VALORES QUE HOY SON DE LA
DERECHA
Por Kim Pérez
Voy a hablar aquí de valores morales universales, aunque hoy solo los sostenga la Derecha. Entiendo la
Derecha, en este texto, como una parte
de la sociedad europea heredera en el siglo XXI de dos tradiciones, la
cristiana y la liberal moderada, que se contrapone a la Izquierda, heredera a
su vez de otras dos, la del jacobinismo o liberalismo radical y la del
socialismo revolucionario.
La Derecha y la Izquierda
existen solo desde el siglo XVIII. No son por tanto connaturales a toda
sociedad, en esta forma de actitudes éticas radicalmente enfrentadas, aún a
muerte, que lleva a la división de la sociedad en dos frentes (bolchevismo y
guerra civil en Rusia, guerra civil en España), cuya memoria, cuyos odios y
cuya épica, sobreviven más allá de la duración del enfrentamiento mortal.
Voy a explicar por qué
considero que la formación de la Izquierda ha sido una patología social y
moral, durante la Revolución Francesa, de la que se vieron libres otras
sociedades, a la que ha respondido la formación de la Derecha, como
reivindicación de los valores antiguos comunes a toda la sociedad. No se trata
por tanto de dos formas simétricas, sino de una situación patológica de gran
alcance y la voluntad de remedio.
La opción básica de la
Izquierda es el rupturismo y la de la Derecha es el conservadurismo reformista.
Es justo el término antes usado por la Izquierda que llamaba a la Derecha
reacción, pero es una reacción en sentido médico.
La Izquierda ve el
conjunto social como un sistema de Enemigos-Amigos, estando siempre pronta a
doblar el pulso de la Derecha (y aun a exterminarla) y transigir con ella solo
coyunturalmente.
La Derecha de los pueblos latinos, víctimas de
las escisiones de la Revolución Francesa y luego de la Soviética, puede sentir
un reflejo conservador a ultranza, pero puede ver el conjunto social como formado
por actitudes complementarias, conservación-innovación, estando siempre pronta
al pacto, por su naturaleza reformista, en una sola sociedad, hermanada en la
conciencia de su unidad (De Gaulle) En otras palabras, la Izquierda descalifica
del todo los puntos de vista de la Derecha, mientras la Derecha puede adoptar
algunas propuestas de la Izquierda, si en ellas ve la razón e innovaciones
válidas para todos (así lo hizo Bismarck, al crear la Seguridad Social) Esta
complementariedad ha dado lugar en los pueblos escandinavos y en los
anglosajones a soluciones como las socialdemócratas y las liberales moderadas
en las que se crea una dialógica de progresismo frente a conservadurismo, sin
romper la unión social, que diluye la oposición radical entre Izquierda y
Derecha que sigue afligiendo a los pueblos latinos.
El análisis sociológico de
una y otra puede ver que la mayor parte de los seguidores de la Derecha
corresponden a la clase media, media-alta y alta, y la mayor parte de los
seguidores de la Izquierda corresponden a la clase media-baja y baja, aunque en
su dirigencia pueden encontrarse gran número de personas de las clases que
mayoritariamente corresponden a la Derecha.
Este análisis sociológico
parece traducir, en filigrana, la lógica de la lucha de clases, que sería la
verdad profunda bajo la apariencia ideológica de las posiciones de Derecha, que
confirmaría que la razón final corresponde a la Izquierda. Esta lógica sería un
proceso histórico dialéctico, que conduciría a la afirmación única de la
Izquierda y la extinción de la Derecha.
Sin embargo, hay
evidencias de que hay una lógica, sostenida por la Derecha, que es anterior y
será posterior a la irrupción de una Izquierda cuyos supuestos conducen
necesariamente a la ruptura civil, por tanto a la negación de la vida social, y
que puede ser considerada una patología social, no necesaria, fruto de
determinadas coyunturas históricas, que se han dado en algunas sociedades
europeas, no en todas, pero podrían no haberse dado.
