Leo en A. Lozano una explicación clara y claramente explicada de cómo empezó todo. La voy a resumir aquí.
Los EEUU están más entrampados que Europa, y más que España, que está por debajo de la media de Europa. Ellos deben un poco más de lo que producen en un año (104 %) Nosotros, España, algo así como tres cuartos de lo que producimos. Un año de ellos, desde luego, es muchísimo más que tres cuart...os de nosotros. O sea, ellos necesitan mucho dinero del que corre por el mundo para funcionar ¡y para venderle "derivados financieros" (humo, casino: apuestas sobre futuros, etc) a otros, con lo que sus bancos mayores multiplican por diez el valor de las operaciones reales en que se basan!
Esos negocios de humo más los créditos reales son hoy el 41% de los beneficios empresariales de los EEUU, cuando en los 80 eran solo el 8%. Uno de estos negocios de los grandes bancos de inversión, que antes eran 5 (Goldman, Morgan, Lehman, Merrill y Bearn, con la complicidad de Standard, Moodys y Fitch, las agencias que nos están crucificando) consistía en invertir millonadas en un país durante un tiempo, con lo que todo el mundo, fiándose de ellos, hacía lo mismo, elevando el valor de las acciones. Cuando estaban altísimas, vendían rápidamente las suyas, se iban, y los demás veían cómo su confiada inversión volvía a la nada. Ellos decían entre sí, para reírse, que cuando eso pasara, "yo me habré ido, tú te habrás ido".
O sea, los mercados, no son "los mercados", algo nebuloso, sino esas 4 personas (menos Lehman, que se "murió" al principio de la supercrisis) Ésta empezó porque se hundió la base real de toda esa fantasía, las hipotecas subprime, supongo que no comprobadas porque servían para construir esa fantasía diez veces mayor.
El festival especulativo había crecido gracias a las disposiciones de Reagan para quitar las regulaciones sobre la banca de inversión: quedó, como es natural, “des-controlada”. El máximo descontrol se ha alcanzado en Inglaterra (estas expresiones son mías) que hoy es un Guantánamo fuera de control frente a las leyes más medidas de Washington.
Aquí termina la primera parte del texto de A. Lozano, y creo que he perdido la segunda.
Intentaré imaginar lo principal que pueda.
Hasta hace unos decenios, el sistema funcionaba. La economía estaba fundada en el trabajo para la producción de bienes, en el ahorro, que le da su base sólida, y en la honradez y consiguiente crédito de trabajadores, empresarios y banqueros. Como dice A. Lozano, las finanzas formaban un 8% de los beneficios.
Hasta que la generación post68 alcanzó el poder. El hedonismo sobre todo, el placer sobre todo, por tanto el dinero sobre todo. “Prohibido prohibir”, el lema de las izquierdas del 68, tomó una cara siniestra. Reagan prohibió prohibir incluso lo razonable a los controladores (a menudo, no los dueños) del dinero. La palabra honradez se olvidó (yo, profesora de Ética, no la encontraba en los libros de Ética y tenía que enseñarla por mi cuenta)
La consecuencia es el desmoronamiento moral de quienes controlan el dinero, convertidos en un club de cómplices que lo aceptan todo. Se acepta que los directivos apuesten contra sus propias empresas, en los “mercados” (casinos) de futuros, y por tanto que procuren desmantelarlas; se acepta que blinden sus contratos millonarios, de modo que, aunque fracasen, se vayan de rositas, y los socios tengan que pagar a quienes los han arruinado; se acepta que los banqueros no sirvan a la economía real, la de producción de bienes, sino que se sirvan de ella, creando a partir de ella diez veces más dinero imaginario en las fantasías y juegos del Casino Global al que ahora llaman mercado.
En materia de honradez, a los controladores del dinero, incluso en el sistema capitalista, se les debe pedir que no solo den crédito, sino que lo tengan. Hace un siglo, un administrador, un financiero, procuraba ser creíble y respetable como tal, por la misma lógica del sistema; ahora, las actitudes de “toma el dinero y corre”, del “yo no estaré y tú no estarás”, demuestran lo bajo que han caído sus nietos, convirtiéndose en delincuentes y aceptando serlo; no han querido enmendarse.
