleva, en la política contemporánea, a hablar de Izquierdas/Derechas, omitiendo el Centro, aunque sea determinante para las unas y para las otras.
Y en el fondo, es una estética o una economía similar lo que nos lleva a definir los sexos (Macho y Hembra) o los géneros (Masculino y Femenino), fundándonos en las grandes mayorías estadísticas, pero omitiendo que sabemos que hay personas extrasexuales o extragenéricas
La realidad, fuera de nuestras representaciones, es compleja. Existen estructuras binarias, estructuras duales y estructuras ni binarias ni duales.
En la materia, no sólo existen los protones, con carga positiva, y los electrones, con negativa, sino los neutrones y los neutrinos, sin carga. Y las mismas partículas que se definen por su posición recíproca, en el núcleo u orbitándolo, pueden tener las cargas invertidas (antimateria)
La realidad biológica parte de seres asexuados, que se reproducen por mitosis o mera división celular, pasando todo su ADN de una generación a otra, y llega a la formación de seres que puedan aportar partes de sus ADNs para formar la siguiente generación.
Pero en cada generación, puede haber seres habilitados para aportar sus ADNs y seres no habilitados para ello sino para otras funciones, como en el caso de las abejas y las hormigas, de las que la inmensa mayoría de la población pertenece a esta tercera categoría.
En otras especies, como la humana, la gran mayoría puede aportar sus ADNs pero hay una considerable proporción de seres que no pueden aportarlos y que, de acuerdo con el esquema anterior, deben ser considerados como variantes biológicas y no como hombres o mujeres deficientes. No hay sólo, por ejemplo, personas XX y personas XY, sino personas X0, XXY, etcétera.
Entre los hipocampos o caballitos de mar es conocido que, una vez producida la fecundación en el cuerpo de la hembra, ésta transfiere los zigotos con una verga al cuerpo del macho, al que corresponde la incubación y el parto.
No hay nada metafísico, por tanto, en la distinción Hombre/Mujer, nada que corresponda a una especie de división de la naturaleza entre arquetipos de Masculinidad y Feminidad, sino una mera división funcional que no excluye otras funciones, y hasta variaciones no funcionales, todo lo cual se filtra y bracea en la historia biológica con resultados adaptativos.
Cuando simplemente constatamos con llaneza que junto a los niños y las niñas nacen otras criaturas distintas, y que esto es natural, puesto que es la naturaleza quien lo hace, estamos empezando a liberarnos de una representación simplista que no nos dejaba ver nada más que a los dos grupos primeros y empeñarnos en subsumir al tercero en los dos mayoritarios.
El sistema sexual no es binario, en primer lugar, porque Macho no es no-Hembra, ni viceversa. Ontogénicamente, se puede decir que Macho es Hembra+Andrógenos (simplificando) Como el flujo individual de andrógenos en hembras y machos es diferencial, se puede hablar legítimamente de diversos grados de masculinización en cada individuo, hembra o macho.
Ni siquiera Macho y Hembra son duales, es decir, dos aspectos de una sola realidad, lo mismo que el polo positivo y el negativo (llamados así porque se ha querido llamarlos así, no porque cada uno suponga ausencia del otro) son partes inseparables y siempre presentes a la vez en el campo electromagnético.
Biológicamente, Macho y Hembra son dos funciones relacionadas con la aportación de ADN para formar nuevos seres, que además incluyen muchas variaciones de unas especies a otras, como la inversión del sexo en algunas de ellas y en determinadas ocasiones.
Llegamos entonces a la conclusión de que el binarismo es la tendencia a dividir toda la realidad en dos formas contrapuestas, corresponda o no esta división a las estructuras de la realidad.
Se trata por tanto de una representación no justificada racionalmente del todo, aunque contenga razonamientos fragmentarios y otras nociones impulsadas por distintos factores emocionales, insuficientemente analizados.
En resumen, es lo que se llama una ideología, o racionalización, diferenciando estos conceptos del verdadero estudio racional.
Como ideología no correspondiente a la realidad, el binarismo produce distintos efectos nocivos, como el maniqueísmo Bien/Mal o la distinción radical entre Macho/Hembra o Masculino/Femenino.
Se puede decir que su nocividad consiste en que impone fisuras tajantes donde no las hay, sino más bien un continuo entre las distintas formaciones.
El binarismo intenta representar las realidades no-binarias mediante formas binarias o duales, sin distinguir tampoco entre unas y otras. Estas formas (1,0 y A,B) están caracterizadas sin embargo por ser excluyentes de otros elementos, por lo que el binarismo no consigue dar cuenta de las realidades difusas.