La Derecha conduce a la
recuperación de esa lógica; pero una vez conseguida en la escala nacional en
las naciones donde son todavía determinantes, la Derecha y la Izquierda dejarán
de existir, ambas a la vez, y serán sustituidas por ese sistema de complementariedad, en el que
el progresismo y el conservadurismo (no la Izquierda y la Derecha) dialogarán
en la sociedad y podrán incluso ser asumidos alternativamente por la mayoría de
los ciudadanos, sin dividir sus corazones ni a la entera sociedad en una
ruptura esquizoide.
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El primero de los valores
que pueden restablecer la unidad social es la soberanía de la lógica. La mera
idea de la soberanía de algo que pueda limitar la voluntad humana indigna a
gran parte de la Izquierda (pero no de toda: el materialismo dialéctico la
afirmaba)
La observación de la
función de la lógica en la estructura de la realidad muestra que la voluntad
humana se enfrenta a menudo a ella (voluntarismo) y que sin embargo igual de a
menudo sucumbe ante ella.
La lógica parece incluso
constituir el proyecto que ordena la realidad material, anterior a ella,
inspirador de ella (Pitágoras, y la relación entre las Matemáticas y la Música;
Platón, “No entre aquí quien no sepa Geometría”) Por eso, cuando los humanos
actuamos sin lógica (errores, vicios) nos enfrentamos a ella, y ella nos
castiga como si tocáramos una corriente eléctrica.
El apólogo del Edén, en el
Génesis, alude exactamente a eso: De todos los árboles del paraíso podremos
comer (todo lo material lo podremos usar), menos del Árbol de la Ciencia del
Bien y del Mal (la lógica), que está en su centro. Si quisiéramos comer de la
lógica, manipularla, moriremos, literalmente; es verdad que si lo
consiguiéramos “seríamos como dioses”; pero no lo somos. La lógica está por
encima de nuestra voluntad.
En la tradición griega el
equivalente a Eva y Adán, pecadores contra la única ley que debemos respetar
los humanos es el titán Prometeo, que roba el fuego del cielo como Eva y Adán
robaron el fruto del árbol de la ciencia; pero también es castigado a un
tormento. Por eso, locamente, la Izquierda santificaba románticamente a Prometeo,
el que lucha contra la ley de la lógica.
“Serviam” (el Arcángel
Miguel) o “Non serviam” (el Ángel Caído), el respeto a una Ley es la actitud
básica de la actual Derecha; es solo una Ley, la Moral, la del Bien y el Mal,
pero por eso es patológica la actitud básica de la Izquierda, que es la
Transgresión, la negación a aceptar que haya una Ley por encima de la voluntad
humana, incluso afrontando todos los desastres que sobrevengan, en la postura
del Rebelde erguido frente a la tempestad que él mismo ha desencadenado. No hay
esperanza en la postura de la Izquierda: solo hay rebeldía sin futuro.
(Incluso el materialismo
dialéctico, con su respeto a la supuesta lógica de las formaciones sociales que
conduciría a la guerra civil, a la lucha de clases, proclamaba que la moral
estaba sujeta a la dialéctica y los peores crímenes estarían justificados por su servicio a la lucha de
clases; Rusia se convirtió en un campo de sangre)
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Respeto a la lógica, a la
ley moral superior a la voluntad humana, es por tanto el fundamento de todos
los valores morales.
El primero de todos es la
Veracidad. Necesitamos saber la verdad para guiarnos en la existencia. En parte
la podemos encontrar por nosotros mismos, pero en gran parte no tenemos esa
capacidad, y necesitamos confiar en otras personas.