Ante la necesidad de mucho dinero para sanearse de sus propios excesos, esa banca pervertida, con la ayuda de sus probables cómplices en los partidos, ha conseguido gigantescos donativos sacados de los impuestos del Estado; se pudo pensar que iban a devolverlo, aunque fuera solo en forma de créditos para sus clientes, pero no lo quieren devolver. Sus administradores no son dignos de confianza, no la han merecido.
De momento han conseguido una fuente de ingresos mucho más segura: el saqueo de los Estados, por encima de sus negocios. Al saquearlos, aumentan sus necesidades de crédito, y entonces, ellos mismos o sus instrumentos, las agencias de valoración, dicen que esos Estados saqueados no pueden tener crédito, sino a intereses crecientes…
Hace años, Standard, Moodys y Fitch están acosando a Europa y España de dos maneras: una es para que regalen dinero a sus propios bancos y supongo que así contribuyan con sus propios impuestos al provecho del sistema financiero entero, tal como está, sin un cambio, enfermísimo, pero ansioso, el Club de los Avaros; la otra, es todavía más fuerte: presionar sobre las leyes del Estado de bienestar hasta que la población acepte cualquier cosa con tal de trabajar, ¡aumentando así su productividad, máxima en el caso de los esclavos!, y los beneficios empresariales que se incluyen fácilmente en el sistema financiero, alimentando sus apuestas de Gran Casino planetario como base ya sólida para un juego… no ya diez veces mayor, sino…¡yo qué sé, cien veces mayor! ¡Lo único que saben hacer!
Hasta ahora, el desarrollo económico (y financiero) de una nación se había fundado sobre su mercado interno: creación de bienes (economía real), desarrollo cultural para los trabajadores, porque la cultura es buena y para permitirles funcionar en una tecnología cada vez más compleja, y reparto entre empresa y trabajadores de los beneficios, para crear una masa de consumidores que estimulen la producción.
Ahora, con la emergencia de nuevos mercados enormes, la China y la India, me parece que la perspectiva cambia; el mercado español deja de ser significativo, e interesa que todos, americanos y europeos, trabajemos para el mercado global competitivamente… es decir bajando nuestras remuneraciones…
Eso está pasando incluso en América (EEUU), donde se ha acabado el “sueño americano” de prosperar mediante el trabajo y la honradez. A los delincuentes de las finanzas no les importa que sus propios compatriotas, ni sus propios empleados, decaigan, ni que millones no tengan una Seguridad Social en condiciones, lo que significa morirse, por falta de ayuda médica. No les importa que América haya dejado de ser feliz y sonriente. Lo que les importa es solo el dinero, el dinero solo, a cualquier costa.
Con mayor motivo, en los países a los que llaman PIGS, con una broma sin gracia y antipática (debe ser deliberado, para hacer caer nuestra autoestima, porque es asombroso que en una época de corrección política se haya propagado por doquier ese insulto; ¡cuando se procura no ofender a nadie!), o también para “infrahumanizarnos”, como hacían los nazis con los judíos, para así explotarnos con mayor tranquilidad de espíritu (¡solo se trata de ponernos en nuestro sitio!), puede ser que nos hayan reservado un papel en el turismo, intensivo en personal, y como fuerza de trabajo barata (empezamos a aceptar cualquier cosa), poco formada, pero muy productiva, debido a su baratura, y muy reprimida policialmente. Recordemos que ya, cuando entramos en Europa, nos exigieron que desmantelásemos nuestra industria (¡adiós, Barreiros, adiós Pegaso, adiós industria española!), incluso nuestra leche, que les haría la competencia, y solo nos permitieron seguir en nuestras ventajas naturales, insustituibles, y lo mínimo de transformación: turismo y ladrillo, y aceite, vino y naranjas; es decir, lo que no nos pueden quitar sin daño para ellos mismos; en las condiciones de vida que han pensado para nosotros, la esperanza del desarrollo económico, social y cultural que nos ha alimentado durante todos estos años, la alegría de una clase media universal en la que concluía nuestra lucha de clases de siglo y medio, el orgullo de una Seguridad Social ejemplar, pueden estar a punto de esfumarse… ¡Tenemos que pensar cómo despertar de esta pesadilla inducida que requiere a la vez que estemos dormidos!
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