Emplea una lógica booleana o excluyente, apropiada para una parte de la realidad, pero no sabe usar una lógica difusa ni informal, apropiada para otra gran parte de la realidad.
La razón por la que empleamos adecuadamente en nuestra posición la palabra binarismo es porque contiene el sufijo –ismo, muchas veces empleado para designar escuelas, estilos o ideologías, es decir, sistemas de representaciones artísticas, o políticas, más o menos voluntaristas e insuficientemente justificadas racionalmente.
En cambio, cuando nos planteamos fundar un conocimiento en la mayor racionalidad que nos sea posible, solemos usar el sufijo –logía (aunque no siempre: Astrología frente a Astronomía)
Por eso, el uso de la expresión no-binarismo también es correcto, porque no pretende ser ninguna construcción ideológica, como lo expresa la partícula “no”.
Niega en cambio una ideología, como una tachadura lógica, y es la pretensión de acercarse a la realidad, percibiéndola, describiéndola y ordenándola racionalmente.
Esta visión teórica es distinta de cualquier política, excepto de la reclamación del derecho a existir.
El no-binarismo sexual constata que el binarismo ha afectado hasta ahora a los conceptos de intersexualidad (viéndola como inter, no como extra), transexualidad (trans, o paso de A a B, sin pensar en AB ni en C ni en D) e incluso al feminismo (los objetivos de liberación de la opresión de género y en particular, de las imposiciones de género, no requieren una polarización dualista Varón/Mujer; también hay opresiones e imposiciones de género Varón heterosexual/Varón homosexual)
Sin embargo, el no-binarismo yerraría si pretendiera crear una política precisamente no-binarista, como una contradicción en los términos. Su expresión debe centrarse en el terreno de la Sexología, y criticarla y corregirla racionalmente donde sea menester, a la vez que espera que el tránsito de la Teoría a la Praxis genere ahora nuevas políticas intersexuales (o extrasexuales), transexuales (o extragenéricas) y feministas (o no-sexistas)
De la misma manera, existe una Ecología y muchos ecologismos. La transición de la Teoría a la Praxis es inmensamente compleja, admite matizaciones “usque ad infinitum”, diversas prioridades y voluntarismos no siempre racionalizables, muchas veces intuitivos, en los que se ven otros campos de la realidad.
El no-binarismo sexual, como método que puede usar la Sexología, generando en ella un giro copernicano, sólo debe pretender señalar hechos y justificarlos racionalmente, para que la praxis no-binarista los tenga en cuenta y cree formas actualmente no existentes.
EL BINARISMO COMO IDEOLOGÍA
En estos tiempos postmarxistas podemos reconocer mejor lo que sobrevive del análisis marxiano.
Estudiar marxianamente el sistema sexo /sexualidad/ género es necesario, porque este análisis corresponde adecuadamente a la realidad social, pero no debe hacerse asimilando los sexos a las clases, lo que sólo puede ser una metáfora, que conduce además al imposible de la desaparición de los sexos, por analogía con la desaparición de las clases, sino mediante la siguiente pregunta:
Puesto que el binarismo sexual es ideológico, por tanto superestructural, ¿a qué infraestructura corresponde?
Si las dos clases dominantes últimamente (durante los últimos mil quinientos años) han sido sucesivamente la nobleza y el empresariado, ¿a cuál de ellas se puede deber la formación del binarismo?
En los siglos de la nobleza, la riqueza/poder se acumulaba y se transmitía sólo matrimonialmente. Por tanto, en los sectores altos de la sociedad, los creadores de ideología, sólo contaba ser hombre y mujer.
Motivo suficiente para crear o mantener una representación binarista. Si sólo cuenta ser hombre o mujer, sólo hay hombre y mujer (y heterosexuales, aunque no existiera el concepto)
¿Y por qué la concepción binarista era también de dominación, no de igualdad, sino de supremacía del hombre sobre la mujer? ¿O lo que es lo mismo, por qué la transmisión de la riqueza se hacía por la línea de varón, mediante los mayorazgos, abiertos sólo ocasionalmente a la mujer?
Porque la creación de riqueza, durante toda la Edad Media, se hacía básicamente mediante la guerra y la conquista. El noble era básicamente guerrero, aquella guerra dependía de la fuerza corporal, y la fuerza corporal del hombre aventaja a la de la mujer. Se podía ser un bruto, guerrear como un héroe, y ganar un señorío. No había más complicación intelectual.