Decir la verdad, es ser
veraz. No decirla, es por error (no saberla) o por mentira (sabiéndola)
Necesitamos el respeto a
la verdad. Eso es respetar el Árbol de la Ciencia. Va unido a la crítica, o
criba, el discernimiento entre la verdad y el error. La critica fundamenta el
método científico, nuestro acceso más profundo a la verdad, tomando en cuenta a
la vez nuestros límites para hallarla, que nos obligan a revisar continuamente
nuestros hallazgos (verificación o falsación, de Popper)
La fuerza arrolladora de
la técnica científica nos ha llevado a un acuerdo común, universal, sobre el
valor de la ciencia (revisable) Ya no es de Derechas ni de Izquierdas. Pero debo recordar que la
Izquierda, en tiempos en que su fiebre era mayor, hablaba de ciencia burguesa y
ciencia dialéctica, descalificando a la primera (que es la que seguimos
conociendo, comprobada día a día por la técnica) e intentando crear la segunda
(Lyssenko, bajo Stalin), aunque no pudo pasar del intento.
Pero es preciso, además de
la ciencia, que cada humano respete la verdad en su vida diaria, que sea veraz.
Lo necesitamos por respeto a la lógica. No podemos vivir entre mentiras. Nos
extraviaríamos, literalmente, sin saber a dónde ir. No podemos tampoco tener
que encontrar la verdad, críticamente, a cada paso. Necesitamos la presunción
de verdad, la confianza, que es el centro de la vida social, cultural y
económica. También necesitamos que la falacia, la mentira deliberada, sea
castigada. Es de una ley de lo que estamos hablando. La mentira de los
comerciantes, la mentira de los profesores, la mentira de los políticos. Y
proporcionadamente, aunque solo sea por una reprobación ligera o grave,
nuestras propias mentiras, en las que
podemos caer todos.
El adulterio es grave,
porque es una mentira grave. El respeto a nosotros mismos, en función de la
veracidad de nuestros dichos y su coherencia con nuestros hechos, es la
honradez.
La Honradez es un valor necesario. Es preciso
enseñarla, es decir, mostrarla a nuestros estudiantes. Es buena una sociedad en
la que puede haber presunción de honradez.
Las puertas pueden quedar abiertas, como se hacía en muchas palabras. La
palabra de honor era garantía suficiente. El apretón de manos era más que una
firma. Estos conceptos, en una sociedad enferma como la nuestra, se han
olvidado en unos cincuenta años. En mi generación, los aprendimos en la calle
en nuestra niñez, hacia 1950, pero he tenido que explicárselos en el aula a mis
estudiantes alrededor de 2000, cuando
todos ellos afirmaron desconocerlos.
Si no puede haber
presunción de honradez para los otros, a los honrados solo se les puede
aconsejar prudencia. La honradez es el resultado del respeto a la ley moral, al
Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal. Si no se siente, si se pretende una
moral social creativa, la consecuencia será como mínimo la picaresca, la
viveza, y como máximo, el crimen.
La Cortesía es el respeto
a sí mismo y al otro, por respeto a la lógica. La descortesía se convierte en
dificultades para la convivencia. Ruidos y gritos intempestivos, trato
desconsiderado, burlas, agresiones, es la consecuencia sistemática de la falta
de cortesía. Es muy fácil entenderla
como falta de respeto, y ésta como la falta de respeto a cualquier ley moral
que la Izquierda hizo suya en la educación desde Mayo de 1968. Se esperaba que
la Transgresión creara la Espontaneidad y ésta al Buen Salvaje, pero esta
confianza antropológica no estaba justificada. Solo el respeto a la ley moral
hace posible la convivencia.
Cuando se pierde el
respeto a la ley de la lógica, solo queda el egoísmo, como ley única, y si
fracasa, como sucede tan lógicamente, al no ver ninguna otra perspectiva,
porque no se han aprendido, puede verse solo un deseo de autodestrucción
(inconsciencia provocada por el alcohol o las drogas o suicidio)
= = =
Entiendo que formar
humanos veraces, honrados y corteses es suficiente para formar sociedades
sanas. Estos valores son lógicos, se pueden exigir a todos los humanos. Otros,
como el amor, son libres. No se pueden exigir a todos. Se dan o no se dan. Pero
los que he dicho, son necesarios para todos.
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