La función de las Matemáticas como organizadoras de la Materia confirma que una realidad inmaterial, que es sólo pensable, precede a las realidades materiales.
Por tanto, tiene sentido que los hombres invoquen y reverencien la inmaterialidad por intuición: lo inmutable y puro.
Esta espiritualidad común a todos los hombres se expresa mejor en las liturgias que en los dogmas.
Es verdad que basta una analítica médica para ver que somos número y que el equilibrio-desequilibrio de la vida depende de una estructura matemática.
Pero a la vez, en esta estructura hay un factor de indeterminación o libertad (¿cuántico?) que, sin dejar de ser numérico (cálculo de probabilidades) deja sitio a la voluntad para afirmar el equilibrio o romperlo en desequilibrio.
¿Sólo nuestra voluntad personal? ¿O ésta es parte consciente de una voluntad general supraconsciente y lo indeterminado, libre y voluntario es propio de todo el universo?
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