Por tanto así se reunía la riqueza patrimonial, que luego se transmitía matrimonialmente, en forma de mayorazgo.
Cuando, en la Edad Moderna, el empresariado empieza a sustituir gradualmente a la nobleza como clase dirigente, empiezan a desaparecer las condiciones que daban lugar a la ideología binarista.
La creación de riqueza abandona el sistema de suma cero de la economía agraria (lo que los nobles consiguen de más sus vasallos lo tienen de menos) y se crean las espirales de crecimiento propias de la industria y el comercio.
Esta creación de riqueza, basada en la organización y el trabajo asalariado, está abierta en principio a todos, puesto que cada vez depende menos de la fuerza corporal.
Sin embargo, durante mucho tiempo subsiste la inercia binarista (trabajo asalariado, trabajo en casa) y sólo durante y después de la I Guerra Mundial se generaliza el trabajo asalariado de la mujer, paradójicamente por la absorción de los varones en la guerra.
A igualdad económica, igualdad de derechos: el feminismo se vuelve socialmente fundamental, por lo que empieza a desaparecer la desigualdad unida al binarismo.
¿Pero por qué no desaparece el binarismo en sí, por qué durante mucho tiempo la sociedad sigue viéndose como formada sólo por hombres y mujeres?
Porque mientras económicamente pudo subsistir el sistema trabajo asalariado/trabajo en casa, sobrevivió la dominación varonil y su placer en la dominación; únicamente cuando fue insuficiente para mantener esa casa, y fue preciso que los dos trabajasen fuera y tuviesen ingresos propios, desaparecieron las condiciones de dominación.
Y al hacerlo, emergieron con vida autónoma y voz propia todos los sujetos que habían estado ocultos bajo el fantasma o voluntad fantasmática de la dominación: no sólo las mujeres, sino los propios hombres homosexuales, que hasta entonces habían visto negado su mismo derecho a la existencia por la represión más feroz, pena de muerte incluída.
Incluso, el régimen empresarial, al permitir toda clase de pequeños negocios, propició la aparición de formas de trabajo propias para personas no-binaristas, al principio en una marginación muy fuerte pero ya con derecho a la existencia: los cabarets en que actuaban transformistas y travestis permitieron por primera vez su visualización.
Mientras los intersexuales seguían todavía férreamente ocultos por la disciplina familiar, algunas audaces trans salieron por primera vez a la luz pública, con todas las letras en los anuncios, en las pequeñas empresas del espectáculo. La sociedad entera supo y vio que había personas distintas de los hombres y mujeres.
En estos momentos, como en todas las transiciones, un invento técnico transforma de abajo arriba la sociedad entera. Ahora es la informática, que nos da voz a todos, y nos organiza en redes que nos dan poder.
Por otra parte, el trabajo informático es igual para hombres, mujeres, transexuales, intersexuales o extrasexuales. Sólo cuenta la capacidad, las diferencias de fuerza corporal han sido reabsorbidas por una tecnología abierta a quien la maneje.
En estas condiciones, las personas que nos consideramos no-binarias, nos agrupamos espontáneamente en conjuntos difusos; y de hecho, transmitimos esa difusividad a los propios conjuntos de hombres y mujeres, antes cerrados.
No se terminan los sexos, sino que se acaban las condiciones de dominación de género, y de la imposición del género contra la que ha luchado siempre el feminismo; al acabarse, se ve la multiplicidad de los sexos, que corresponde a la realidad biológica, y la todavía mayor de los géneros, su correlato cultural.
Hasta el punto de que nuestros conjuntos difusos ya nos son tan necesarios como el aire que vivimos, y tan dignos de defensa frente a cualquier amenaza como cualquier otro de los derechos fundamentales de la persona; una vez que los hemos conocido, las personas que nos afirmamos no-binaristamente, ya no podemos renunciar a ellos, y esto lo afirmamos con pasión.
Los conjuntos difusos son uniones de afines, muchas veces sostenidas por la red, de personas que más o menos nos reconocemos como semejantes, y como militantes en la misma causa, aun salvando el principio de individualidad, que se puede enunciar en rigor como “una persona, un género”, y que nos lleva en último análisis a los conceptos de “yo” y de “persona”, última raíz del no-binarismo.
Esto sucede cuando se cumplen las predicciones de Marx, aunque de momento de manera nada épica (concentración monopolista del capital, nacionalización de grandes bancos o de grandes empresas industriales pedida por ellas mismas, capital público dominando sobre el privado en grandes economías emergentes)
Estamos entrando en un mundo nuevo.
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