miércoles, septiembre 07, 2011

Revisión de El Pensamiento

=1.Pensamos porque suponemos que pensar tiene sentido.
=2. La realidad debe de tener sentido, porque la pensamos.

Estas dos afirmaciones se llaman postulado de consistencia (o coherencia)

El concepto de sentido se refiere a que la actividad de pensar dé resultados prácticos; pensar es un trabajo, un esfuerzo; se supone que gasto mi energía de una manera conveniente para mí, porque me puede llevar a una situación mejor.

Esperamos que todo nuestro pensamiento sea consistente, coherente; esta frase es un caso particular de esta otra:

Esperamos una consistencia o coherencia universal.

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Nuestro pensamiento funciona de dos maneras:

=Mediante la abstracción, y
=Mediante la intuición.

La abstracción funciona extrayendo los elementos comunes de las realidades distintas, que llamamos conceptos, y descubriendo por tanto la primera relación entre ellas: que tienen elementos comunes.

Llamamos razonamiento al descubrimiento de las relaciones entre los conceptos; es un movimiento gradual, trabajoso y lento, aunque a veces puede resultar acelerado, de apariencia instantánea, por la familiaridad con los conceptos que se relacionan.

El razonamiento humano trata de descubrir el conjunto de todas las relaciones, la llamada Razón o Lógica, de la que las Matemáticas son la parte referida a las cantidades. Sin embargo, de hecho es fragmentario, limitado por su principio y final, y expuesto a dos clases de errores: el error de principio, que hace que toda la continuación pueda ser lógica, pero errónea; y el error intermedio, que puede ocurrir en cualquier momento, anulando la logicidad de la continuación.

Pero en general, el razonamiento suele ser inseguro por su propio carácter fragmentario; esto es lo que trato de superar por una reflexión sobre la naturaleza del propio pensamiento, y sus dos segmentos sucesivos; la intuición y el razonamiento.

Puesto que la abstracción funda el razonamiento mediante la extracción de los elementos comunes de las distintas realidades, al abstraer queda un residuo inabstraíble que es la singularidad de cada realidad.

Todas las realidades son realmente seres singulares y ninguna equivale íntegramente a otra.

La singularidad no es tampoco accesible por tanto al razonamiento, sino a una forma anterior del pensamiento, que es la percepción intuitiva, la intuición, que siente las realidades como conjunto, no analizadas, y las carga de afectos de atracción, deseo o repulsa.

Éste es el fundamento de las emociones y su expresión el arte, la religión y su expresión la liturgia, y el amor o el odio.

La intuición no es conceptual, por tanto no verbalizable. Quiero decir que no se puede comunicar con palabras, que es estrictamente personal y no comunicable. ¿Cómo explicar exactamente a otra persona lo que siento ante determinada música, aunque sea un sentimiento muy definido para mí?

Por tanto, las verdades intuitivas son una parte de la realidad objetiva de la que sin embargo no se puede hablar estrictamente. Para comunicarlas, es preciso suscitar en el interlocutor un sentimiento que se espera que sea análogo (aunque puede no serlo hasta un grado asombroso: el protagonista de “The Clockwork Orange” asociaba a Beethoven con la violencia)

Ésta es la función de las obras de arte: intentar comunicar lo verbalmente incomunicable mediante analogías; provocando estados de ánimo que se espera que creen sensaciones y sentimientos semejantes (Por eso, la crítica de arte puede tratar sólo de los hechos conceptuables relacionados con el mensaje artístico desde fuera: técnica, estilo, génesis, influencias, etcétera, pero nunca consigue hablar del mensaje en sí)

Los testimonios de la intuición son históricos: hay un ser humano que tiene en determinado momento y determinado lugar una intuición, mínima o máxima: Así, Gautama al sentarse bajo cierta higuera. No se puede explicar. Quienes estén interesados sólo pueden intentar experimentar algo análogo.

Todo esto quiere decir que el razonamiento no es la única manera humana de pensar o conocer y que la intuición abre la mente humana por lo visto a experiencias como la del Absoluto o la Perfección (no se puede demostrar más que intentando repetirla, y su validez es sólo para sí)

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Pero volviendo al razonamiento, que es nuestro acceso precario a la Razón, se puede plantear también esta pregunta: ¿La Razón, las Matemáticas, están dentro o fuera de la mente humana?

Por la gravedad, que lleva a las partículas a juntarse por igual en derredor de un centro, los astros forman esferoides.

Antes de que existiéramos los humanos, las abejas, para conseguir una red de celdas en la que los perímetros fueran los mínimos, consumiendo el mínimo de material y de trabajo, y los volúmenes los máximos, formaban hexagonoides.

Muchas flores, las hojas en torno a ciertos tallos, los nudillos de nuestros dedos, están en una proporción similar a la del que llamamos número áureo, antes de que supiéramos que existía.

Esto quiere decir que la Materia se organiza en formas parecidas a las formas matemáticas, no igualándolas porque éstas, al ser exactas, se pueden pensar pero no materializar. Por eso, queda entre las formas materiales y las matemáticas un residuo, que es la expresión material de lo inconceptuable o singular, que fundamenta a la vez su unicidad.

El hombre ha ido haciendo procesos de abstracción en los que va descubriendo, no inventando, las relaciones matemáticas que transparenta la Materia (de la Agrimensura se pasó a la Geometría) Al hacerlo, descubre a su vez otras relaciones matemáticas que pueden no estar en la Materia. La Materia es racionalmente inteligible y trasluce unas Matemáticas exactas que, sin embargo, no están en ella.

Son algo sólo pensable y por tanto pueden ser un pensamiento.

¿De quién?

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Esta Materia que vemos y de la que formamos parte es despiadada por tres razones:

=1. En ella se generan seres vivos, y sensibles, y conscientes, que pueden ser sujetos pasivos de acontecimientos externos a ellos.

=2. Los seres sensibles (animales) estamos concebidos de manera que nuestra existencia depende de que devoremos a otros seres vivos, lo que produce el dolor y el miedo como fenómenos neurológicos que acompañan a nuestra sensitividad.

=3. Además, los seres vivos estamos siempre expuestos a la destrucción, como se ha dado en las extinciones y podría darse con carácter general en cualquier momento (“fin del mundo”)

Esta Materia podría haberse organizado con arreglo a fundamentos que la hicieran paradisíaca para sus partes vivas, sensibles y conscientes. No se puede excluir que la Inteligencia haya organizado también cúmulos de Materia que tengan estas propiedades, apartados de éste.

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La realidad de una Materia despiadada para los seres sensitivos, supone que el Pensamiento que la organiza es despiadado (impersonal, maquinal)

El sentido que encontramos en ella es sólo físico, material; es lógico que dadas ciertas premisas, se sigan lógicamente ciertos efectos. Pero si éstos llevan consigo el dolor de los seres materialmente sensitivos, parece que en este nuevo plano, no tiene sentido una Materia que llevaría a la formación de seres sensitivos sólo para someterlos a un infierno; y la falta de sentido contradiría el postulado de consistencia, por lo que no puede ser que la existencia del dolor carezca de sentido.

El postulado de consistencia requiere que toda la realidad tenga todo el sentido para que valga la pena seguir pensando sobre ella, intuitiva y racionalmente. Es verdad que esta Materia no es buena, que excluye un Creador bueno, pero la consistencia requiere un Principio de todo cuanto se pueda pensar, que tendrá que estar más allá del bien y del mal.


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Puesto que la Materia es cruel y desalmada, su consistencia racional lleva fuera de ella.

No puedo todavía establecer esta racionalidad, pero los humanos siempre la hemos afirmado intuitivamente mediante actos supramateriales, decididos a menudo sin más justificación racional que su valor en sí.

Estos actos, relativizan la vida material. Si la vida material fuera el bien supremo, ¿qué vilezas habría que hacer para conservarla?

Muchas personas se han visto en el dilema de hacer algo contra personas queridas o perder la vida, y han decidido perderla. En nuestra tradición, esto se puede llamar “principio de Antígona”.

Su estructura racional es la siguiente:

=Por consistencia o coherencia, debo hacer esto;
=pero la Materia me lo niega;
=luego pasaré por encima de la Materia.